Redacción Canal Abierto | “A mí no me gusta decir que un gobierno comunica mal o bien porque eso presupone que hay un estándar. No hay una ‘buena comunicación’, es una ilusión. Lo que uno tiene que mirar son sus efectos, que son efectos de lectura, ecos. Y al Gobierno muchas veces le pasa que los efectos de las intervenciones, de las apariciones por ejemplo de (el presidente) Alberto (Fernández), no son los esperados”.
El análisis precedente es de Sol Montero, doctora en Filosofía y Letras, socióloga, investigadora del CONICET y especialista en desglosar el discurso político, que define como “por definición opaco, de disputas, conflictivo”.
Con esa lectura y tras una derrota sorpresiva en las PASO, el Frente de Todos reconoció que debía cambiar el mensaje, o los modos, o la estrategia, o todo. Así, incorporó la consultoría del español Antonio Gutiérrez Rubí, a la ex periodista y reciente diputada Gabriela Cerruti como portavoz de la Presidencia, y un nuevo lema hipersintético: “Sí”.
“Después de la carta de (la vicepresidenta) Cristina (Fernández) hubo un quiebre en el Gobierno. En la estrategia comunicacional y en la estrategia política. La llegada de (Juan) Manzur, el cambio de Gabinete, y la decisión de correr un poco a Alberto de la campaña y ponerlo más en el territorio. Pareció que había una interpretación de que el Gobierno tiene que escuchar y mostrarse escuchando –asegura, en diálogo con Canal Abierto–. La campaña después de las PASO dio un giro muy importante. El Gobierno aceptó el asesoramiento de un gurú de la comunicación política, que estuvo orientado a simplificar el mensaje, ponerle un contenido más optimista, y salir de ese primer mensaje que era ‘La vida que queremos’, que evidentemente no funcionó y que fue ambiguo, porque daba lugar a la pregunta ¿qué vida queremos? ¿A dónde queremos volver?”.
Luego agrega: “Este giro en la campaña hacia el ‘Sí’, y el ‘no’, que puede parecer un poco ingenuo, es un acierto porque muestra que, en definitiva, están en juego dos modelos de país. Es decir: ‘no somos lo mismo. Los adversarios no se preocupan por la industria, por la salud pública, nosotros sí’. Es una campaña mucho más adversativa que muestra modelos ideológicos. Parece que simplifica el debate pero en el fondo vuelve a introducirlo”.
¿Quién está hablando de lo importante?
Lejos de los grandes debates y los programas, con una dificultosa salida de la pandemia que limitó las manifestaciones multitudinarias y una economía en crisis, la campaña de este 2021, tanto de la oposición como del oficialismo, es para la especialista “discursivamente pobre”.
“Yo creo que estamos en un momento de empobrecimiento del debate público. A pesar de que hay múltiples espacios donde circula la palabra pública y de que hay una ampliación del espacio en las redes sociales en particular, el debate político en sí mismo, que respondería a las preguntas ¿hacia dónde vamos?, ¿quiénes somos?, ¿quiénes queremos ser?, está cada vez menos presente”, sostiene Montero.
Lo curioso, a su mirada, es que pese a que la propia vicepresidenta instó a discutir posicionamientos clave como la propuesta de cada espacio en relación al acuerdo con el FMI, esta profundización del debate no provino del Frente de Todos.
“Algo para prestar atención es que los debates de fondo los está trayendo la derecha. Ahí hay algo que es preocupante. Esta semana se conoció la plataforma de (José Luis) Espert, donde se nota que hay una derechización tremenda sobre la pobreza, sobre las mujeres. O uno lo escucha a (Javier) Milei y tiene una postura muy clara. Son los únicos que están trayendo preguntas y propuestas concretas acerca de qué hacer con la economía, con las cuestiones sociales, etc. –analiza Montero–. Por un lado corren el eje de lo decible, de lo pensable, porque uno tendería a creer que en este momento histórico hay cosas que ya están ganadas y sin embargo no es así. Pero por otro lado diluyen la potencia de los discursos de la centroderecha, porque uno escucha a Espert y después el macrismo parece moderado. Con lo cual todo se derechiza y eso me parece que es un problema”.
Sin embargo, la línea discursiva de Juntos por el Cambio –o su marca bonaerense, Juntos– se mantuvo, para la especialista, inalterable desde 2015: “siempre es antiperonismo y antipopulismo, siempre son muy adversativos”.
Por su parte, en el discurso del oficialismo hay un gran ausente, que fue el protagonista de las campañas con las que el kirchnerismo cosechó más votos: lo colectivo.
“En la campaña lo colectivo está apareciendo poco, lo que puede tener que ver con cierto declive del gran espacio del peronismo como lo conocíamos. Hay algo de eso que se viene manifestando en las encuestas, que se vio en las elecciones. El declive de la mística, la épica peronista, que llegó a su apogeo con las plazas de Cristina y el Bicentenario. Los que la vivieron ya son más grandes, dos años de pandemia mediante y una falta de participación y de cultura política hace que la juventud no tenga esa misma mística”, advierte Montero.
Con las encuestas en contra y un clima social que denuncia la desaprobación de los propios, el Gobierno se enfrente esta 14 de noviembre a una encuesta social que juzgará la mitad de su mandato. Lo que ocurra de allí en adelante dependerá, en parte, del resultado de las urnas.
Entrevistadora: Gladys Stagno