Por Carlos Fanjul | EL PELO DEL HUEVO
Ya teníamos decidido que esta columna debía ir únicamente por el lado del ‘robo escandaloso’ que la semana anterior Boca sufrió en Bello Horizonte.
Que reglamentariamente no fue robo, pero sí escandaloso hasta niveles poco comunes para esta época de supuesto fair play televisivo (para que los más jóvenes perciban las diferencias, en algún momento vamos a contar lo picante que era la Copa Libertadores en la década del ’60 en la que hechos como este ocurrían cada vez que cruzabas una frontera).
Teníamos esa intención, pero el sainete montado en la semana por el Mundo Boca y el final de pibes jugando dos días seguidos –y esta noche también- para tapar la macana cometida por el propio Mundo Boca, nos lleva a reflexionar por otro lado.
De lo vivido en la eliminación boquense frente al Atlético Mineiro solo recordemos algo que ya se ha publicado en El Pelo del Huevo del 9 de marzo y que tiene que ver con ciertos cambios en las reglas del fútbol que los señores de la International Board vienen maquinando. Señores que, recordamos, se juntan a cenar dos veces al año y solo en una se dignan a concretar modificaciones en la letra leguleya.
En aquel momento, y ahora, nos apuramos a decir que el VAR no es el culpable de nada sino que, por el contrario, ha venido a desnudar algunos aspectos de cada situación de juego que hoy gracias a la tecnología podemos ver hasta en el mínimo detalle. Antes veíamos un cuerpo más o menos adelantado respecto de otro. Ahora vemos que es el hombro o la rodilla lo que está por delante de la otra imagen. Le pusimos nombre a los bultos.
También, gracias a tanto detalle, el mundo del fobal ya podría ir exigiendo que los tipos esos de la IB ajusten rápido ciertos grises reglamentarios que, como en este caso, terminan provocando polémicas decisiones. A saber: el reglamento hoy todavía habla de la parte más adelantada del atacante respecto del anteúltimo defensor (el Pulpo Gonzalez tenía su hombro y rodilla mas adelantados que esa referencia) y además, entre las variantes que hacen que un jugador adelantado deba ser sancionado, figura ‘que intente disputar el balón’ (más allá de que llegó tarde y ni siquiera toco al arquero, el Pulpo intentó ser parte de la jugada y por ende disputar el balón).
¿Todas pavadas que deben ser modificadas? Absolutamente. ¿Boca perseguido por la conspiración tecnológica de la Conmebol pro brasileña? Ni ahí.
La regla esta mal y debe ser cambiada, pero hoy rige como ley. ¡Marche preso Boca!
De la batahola en los vestuarios en un todos contra todos sesentista, las piñas, el gas pimienta y el protagonismo del dirigente Alfredo Cascini ni vamos a hablar, porque la cuestión ya quedó largamente plasmada en cuanto canal, deportivo o no, existe, más los noticieros, programas del corazón, de preguntas y respuestas y de dibujitos animados, con el ex volante y ex periodista ahora convertido en directivo, como protagonista.
“¿Está confirmado?”. Pero, como queda dicho, también elegimos sobrevolar otra parte de la película que, nos parece, nos jode a todos de verdad porque simboliza algo que no solo encontramos en el fútbol, sino que aparece a cada rato en la vida misma.
A ver si lo podemos explicar: la cosa tiene que ver con eso de la instalación que un poderoso hace, a través de su prensa barrabrava, de un hecho que parece real. Pero que no lo es. O que puede llegar a ser realidad, pero que aún no ha ocurrido.
Es como si el tipo en cuestión te manda a decir que ‘esto será así porque yo haré que esto sea así’, y al toque te hace sentir que nadie podrá con su poder y su capacidad de rosca para ejercerlo.
Lo vemos a cada rato. Te lo hace un funcionario del gobierno cuando te vende espejitos en los que aún no podés verte, y no te verás jamás. O te lo hace también un ñato de la oposición cuando pretende que sientas que todo está mal porque, ponele, ‘todavia no arreglaron con Pfizer cuando todos saben que es la única vacuna aprobada por la Organización Mundial de la sarasasasasaa…’
La vida como ellos quieren que sea (y como saben que será a poco que presionen en el lugar indicado). Un espanto cotidiano.
