Redacción Canal Abierto | El 2 de octubre, integrantes de la comunidad educativa de 30 escuelas de la Ciudad de Buenos Aires participaron de una jornada de construcción colaborativa de medidores de dióxido de carbono (CO2) para ser usadas en las aulas. La actividad se desarrolló en el patio del Colegio Mariano Acosta bajo la guía de docentes y estudiantes del profesorado de esa institución, así como de escuelas técnicas.
Esta jornada fue la culminación de un trabajo enorme de preparación. “En febrero empezamos a buscar información. Luego conformamos la red de cooperadoras donde comenzamos a trabajar el tema de los medidores con otras escuelas. Es un movimiento que impulsamos desde las cooperadoras escolares. Hicimos toda una gestión para la compra de componentes que implicó importación, y eso en pandemia tardó bastante. Es un trabajo inmenso que desde las posibilidades de una cooperadora lleva más tiempo, por ejemplo al hacer colectas en las escuelas con las familias para conseguir la plata. Fueron muchos pasos previos”, contó Luz Pearson, de la Cooperadora de la Escuela Mariano Acosta.
Como primera medida, hicieron una solicitada al gobierno de la Ciudad a la que adhirieron escuelas y agrupaciones de educación, la cual nunca fue respondida. Luego elevaron una carta firmada por los legisladores de la Comisión de Educación de la Legislatura Porteña. Científicos, docentes, figuras públicas de la política también firmaron. Esto tampoco fue respondido. “Sólo obtuvimos la respuesta automática del mail. Y cada vez que se preguntó directamente al gobierno de la Ciudad dijeron que no iban a entregar medidores. Lo que pedíamos nosotros es que los sumaran como protocolo de la presencialidad, como los termómetros, que de hecho los medidores son mucho más baratos”, explicó Pearson a Canal Abierto.
Teniendo en cuenta que hace dos años que las cooperadoras no recibían cuotas, no tenían plata para comprar los medidores. “Cada una fue rascando de donde podía para conseguir plata. Como en mayo provincia de Buenos Aires los compró, aparecieron un montón de proveedores, pero están en $25.000 y para arriba. Entonces nos pareció interesante seguir la propuesta del físico Jorge Aliaga de usar hardware y software libre, usar Arduino. Logramos armar un kit de componentes a $8.100 bajando mucho el costo. Lo hicimos mediante una empresa que nos hizo toda la gestión de importación casi a precio de costo”, agregó la integrante de la red de cooperadoras.
Esta fue una jornada única, y hoy lo que hacen es brindar información a quienes lo quieran replicar con el material y las entrevistas a especialistas que fueron recabando en todo el proceso. Hicieron también tutoriales de cómo se construyen los medidores que están disponibles en YouTube.
Después de la tormenta…
Hoy, con el pico de casos en descenso, la situación es muy distinta para pensar la presencialidad en las aulas. Al respecto, Pearson dijo: “En este momento de alivio nos parece que estaría bueno que hubiese una decisión política de prepararnos para una posible situación. Porque cuando nos agarró estábamos en emergencia y fue difícil gestionar ahí. Ahora estamos listos para la que venga, ya tenemos la información y el circuito armado. Obviamente, al pasar el pico, no es tan prioritario. Pero nosotros lo empezamos a pensar en febrero cuando nos preguntábamos cómo hacer para que los chicos vuelvan al aula. Hoy estamos más tranquilos y por suerte tenemos un Estado que está haciendo una campaña de vacunación buenísima”.
La situación de las escuelas
En el Mariano Acosta, como en otras escuelas, hay espacios que no se pueden habilitar con tranquilidad porque no tienen muy buena ventilación. Así, hay muchos establecimientos más de la Ciudad con espacios clausurados.
“En otros lugares se usan estos medidores para evitar cualquier tipo de enfermedad, porque hay muchas que se contagian por aerosoles como la gripe común, el sarampión. Si se mide y se cuida el dióxido de carbono estamos ganando un nuevo conocimiento sobre cómo cuidar el espacio del aula. Aprender sobre eso es una buena que nos dejó la pandemia”, señaló Pearson.
Y agregó: “La situación es desesperante. El estado de las personas que trabajamos voluntariamente, madres y padres que trabajamos en las cooperadoras es hace muchos años muy angustiante. Se sufre bastante porque ves que las escuelas se vienen abajo y es todo muy difícil. Las gestiones de mantenimiento son un papeleo imposible, y ni hablar si sumamos a los comedores infantiles. Está en un estado complejo la escuela pública en la Ciudad de Buenos Aires. Lo que hacemos las cooperadoras es cubrir los baches que deja el Estado, no debería ser así, podríamos estar para más, para impulsar proyectos pedagógicos, para juntar fondos para que esté mejor la educación y no estar tapando huecos, comprando lavandina cuando no hay”.
Hay escuelas que están peor porque las cooperadoras tienen fondos en función de la cuota que pueda pagar la comunidad y hay comunas donde hay muchísimos menos recursos por lo que la diferencia entre las escuelas es muy grande. “No debería ser así. Tendrían que tener todas las mismas condiciones y que sean buenas”, remarcó la referente del Mariano Acosta.
Unión en la adversidad
“Sacándole cosas buenas a la pandemia, los medidores lograron que algo que era muy angustiante y desesperante se convierta en un hecho muy creativo y una construcción colectiva muy fuerte. Fue un hecho inédito. No pasa nunca que se junten tantas escuelas para generar algo así. Fue un momento de aprendizaje y sentir la potencia de hacer algo colectivamente. Esa es la buena noticia que queremos comunicar. Frente a una adversidad tan grande se generó una sinergia de voluntades maravillosa”, finalizó Pearson.