Por Carlos Fanjul | EL PELO DEL HUEVO
“¿Y ahora, quien podrá defendernos?”, se alarmó Gianni Infantino. “¿Será el Chapulín Colorado?”. No. Fue el viejo y bendito TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo) al que siempre se menciona como el último salvador de algún entuerto lugareño, pero que está como más arriba, más lejano. Los caballeros de allí, que seguro tienen la oficina al lado de la del pelado de la FIFA, fueron finalmente los que tallaron frente a la nueva intentona por socavar el poder del capi di tutti li capi. Y por eso fallaron a favor de que se respeten las reglas impuestas en eso de que los clubes cedan a sus jugadores para cada turno de Eliminatorias. Temita que hasta hizo pensar en una nueva suspensión de la triple fecha que arrancará pasado mañana.
En el medio, todo lo contado en esta última semana: Los ingleses fueron tajantes y como Liga cerraron las puertas a sus jugadores, y luego españoles, italianos y portugueses dejaron en mano de los clubes-dueños la decisión final, pero con la firme promesa de bancarles la parada jurídica si fuese necesario.
Comunicados y más comunicados de la FIFA y la Conmebol recordando los acuerdos vigentes. La excusa esta vez ya no era la cesión en si, sino que estaba referida a la cantidad de partidos previstos para esta ocasión –que son tres porque algo similar ya pasó en marzo y para apagar el incendio se resolvió patear las jornadas 5 y 6 para mejor momento-, la amenaza de la FIFA, la decisión de muchos jugadores de viajar lo mismo y el TAS que llegó para sacar la pelota de la línea.
Todo muy dicho. Fuego apagado, pero solo por un ratito.
La guerra continuará y, como normalmente pasa en las guerras, al final será ganada por los que tienen las armas más letales. En este caso, dólares, euros, petrodólares, petroeuros, bitcoins, o póngale usted el nombre que quiera a la medida de valor que inventen.
Capitalismo puro. “Billetera mata galán”, “arrodillate así morís más cerca del piso”, o “elegí la comida que te guste que total el veneno lo pongo yo”.
La batalla de Zurich. Aquí hay que entender otra cuestión: la cosa no es contra los países del Cono Sur, como aquí se piensa desde nuestro ombliguismo habitual. La cuestión de fondo es entre los clubes –la infinita mayoría sociedades anónimas de empresarios poderosos- y ese formato organizativo que se le dio al fútbol hace más de un siglo.
Algunos portales reflexionan que la FIFA esta débil. En realidad, lo que ha ingresado en un proceso de debilidad es el esquema de paraguas protector de los clubes a través de un organismo superior, que muchas décadas atrás pensaron los propios clubes. Desde hace una veintena de años, ellos comenzaron a razonar algo así: ‘para qué dejar que ese sello me maneje la guita y la organización del fobal, si a los billetes me los puedo manejar yo solo, si es que yo mismo manejo la organización’.
Eso de las Superligas que se expanden en cada país, y que amaga con extenderse a continentes y al mundo entero, es lo que está presionando al poder omnímodo de viejísimas instituciones como la FIFA, la UEFA o la CONMEBOL y la AFA, si vamos de arriba para abajo.
Y, como tema del momento, lo que ahora está en ebullición es una especie de pase de facturas de clubes poderosos como Barcelona, Real Madrid, Juventud, Inter, Manchester City, Liverpool, o Chelsea, -y muchos más que aprovecharon la volada- por la traba comandada por Infantino y la UEFA a la creación de la Superliga Europea, que era como una Champions pero solo para millonarios. Tanta guita había, que ya estaba acordada una inyección millonaria de U$S 4.200 millones por parte de los yankis de la J.P. Morgan, pero Infantino y compañía lo pararon a tiempo.
Ahora bien. Esto de manejar la gran torta del fútbol con manos propias empezó también a pensarse hace mucho tiempo cuando los clubes europeos con billetera grande –incluso también los de billeteras mediocres- empezaron a llevarse de este extremo del mundo a las estrellas, a los que no llegaron a ser estrellas pero por ahí quien te dice, y hasta a los pibitos que algún día podían llegar a ser estrellas.
Y, como de este lado, la malaria es una hermana que duerme en la cama de al lado, de golpe y sin saberlo fuimos aceptando que nuestro lugar era solo el de productor de talentos y, de a poquito hasta el hoy, fuimos dejándonos presionar con el solo objetivo de seguir perteneciendo. Hoy ya casi ni nos animamos a competir con ellos de igual a igual. Y les vamos entregando derechos como para que al menos nos sigan teniendo en cuenta.
Ya Valdano lo dejó muy claro. Allá por el 2018, cuando estaba a punto de producirse la extraña final entre Boca y River, pero en el Bernabeu de España, recordábamos en Canal Abierto aquella amarga reflexión del atacante de la selección campeona del mundo, en ocasión de protagonizar una especie de rebelión de los jugadores durante el torneo de Méjico.
