Redacción Canal Abierto | El escritor chileno Oscar Barrientos es optimista en lo que respecta al porvenir de su país. Sostiene que, tras años de represión y silenciamiento, las movilizaciones de octubre de 2019 pusieron punto final al periodo inaugurado con el golpe de Estado que en 1973 derrocó a Salvador Allende y desde la presidencia de facto del dictador Augusto Pinochet hizo de su país la cabecera de playa del modelo neoliberal ideado en la Universidad de Chicago.
De amplia trayectoria en el mundo editorial y académico, Barrientos comenzó su obra a una edad que podría considerarse precoz. Con sólo 14 años publicó su primer poemario Espada y taberna. En su tetralogía de novelas sobre Puerto Peregrino abordó su Punta Arenas natal desde la mirada del poeta ficticio Aníbal Saratoga.
A lo largo de su carrera ha participado de distintos colectivos de escritores y artistas y supo tener participación política desde el apoyo a partidos y frentes de orientación de izquierdas. En la actualidad se desempeña como docente en la Universidad de Magallanes y es parte del jurado del Concurso Literario Osvaldo Bayer, a partir de la incorporación de su país al certamen que desde este año es binacional.
-¿Cómo describiría al momento actual de su país?
Lo que hemos vivido a partir del estallido de octubre hasta la fecha ha sido un conjunto de episodios reveladores por un lado terribles, pero por otro lado maravillosos y hasta epifánicos. La vulneración de los derechos humanos por parte del gobierno actual es un hecho concreto y elocuente sobre el cual no se puede tener ningún tipo de mirada tibia. Hay que condenarlo y hacerse parte activa de la lucha en contra de estas medidas que son terribles. Han dejado con daño ocular a tantos compatriotas, con mutilaciones y con una fuerte represión.
Pero por otro lado, también ha dado pie a un plebiscito en el que se derogó finalmente la constitución de Pinochet, una constitución de origen ignominioso y, a mi modo de ver, ilegítimo. Fue una constitución hecha por un grupo de juristas afines al régimen y legitimada en un plebiscito fraudulento en 1980. Si bien los gobiernos democráticos le han hecho algunas modificaciones, obviamente el espíritu de esa constitución seguía intacto y ahora se logró torcer la nariz a este designio constitucional.
Yo diría que estamos en la escritura de la nueva Constitución que no ha sido de fácil acuerdo y el hecho de que una mujer mapuche como Elisa Loncón esté presidiendo la Convención Constitucional habla también de un cambio de paradigma muy importante en lo que estamos viendo.
Entonces, en todo este contexto de las revueltas yo pienso que se activan dos líneas de acción de análisis: por un lado, cómo el arte, la cultura y el pueblo ha creado y ha ido forjando un imaginario popular muy interesante, hasta con cierta frescura. Los ídolos que aparecen son mascotas y superhéroes, pero el ideario es bueno, hay una frescura hasta con la contracultura en el rol del arte. Además, desde un punto de vista más amplio, yo creo que es ver cómo la sociedad ha ajustado cuentas con los pecados que tuvo la transición democrática, que estaba llena de cosas inconclusas, sin resolver. Había heridas que estaban totalmente abiertas, cosas que se habían naturalizado.
También siento que es la recuperación de la tradición libertaria que tuvo Chile en algún momento antes del golpe 1973, que la tuvo con la resistencia a la dictadura en los años 80 y que, desde el 90 en adelante, comienza esta especie de anestesia. Ahí se pone un poco a dieta la historia hasta que se la adelgaza tanto que ya no se logra ver otro matiz y un poco la idea que tuvieron los gobiernos desde el 90 en adelante fue crear una suerte un gobiernos científicos, gobiernos de expertos que finalmente eran gobiernos que le daban la espalda a la ciudadanía.
El planteo era «esto lo vamos a resolver nosotros los expertos». Y resulta que los gobiernos de expertos fueron los que crearon el Transantiago, los gobiernos de expertos fueron los que hicieron el crédito con aval del Estado, los gobiernos de expertos fueron los que crearon leyes que favorecieron las AFP… Así que hay poca gente a la que favorecieron.
