Por Gladys Stagno | Vive en Villa Fiorito, Lomas de Zamora. A los 13 años empezó a cartonear y tiempo después descubrió que organizarse en el barrio también es hacer política. Así se descubrió militante y feminista, y como referente del Frente Patria Grande y trabajadora de la economía popular en el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) ocupó el puesto 26 en la lista de diputados en 2019. En diciembre, luego de un acuerdo al interior del Frente de Todos y un corrimiento, Natalia Zaracho asumirá su banca como diputada nacional por la provincia de Buenos Aires por un período de dos años y espera que ese hecho “contagie” la participación política en los barrios.
“Yo vengo de la organización social”, asegura ni bien se le pregunta por su historia. Y continúa: “Me organicé en lo que fue la rama cartonera, en la primera cooperativa que fundó el MTE durante la crisis de 2001, la Cooperativa Amanecer, que hoy tiene más de 4.000 afiliados. Empecé a militar ahí. Bah, a trabajar porque no lo veía como militancia, era algo para sobrevivir”.
¿Cuándo lo empezaste a vivir como militancia?
–Fui mamá muy chica y era muy ama de casa: iba a trabajar, venía, me quedaba en casa. Así empecé a ayudar en un comedor que hacía mi vieja al que iba los sábados, sin darle el nombre de militancia: iba a dar una mano. Yo pensaba que los militantes eran los que venían de otro lado. Siempre tuve una personalidad muy peleadora, decía: “estos pies vienen acá un rato, pero después vuelven a su casa y siguen gozando de sus privilegios”. Después mi vieja conoció a un grupo de pibes del Frente Patria Grande que iban a dar apoyo escolar. Eso me enseñó a poder pensar y discutir que todo lo que nosotros pasábamos en el barrio no era natural, era consecuencia de una decisión política, y a ver que cuando hablábamos de las crisis (sanitaria, económica, ambiental) quienes las sufrían eran los más pobres.
Al poco tiempo me invitaron a una Diplomatura de la Economía Popular y al final fuimos al sur en una especie de viaje de egresados. Yo estaba con el libro de Juan (Grabois) y le pedí que me lo firme. Me puso: “Que se fortalezca la lucha de los pobres de nuestra tierra”. Me vine cambiada totalmente. Esa formación me permitió pensarme como militante y poder pensar en la importancia de la organización comunitaria.
¿Y cómo llegaste al feminismo?
–En ese mismo año participé también del Encuentro Nacional de Mujeres que se había hecho en Mar de Plata y yo estuve todo el camino pensando “para qué mierda vine”. Era irme de mi casa tres días, dejar a mis hijos, mi mamá me decía “para qué vas a ir”, yo me sentía “mala madre”. Pero cuando fui me cambió totalmente el pensamiento, encontré muchas luchas parecidas a la mía, fue darle nombre a lo que nosotros veníamos haciendo. Por eso yo hoy discuto desde feminismo popular. Ahí me empecé a comprometer, a participar de las instituciones y me empezó a interesar más la política.
¿Te imaginabas como diputada?
–En 2019 me tocó ser parte de la lista y yo ni lo pensaba. Hoy ser una referente del Frente Patria Grande tiene que ver justamente con esta construcción y con recuperar la política que estaba y está muy mal vista. Generalizan que todos son lo mismo y que la política partidaria es mala sirve para que no participemos y para que la política la terminen discutiendo otros por nosotros. Después tenemos las consecuencias que tenemos. Pero nunca me imaginé que iba a terminar en el Congreso, la verdad que no.
¿Están representados los sectores populares en la política?
–La política tradicional es muy mezquina. Yo creo que el resultado de las PASO fue por eso, por no tener los pies en la tierra. Si hay un 40% de pobres tiene que haber más representación de esos sectores. A veces el Gobierno está muy armado por pibes que estudiaron en los mejores colegios, pero necesitamos políticas públicas que lleguen donde tienen que llegar y creo que es desde los movimientos sociales populares y desde la comunidad organizada que tiene que salir eso. Esta pandemia lo que mostró fue que el Estado llegó porque nosotros estamos organizados. Tenemos a todos los compañeros y compañeras de los barrios populares vacunados porque nosotros militamos toda la campaña: anotarlos, ir a buscarlos para que se vacunen porque no tenían un mail, porque no tenían acceso a un celular o por la mala información.
Hoy estamos dando la discusión de que no alcanza solamente con la vacuna: necesitamos políticas que contengan a nuestros sectores que no pueden aguantar más, necesitamos que los compañeros mínimamente tengan garantizada la canasta básica. Y estas transformaciones se van a dar si tocamos intereses y eso tiene que ser claro.
¿Cuál es la agenda que falta?
