Redacción Canal Abierto | La textil Tejedurías Naiberger fue fundada en 1931 por una familia de origen polaco. Fabricó durante décadas la tradicional marca de ropa interior femenina Maidenform y en la actualidad era propietaria de las reconocidas líneas de lencería Perlea y Perfect Body.
Tiene una planta de grandes dimensiones que ocupa más de media cuadra en Lascano al 2400, entre Artigas y Bufano, en el barrio de la Paternal, en la que hay talleres, depósitos, garaje para camiones, oficinas y hasta un local a la calle.
Hasta mayo de este año la empresa era presidida por Carlos Horacio Naiberger, nieto del fundador, que sucedió en 2008 a su padre, Mauricio, quien falleció en 2012.
La histórica firma productora de corsetería llegó a tener más de 300 empleados, negocios propios en zonas de alto tránsito de la ciudad de Buenos Aires y en varias provincias, y una cartera de clientes que abarcaba todo el país.
Sin embargo, luego de 90 años, el 5 de mayo de 2021 los más de 120 trabajadores que sostenían la empresa últimamente se encontraron con un cartel que anunciaba “cese de actividades hasta nuevo aviso”.
Es el único megataller de su tipo que queda en Buenos Aires, aseguran.
Sin ropa interior
El conflicto comenzó en 2012, cuando los dueños Alicia y Horacio dejaron de comprar materiales, de mantener las maquinas y de cubrir las obligaciones con la AFIP, entre otras cosas. En 2016 despidieron a 40 trabajadores que luego de insistentes reclamos fueron reincorporados y desde el año 2017 la empresa atravesaba un concurso preventivo.
Cuatro años de macrismo, pandemia, ambiciones y graves desmanejos empresariales hicieron lo suyo y este año, luego de meses de incumplimientos patronales, los Naiberger intentaron cerrar la fábrica sin dar cuenta de sus obligaciones.
Cuando comenzó el aislamiento obligatorio se dieron suspensiones sin goce de sueldo durante las cuales los trabajadores solo cobraron el ATP que pagaba el Gobierno Nacional.
Producen ropa de calidad y prestigio, que tiene un público único y prácticamente no tiene competencia, dicen los entendidos.
Ocupar
A partir del día del intento de cierre, cerca de 50 de trabajadoras y trabajadores decidieron quedarse en el lugar, sostener una ocupación pacífica y dar pelea por la continuidad laboral.
Pocos días después, los empresarios solicitaron la quiebra que fue otorgada finalmente en junio. En el medio, propusieron reducir el plantel prácticamente a la mitad sin abonar indemnizaciones, o bajar todos los sueldos un 35%. A las últimas audiencias, ni se presentaron. El ministerio de Trabajo ofreció el REPRO (Programa de Recuperación Productiva) y otras ayudas, pero los propietarios los rechazaron.
Los trabajadores, con apoyo de los sindicatos textiles SETIA, SOIVA y UCI, y acompañamiento del INAES emprendieron el camino hacia la conformación de una cooperativa mientras evalúan con el organismo posibles líneas de crédito. También cuentan con la representación legal de abogados con experiencia en otras fábricas recuperadas. Sin embargo, hasta que la justicia no acepte el plan de negocios presentado, otorgue la personería jurídica y autorice la utilización de la marca, no pueden producir ni comercializar.
Mientras tanto, recorren la clientela para informar la situación y acordar la continuidad del vínculo comercial.
Por su parte, el síndico que dispuso el juzgado presentó un plan de reactivación en el que pretendía desconocer las deudas con los trabajadores y los acreedores. “Sospechamos que tiene relación con el dueño, por cómo hablaba de él”, dicen puertas adentro.
Interviene el juzgado nacional en lo Comercial Nº 5, secretaría Nº 9, a cargo de María Soledad Casazza, y la sindicatura encargada de la quiebra está integrada por los contadores Virginia Dall’Occhio, Lucas Pombo y Juan Manuel Leguizamón, con el patrocinio de Claudio Ariel Zimerman.
Canal Abierto recorrió las instalaciones y habló con trabajadores que pasan día y noche en el lugar, algunos con casi 40 años de antigüedad, para registrar el proceso de organización y la lucha por la fuente laboral.
“Fue un año duro para nosotros y para él muy tranquilo porque no nos veía acá y no nos pagó”, cuenta Myriam Juárez, del taller de costura, delegada, con 18 años en la empresa.
“No conseguís trabajo si te vas de acá, casi todos tenemos más de 40 años, no pasas un preocupacional, por eso, de negarse la continuidad, vamos a luchar hasta que nos la den”, agrega.
Por su parte, Gustavo Martin, del área de mantenimiento, también delegado gremial, cuenta que para esta primera etapa el objetivo es “abastecer el local propio”, y señala que “las máquinas son viejas, algunas tienen 70, 80 años, la empresa venía sin mantenimiento, hay que invertir para renovar”.
“Nos estamos fortaleciendo, el espíritu del cooperativismo lo estamos viviendo en carne propia”, sintetiza.
Realización: Nahuel Croza y Leo Vázquez