Por Diego Leonoff | Todo comenzó con los pedidos de despenalización de la marihuana por parte de las organizaciones cannábicas y usuarios. Le siguieron los múltiples pronunciamientos de académicos e investigadores, un paso relevante que ayudó instalar el debate y una parcial desestigmatización de la planta. Con el paso de los años fue la política la que terminó por hacerse cargo, con iniciativas legislativas -tanto a nivel nacional, provincial como municipal- con miras al cultivo e industrialización, sobre todo para uso medicinal.
La publicación en 2020 del decreto 883/20 reglamentario de la Ley 27.350 -sancionada en 2017- de Investigación Médica y Científica del Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus Derivados ya ampliaba el acceso para quienes necesiten tratamientos con el célebre botánico.
Sin embargo, recién el pasado 24 de mayo Argentina terminó por dar el paso fundamental para desarrollar una industria nacional de cannabis medicinal y cáñamo industrial. Por iniciativa del Ministerio de Desarrollo Productivo, el Gobierno anunció la presentación de un proyecto para regular la cadena de producción y comercialización de la planta, sus semillas y productos derivados para uso fabril y/o medicinal.
“Es una de las industrias emergentes más importantes del mundo y abre una agenda de producción, inversión y desarrollo regional que promete generar muchos puestos de trabajo y exportaciones”, aseguraba entonces el presidente de la Cámara Argentina del Cannabis (ArgenCann) y director de Pampa Hemp, Pablo Fazio.
En Argentina ya existen varios proyectos productivos relacionados a la industria del cannabis para uso medicinal. El caso más difundido es el de Cannava, la empresa estatal jujeña creada por el gobernador de esa provincia, Gerardo Morales, y comandada por su hijo Gastón. También existen otros emprendimientos 100% públicos, como los que llevan adelante las provincias de Misiones y San Juan; empresas mixtas, como la del gobierno de La Rioja o la Municipalidad de San Pedro (provincia de Buenos Aires), iniciativas como las de la agrupación cannábica Ciencia Sativa en conjunto con el INTA Río Negro; o totalmente privadas, como la de Pampa Hemp.
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A esta lista podría sumarse una iniciativa elaborada y presentada por los trabajadores de Fabricaciones Militares de FanAzul, la empresa estatal desguazada durante la gestión de Mauricio Macri. Es que si bien ya hubo algunos indicios de reactivación de la planta que hasta 2017 era uno de los pilares industriales de la localidad bonaerense, aún falta un largo trecho para desandar el vaciamiento que incluyó más de 220 despedidos.
Para avanzar en este sentido, la Asociación Trabajadores del Estado y autoridades de Fabricaciones Militares elaboraron un proyecto para reacondicionar una parte de sus instalaciones de cara al cultivo y producción de cannabis. De hecho, el propio ministro de Defensa de la Nación Agustín Rossi había adelantado esta posibilidad en una entrevista publicada por Canal Abierto en julio de 2020.
Desde el punto de vista agrícola, la zona cuenta con capacidad instalada, maquinaria agrícola y conocimiento para todos los procesos desde el manejo de campo hasta su cosecha. “El complejo metalmecánico agropecuario instalado en el país tiene capacidad de dar resoluciones al procesamiento industrial requerido para la extracción de aceites en distinta escala, con instalaciones modulares que permitan acoplamientos de mayor capacidad de procesamiento a medida que se sumen necesidades crecientes de la demanda. Esa apreciación también corre para la maquinaria de origen nacional que puede procesar las distintas materias primas del Cáñamo (tanto textil, aceites de uso comestibles o con destinos terapéutico), grano para uso alimentario, entre otros usos”, explica el documento al que pudo acceder Canal Abierto y ya está en manos del gobernador Axel Kicillof.
Si bien aún espera el visto bueno, la consecuente asignación de recursos y el avance de convenios específicos con organismos como la ANMAT o la Red Nacional de Laboratorios de medicamentos, el proyecto plantea objetivos concretos de cara a una primera fase piloto y un posterior plan de producción. Así como también concibe cuáles serían los espacios físicos a destinar para cada instancia del proceso, los tiempos y magnitudes por etapas.
“El cannabis y sus derivados disrumpen en un montón de industrias verticales: se pueden fabricar alimentos, bebidas, productos cosméticos y veterinarios, fibras con las que se pueden desarrollar bioplásticos, textiles, calzados y hasta ladrillos para la construcción”, detallaba Fazio. “Uruguay fue pionero en la región y hoy ya está generando hasta un mercado del turismo en base al cannabis. En Estados Unidos, la industria del cannabis genera alrededor de 250.000 empleos formales”.
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