Por otro lado, es súper curioso escuchar desde las voces de los defensores del modelo neoliberal unas cosas muy apocalípticas. Dicen cosas como que «esto es un modelo tan maravillosamente bueno que ustedes no saben lo bien que están». La gente recibe malas pensiones, tiene sueldo muy bajo, el costo de la vida en Chile es muy alto, la desigualdad muy grande, los derechos sociales están cada día más mermados… Pareciera que ellos no entienden que la gente está harta de vivir en el país que conocen y no en el país que ellos creen que existe. Porque entiendo que las élites siempre han vivido en una especie de limbo histórico, pero la gente la está pasando mal. Y el tema de la pandemia agravó todo, no solamente en Chile sino en todas partes.
-¿Cómo acompañó el mundo de la cultura todos estos cambios.
En Chile estaba muy premiada una cultura del espectáculo bastante ramplona. Eso es algo que no solamente ocurre en Chile. A mí no me gusta hablar del deber del artista de una manera muy beata. Hablar de «el deber del artista es hacer algo” suena como ser una especie de predicador que anda imponiendo moralinas al resto, pero sí lo planteo como que la cultura, los artistas, el mundo de los escritores, el mundo de los actores, el mundo de los músicos y sobre todo el arte popular, lo que emanaba de la calle, no se sentía indiferente ante los hechos horrorosos que han estado ocurriendo en el último tiempo.
Uno circulaba por las calles de Santiago y veía nuevamente el rostro de Violeta Parra estampado las paredes. Es un personaje cardinal en nuestra cultura y que finalmente siempre está un poco invisibilizado. Lo mismo pasó con los rostros de Gabriela Mistral y de Pedro Lemebel. El 18 de octubre en adelante yo creo que ha significado volver a visibilizar a quienes han estado excluidos de las decisiones políticas culturales, económicas y sociales y pensamos que es un proceso que tiene que profundizarse aún más.
Estamos en esa construcción, entonces hay una cuestión desde el mundo de la cultura que se sostiene mucho sobre la iconografía, sobre los personajes que comienzan a aparecer en las calles, que le han dado una capacidad de reflexión a una multitud que reclama sus derechos y que ha sido violentamente reprimida por las fuerzas policiales y criminalizada en importante medida.
– ¿Y toda esta situación tuvo algún reflejo en nuevas formas artísticas?
Yo creo que sí. Sobre todo en el arte popular, naturalmente. Se está escribiendo mucho sobre la revuelta. Hay un libro importante de Oscar Contardo sobre la revuelta que obviamente está analizando y cuestionando lo que éramos antes de octubre, ciertas conductas impropias del sistema económico, considerando que Chile fue un laboratorio del neoliberalismo del mundo. Nuestro país fue el espacio en el que los Chicago Boys ejecutaron sus teorías económicas en su rol de potenciar un supuesto progreso, un proceso de crecimiento al que le llamaron el milagro chileno, el de la economía, se sembraron grandes índices de desigualdad ya que lo consideraban como parte del costo normal.
Con respecto a nuevas expresiones, no los conozco a todos, pero hemos visto, por ejemplo, la literatura de Nora Fernández o de Germán Carrasco que han visto central el tema de la revuelta. También hay expresiones que tienen que ver con la danza, que tienen que ver con el teatro, que tienen que ver incluso con ciertas formas de carnavalización del espacio popular para dar cuenta del fenómeno social que está ocurriendo.
-En estos momentos forma parte del jurado del Concurso Binacional de Literatura Osvaldo Bayer que está organizado por ATE junto a otros gremios y universidades y espacios culturales. ¿Qué aportes puede hacer a este tipo de movimientos esta colaboración entre sindicatos, movimientos sociales, universidades, espacios culturales?
De partida debo decir que es un honor ser parte del jurado del concurso que rinde tributo a este gran escritor e intelectual de los movimientos obreros y de la vida patagónica. Tuve el alto honor de conocerlo en Caracas en la Feria del Libro de Venezuela el año 2007. Era una persona tremendamente afable, interesante y de una enorme calidad humana, eso es lo primero.
También debo decir también que la Patagonia, tanto chilena como argentina, casi constituye una suerte de patria común entre ambos pueblos. Nos une la historia. Sobre todo a la gente como yo, los puntarenenses de alguna medida estamos más cerca de Argentina que de Chile. Yo en transporte a Río Gallegos llego antes que tomando un avión a Santiago. Además, estamos muy hermanados porque la mayoría de nosotros o muchos de nosotros tenemos parientes en la Patagonia argentina, ya sea en Santa Cruz, en Chubut e incluso en Río Negro. Entonces la Patagonia se vuelve como una especie de patria en común, como un mar de coirón, de distancia y de lejanía que unifica de verdad a los dos países y los une en un abrazo entrañable.