Así actuó Boca, ya no con lo que pasó en Brasil, sino con las ventajas que intentó sacar acá, en la doméstica, por esa condición de víctima de un supuesto escándalo arbitral.
Los tipos volvieron al país y, al toque, hicieron saber a través de esos barras de la tele que sus dos próximos compromisos iban a ser postergados por el encierro de diez días que debían cumplir sus jugadores profesionales al romperse la burbuja durante la gresca y la demora en el retorno. “Ya Tinelli nos dijo…”
A rato Tinelli dijo que no dijo lo que dijo el que dijo eso, y que la Superliga no postergaba nada. Y al rato Riquelme, y al rato otra vez Tinelli, y…
¿A quién le crees? Que se yo, arreglate solo…
El corredor del fobal. Después apareció la cuestión del corredor sanitario que el ministerio de Salud iba a disponer para que ‘los titulares enfrenten a Banfield el sábado con todas las medidas de cuidado que corresponden y bla bla bla’.
Antes de seguir, vale una digresión: Un corredor sanitario es un formato observado durante esta pandemia, por ejemplo para este tipo de situaciones: entre dos hospitales que coordinan el accionar conjunto y solidario frente a las muchas realidades límites que causó la expansión del virus. O entre dos ciudades para que la más fuerte desde el punto de vista de la estructura sanitaria complemente a la más frágil en esa materia. O en pasos fronterizos para agilizar de manera segura el tránsito diario en lo social o económico, y, claro, también en lo sanitario.
En fin, para temas de trascendencia real en la lucha por la vida.
Pero no, en este caso era para que Boca pueda usar a sus mejores profesionales, porque ‘Boca es Boca’, y ‘el fútbol argentino debe ser solidario’ dice Román, como no lo fue nadie con Banfield precisamente, Gimnasia, Colón y otros que tuvieron que completar los once con el vendedor de choris y el control de la Puerta 4.
Tanto era ‘real’ eso del corredor sanitario que Boca mismo dispuso que sus pibes jueguen un día antes su partido de reserva. Alguien chamuyó que la intención de Boca fue presionar al Gobierno con el hecho consumado para que autorice a jugar a sus jugadores aislados en un hotel.
Pero no, esta vez el gobierno actuó con total racionalidad, y mucho de cálculo electoralista, por cierto, y le dijo a Boca que se arregle como pueda (¿se imaginan si autorizaba a Boca y no a los varados, el griterío que con algo de razón iba a armar desde su reposera en Miami la Yanina Latorre?).
Y ahí apareció otra vez el tono víctima de perseguidos por el mundo y atronó el ‘vamo, vamo los pibes’ cuando los jovencitos maltratados por su propio club tuvieron que volver a jugar a las 24 horas (la verdad, emocionó el esfuerzo de los chicos y muchos hicimos un poquito de fuerza para que sostengan el empate).
Y ahora llegamos al cierre de este recorrido semanal con la Superliga negando de nuevo una postergación para el partido con el San Lorenzo de Tinelli, pero sí suspendiendo el partido de reserva (jajaja, son más rosqueros profesionales que en la Ribera).
Alguna vez el filósofo y escritor británico, Bertrand Russell, parangonó aquello de que las cosas son según el cristal con que se miren, al contradecir la lógica y afirmar que ‘el león y la pantera son animales inofensivos. En cambio la gallina y los patos son altamente peligrosos…. le dijo una lombriz a sus hijos”.
Y sí. Las cosas no siempre deben ser miradas como pretenden que las veamos los que dictan la letra, para que se resuelvan según ellos ‘como deben ser resueltas’.
Aquí nos aparece el magistral Eduardo Sacheri, en su cuento ‘Me van a tener que disculpar’ de 1986, cuando imaginó a los hinchas ingleses seguros y convencidos de que algo iba a detener la carrera gloriosa del Diego, “para poner en orden la historia y que las cosas sean como Dios y la reina mandan, porque en el fútbol tiene que ser como en la vida, donde los que llevan las de ganar ganan, y los que llevan las de perder pierden…”.