–Tenemos un montón de cosas para trabajar. Queremos acompañar la Ley de Envases, que es muy importante para nuestra patria cartonera. En estos 20 años que estuvimos organizándonos armamos un proyecto que apunta a reivindicar el trabajo de los compañeros y también sirve para pensar qué pasa con los que ponen los productos en el mercado y nos marcan los precios. Coca-Cola te mete los envases, nosotros los recuperamos. Vamos a pelear por un sistema de reciclado con inclusión social que maneje el Estado. Eso no sólo promovería el cuidado del medio ambiente, sino que mejoraría el laburo y sus condiciones: con planta, con ropa, con obra social, para los trabajadores y trabajadoras de las cooperativas cartoneras. Sería un impuesto muy mínimo, todavía se está discutiendo el porcentaje, pero no se trata solamente de cobrar un impuesto para que se hagan cargo de los envases, sino también de impulsar que generen mejores envases, menos contaminantes.
Estamos discutiendo también un salario básico universal. Hay un porcentaje de la sociedad que está contemplada de los 18 años para abajo en la AUH, de los 75 años para arriba en la jubilación, pero esa brecha que queda y está en edad laboral en algo trabaja: la mayoría en la economía popular, no organizada, que no tiene un ingreso fijo. Nosotros estamos planteando un salario básico universal que contenga a toda esa población que hoy no tiene un ingreso. También impulsamos la agenda de Tierra, Techo y Trabajo, la de desarrollo humano integral. Son propuestas que vienen de los sectores populares y que nosotros tratamos de poner en agenda y de dar las discusiones.
¿Cómo ves la propuesta presidencial de convertir los planes sociales en empleo formal?
–Los planes sociales ya los convertimos en trabajo hace rato, nos inventamos nuestro propio trabajo. Necesitamos que no solamente la sociedad entienda sino que lo entienda la política: somos trabajadores de la economía popular y necesitamos un Estado que acompañe todo este proceso con herramientas. Hoy en todo el mundo se está excluyendo a los trabajadores del mercado formal laboral. Nosotros somos una emergente, somos los excluidos del siglo XXI. No necesitamos que lo conviertan en trabajo: ya lo convertimos nosotros.
Hay una creencia profunda en el imaginario social de que los planes no piden una contraprestación…
–Eso es generalizar algunas situaciones particulares, pero nosotros podemos mostrar, y de hecho lo mostramos todo el tiempo, las cooperativas de reciclado, las textiles, los que trabajan la tierra, los vendedores ambulantes que están organizados. Los que cobran el salario social reciben $15.000 aparte de lo que producen, y eso hace que lleguen a un salario mínimo. No necesitamos “platita”, necesitamos que nos reconozcan nuestro trabajo con derechos, y eso es una discusión hacia la política en general y hacia la sociedad. Hay otros problemas más grandes, nos hacen discutir esto cuando en realidad lo que tenemos que discutir es a dónde va la riqueza de nuestro país y cómo está distribuida. El problema no son estos compañeros que están organizados, sino los compañeros que no están organizados y no tienen un mango.
En el anuncio que salió grabado el domingo el Presidente habló de que ahora empieza una segunda etapa del Gobierno, ¿qué esperás de esa segunda etapa que además te va a tener como diputada?
–Que estos dos años que quedan de gobierno se profundice la agenda y los intereses de las mayorías que fuimos las que votamos al Frente de Todos. Hoy no podemos hablar de una victoria, pero achicamos un montón y eso claramente fue un voto de confianza y fue muy importante la militancia. Nosotros no tenemos posibilidad de que vuelva la derecha, y te estoy hablando como una piba que vive en un barrio donde todavía faltan un montón de cosas. No podemos permitirnos esa posibilidad porque no tenemos las condiciones para aguantar cuatro años más del macrismo.
Tenemos que entender que no somos un espacio electoral, sino que somos un espacio de gobierno y que tenemos que salir, justamente, a gobernar. Tenemos que empezar a discutir el contrato electoral de 2019 que fue a empezar por los últimos, a trabajar fuertemente para cambiar la situación de los compañeros y compañeras que la están pasando mal y eso tiene que ver con cómo se va a negociar la deuda del FMI y con cuál va a ser la agenda.
Ahora que estás por asumir como diputada, ¿qué piensa ahora tu familia de tu militancia?
–(Se ríe) Me bancan mucho pero no caen todavía. Mi viejo, mi vieja y mis hermanas son re militantes pero les resulta muy rara la situación. Para las compañeras del barrio también: va a ser un antes y un después, es la posibilidad de que entiendan que podemos estar. Creo que esa banca va a representar no solamente los intereses que nosotros defendemos, sino que también va a contagiar a muchas y muchos para que quieran empezar a participar y que se comprometan en recuperar la política como una herramienta de transformación en lo concreto. Ver a una de las tuyas ahí es saber que esa banca va a ser de todos. Me cuesta todavía pensarlo en lo personal, esa banca es un lugar colectivo.