Además, ese hecho en la Patagonia es la constatación de los movimientos obreros que ocurrieron en el extremo sur de América que han sido manifestaciones concretas de organización social y de lucha y cómo esas distintas organizaciones fueron en su momento reprimidas y masacradas en algunos contextos por la poderosa fuerza de la oligarquía de aquel tiempo.
Entonces esos elementos nos han hecho de esta combinación, entre Chile y Argentina, entre universidades, organizaciones sociales y el mundo de los sindicatos, el mundo laboral, el mundo social y el mundo cultural nos ha hecho aunar esfuerzo en la posibilidad de construir un gesto. En este caso es con un concurso que nos ayude a descubrir cómo la actualidad está ficcionando su propio mundo y explorando los horizontes de su realidad. Como tal es una instancia valiosísima y nos pondremos a trabajar acuciosamente en los derroteros que vienen.
– Habla de la Patagonia como territorio común y de los sucesos de los que se cumplieron 100 años y que fueron inmortalizados por el libro de Bayer y la película que se hizo sobre él. ¿Estos hechos han tenido repercusión en su país?
Por supuesto. Personajes como Facón Grande y Antonio Soto Canalejo, que además vivió y murió acá en Punta Arenas, tienen mucha impronta. De hecho, la hija del «Gallego» Soto es madrina del concurso. Hay una novela importantísima de Pavel Oyarzún que se llama El paso del diablo, que es la huida de Soto Canalejo de Argentina a Chile. Este personaje que venía de España y que traía esta idea que se llamaba en aquellos años anarcosindicalismo y que trató de organizar al mundo obrero en aquel tiempo.
Oyarzún también tiene una novela que se llama Barragán que es muy interesante. Nosotros sabemos que los pueblos originarios de la zona patagónica no tienen casos conocidos de insurrecciones ante el poder de los explotadores. Sin embargo, hay un caso que es Felipe Barragán que fue un tehuelche que organizó una especie de guerrilla para oponerse a los tratamientos en aquel momento.
Además, tiene que ver también la organización obrera, porque no es solamente la forma en que se liquidó y aplastó el movimiento obrero en ambos lados de la frontera como lo constataron en su momento las diversas organizaciones que se crearon, sino también lo que fue el exterminio indígena, el etnocidio. El diputado argentino José María Borrero viene en un viaje por acá con este intercambio y él se da cuenta de cómo las grandes familias están exterminando indígenas a cambio de libras esterlinas, y da cuenta de todo eso en el Parlamento argentino. Esto sucede con la complicidad de ambos gobiernos.
A lo que quiero llegar es que el mundo tanto de la Patagonia chilena como del lado argentino tenía una historia sangrienta muy marcada por la explotación y por la necesidad de poner un proyecto emancipador de pensamiento único, en este caso impuesto con las grandes familias oligarcas. Es un tema que siento que no puede pasar desapercibido, en la construcción del imaginario de nuestro pueblo está presente y la gente en la actualidad también tiene que saber que quienes habitamos estos territorios también descendemos de esos mundos y también nos toca tomar una posición frente a lo que está ocurriendo.
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El Concurso Osvaldo Bayer
El certamen impulsado por ATE y Ediciones de la Comarca de Argentina desde 2019 este año lleva por lema “Las luchas de ayer y de hoy” y suma a la convocatoria a CLATE (Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadores Estatales) a la Federación Judicial Argentina (FJA), Jubilados del Banco Provincia (JUBIBAPRO) y la Asociación Personal Jerárquico de Bancos Oficiales (APJBO) y los gremios chilenos Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF) y la Confederación Nacional de Funcionarios Municipales (ASEMUCH). También participan las universidades chilenas que conforman la Red Patagonia Cultural: Aysén, Magallanes y de Los Lagos.
Por la conmemoración oficial del centenario de las luchas patagónicas, también acompañan el Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Santa Cruz y la Mesa Provincial Huelgas Patagónicas.
El jurado está integrado por la escritora argentina Claudia Piñeiro, Ernesto Bayer periodista e hijo de Osvaldo Bayer, y el escritor chileno Oscar Barrientos. El concurso cuenta con el madrinazgo de Isabel Soto, hija del líder de las huelgas patagónicas Antonio «Gallego» Soto.
Los textos se pueden presentar hasta el 31 de agosto. Se entregarán 3 premios y 6 menciones. Luego, estos 9 cuentos seleccionados integrarán un libro.
Las bases del concurso se pueden consultar en ATE Cultura