Redacción Canal Abierto | “Ésta no es una elección legislativa más, ésta es la elección legislativa: es mucho más grande de lo que nosotros imaginábamos. Para nosotros la elección legislativa era un freno, un basta: eso ya pasó el 12 de septiembre. Ahora la oportunidad es frenar el quórum en ambas Cámaras y tener la presidencia de la Cámara de Diputados”, sostenía María Eugenia Vidal, referente de Juntos por el Cambio y flamante diputada, en un encuentro partidario previo al 14.
Sin embargo, las cosas no sucedieron del todo así. Si bien el Frente de Todos perdió el quórum en las dos Cámaras, la derrota estrepitosa no ocurrió y la celebración de “la paliza” resultó prematura.
Con ese escenario, la disputa por el triunfo hegemonizó el debate durante el lunes. El festejo genuino en el búnker del Frente de Todos empañó la alegría en el liderado por Horacio Rodríguez Larreta, cuyos protagonistas se afanaron por establecer que habían ganado y que el Gobierno debía reconocer la derrota, aunque el ánimo de la militancia de ambos espacios dijese lo contrario.
“Hubo una expectativa mayor en la Ciudad, en el resto del país el festejo fue absoluto”, sostuvo Patricia Bullrich, presidenta del PRO, en diálogo con Radio La Red. Allí admitió que en el distrito porteño el macrismo pretendía obtener más del 50% de los votos, pero tuvo que conformarse con el 47,01%, menos que en las PASO.
En efecto, a manos de La libertad avanza, el espacio liderado por Javier Milei, Juntos por el Cambio perdió 204.842 votos en la Ciudad de Buenos Aires desde 2019. Y no obtenía tan pocos votos desde 2013.
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El techo del anti
Esta caída sirvió para que los sectores que le responden a Mauricio Macri –el convidado de piedra en el comando de campaña opositor– tuviesen argumentos para vapulear a quienes impulsan la candidatura de Larreta en 2023. En otras palabras: el triunfo con sabor a poco generó más enojo que entusiasmo, y rencillas internas en búsqueda de los responsables.
“Fue un error hablar de cosas como la presidencia de la Cámara, de los diputados que íbamos a tener antes de la elección. No fue una buena idea. En el campo se dice que no hay que contar los terneros antes de la parición –reflexionó Rogelio Frigerio, exministro del Interior y diputado por Entre Ríos, en diálogo con Radio con Vos–. Lo que la gente está esperando de la clase dirigente es que nos ocupemos de los problemas que le quitan el sueño, cosa que hace rato no pasa porque los temas que se discuten en la política no son los temas que tienen que ver con las preocupaciones de la gente, llegar a fin de mes, cómo conseguir un trabajo, la educación, la seguridad”.
El planteo de Frigerio se da tras una campaña donde Juntos por el Cambio puso el eje, una vez más, en su discurso “anti”. Lejos de acercar propuestas y dar una discusión programática, la fuerza opositora insistió con definirse por su antagonista. Y denostar al Frente de Todos –en especial a la vicepresidenta Cristina Fernández– fue la gastada fórmula que empieza a desgastar al espacio.
En Diputados, la ex Alianza Cambiemos salió hecha: conservó las 116 bancas que tenía -lejos de sumar varias bancas como imaginó-, y quedó por debajo el peronismo que retuvo 118 pese a haber perdido dos escaños. En el Senado, sumó cinco bancas (31), pero el Frente de Todos conservó la mayoría (35).
En lo que respecta al resto del país, en Mendoza, otro de los distritos donde la coalición opositora es oficialismo, obtuvieron casi 100 mil votos menos que en 2019. Y tanto en Jujuy como en Corrientes, provincias en las que hicieron una mejor elección que la pasada, Juntos por el Cambio necesitó abandonar su nombre por nuevas marcas (más locales) para despegarse de una que, al parecer, tocó su techo.