Decíamos aquella vez:
El siempre interesante Jorge Valdano reflexionaba hace un tiempo sobre aquel conflicto desatado en medio del Mundial ’86 entre jugadores y dirigentes de la FIFA por el horario ‘inhumano’ de los partidos. El sol abrasador de Méjico había llevado a un nutrido grupo de futbolistas, con Maradona y el propio Valdano a la cabeza, a rebelarse por aquellas decisiones. La respuesta de Joao Havelange y Cía. fue durísima y a punto estuvieron de sancionar a los rebeldes hasta, según se dijo en su momento, con la expulsión del certamen. ¿Entienden no? Sin el Diego en el partido con los ingleses.
“Nosotros no comprendíamos el por qué de tanto enfado –recordaba Jorge ya en este siglo-. Mientras nosotros actuábamos, hasta con ingenuidad, defendiendo cuestiones humanas y de principios y hablando en nombre del juego, Havelange defendía el negocio. Hoy debemos entender que el hombre apenas nos estaba alertando sobre lo que se venía”.
Y todo aquello se vino nomás, y durante las décadas del ’90 y la primera de este siglo lo único que fue ocurriendo fue verificar paso a paso que el destino de la pelota ya no contempla los intereses de todos los actores por igual, sino que se decide siempre –aunque sea a los tirones como esta vez- de acuerdo a los intereses de los dueños de la guita. Que viven en Europa, y en algunos otros pocos lugares del mundo, y que nos fueron llevando lenta pero sostenidamente a ceder un poquito cada día. ¿Cómo? A veces aceptando que un jugador se te vaya por menos plata de la debida porque sino se te planta y te desafía hasta que te quiebra. O, como paso por ejemplo en aquel Superclásico del 2018 que, como nosotros siempre somos un desastre, se termina definiendo una final de Libertadores en el continente de ellos. O como está por pasar en poco tiempo en que, seguro y lo firmamos ya mismo, se va a terminar modificando la forma de disputa de las eliminatorias sudamericana para que los tipos sufran menos cada vez que les rogás que te presten un ratito un jugador tuyo, pero que es de ellos porque le pagan el sueldo.
Sobre este último ejemplo solo basta agregar que ya en las últimas horas la Conmebol pensó en la posibilidad de modificar el actual formato, que rige desde 1998, de que las selecciones del continente se enfrenten todas contra todas y a dos ruedas para decidir los clasificados a cada Mundial.
En ese sentido, se chamuya que una variante para ‘pedirles’ menos cantidad de veces a los jugadores que ellos pagan, sería la de retornar al viejo sistema de zonas de cuatro equipos, que se utilizaba en décadas anteriores y que apenas ocupaba un mes cada cuatro años del calendario mundialista.
Otra entrega de derechos, ¿y van?
El temido “virus FIFA”. Cuesta encontrar el punto de partida de este formato cada vez más desigual. Un dato concreto de inicio de la batalla final de los europeos puede encontrarse allá por el 2010, con un hecho más que curioso.
El periodista David Page, pluma de varios medios españoles, relató lo siguiente bajo el título “¿Quién paga si mi jugador se lesiona?”:
“Las dudas sobre la seguridad que Angola podía garantizar como país anfitrión de la Copa de África de fútbol quedaron disipadas de forma trágica antes del inicio del torneo. Un grupo separatista angoleño ametralló el autobús de la selección de Togo, dejando tres muertos y nueve heridos. La noticia conmocionó el mundo del fútbol…, pero apenas unos días. El campeonato se disputa con normalidad, más allá de la comprensible retirada de Togo de la competición”.
El artículo recuerda que el retaceo para ceder jugadores ya venía siendo recurrente desde antes, pero que la UEFA y la FIFA lo habían frenado con euros: ‘Las fricciones entre los clubes y las federaciones nacionales han sido continuas en los últimos años con independencia de la latitud. Los equipos –los que pagan al jugador y los que sufren su ausencia- han empezado a recibir compensaciones económicas por la participación de sus jugadores. Sin embargo, sigue sin llegarse a un acuerdo. Es el temido virus FIFA’.
Hoy ya se afirma en Europa que las compensaciones no alcanzan y se exigen medidas más de fondo. Un portal inglés asegura que ‘las compensaciones no son suficientes para acabar con la polémica y el cambio empieza a urgir en el seno de FIFA. El público sigue enganchado con sus selecciones y las fases de clasificación para los grandes torneos tienen que celebrarse. La pregunta es si es necesario hacerlo durante la temporada’.
Valdano nos los anticipó y alguna que otra voz lo fue reflejando en el tiempo, hasta con propuestas alocadas que no terminaron de plasmarse: Sobre comienzos de este siglo, hubo un tano que, en reunión de altos mandos de UEFA, tiró como al pasar su sugerencia: “Si al final las grandes estrellas se desarrollan y triunfan en nuestros torneos, y nosotros las pagamos, habría que ir pensando que las selecciones deberían conformarse con los jugadores que actúan en cada país”.
¿Se imaginan? El Diego con la de Italia, Messi con la roja española y, ¿nosotros?, otra que el Chapulín para defendernos.
Apenas rogando que nos salve el 5 de Patronato y el 9 de Arsenal.
Foto principal: Nicolás Otamendi, Rodrigo de Paul y Alejandro “Papu” Gómez llegando a Venezuela.