Por Carlos Saglul | Llegó la hora de firmar el acuerdo con el FMI y en la Argentina parece que por lo memos en la dirigencia política se terminó la grieta. Tiene amplio consenso la idea de que cualquier intento de discutir el orden colonial que desangra al país desde hace décadas es imposible. Esta coyuntura y la reedición del libro de Daniel Sorín, John William Cooke, la mano izquierda de Perón pareció una buena oportunidad para dialogar sobre la vigencia de las ideas de quien sintetizó “el pensamiento nacional y el clasismo obrero”, siempre en la vereda opuesta al sistema colonial y sus sirvientes locales, más o menos encubiertos. También hablamos con el autor de La última carta y El hombre que engañó a Perón, sobre su editorial Al fondo a la derecha, una apuesta militante a favor de la lectura y el pensamiento crítico.
La mayoría de la clase política naturalizó el cogobierno del FMI, que es, cómo sabemos, el Departamento de Colonias de los Estados Unidos. ¿Esto habla de la pérdida de vigencia del pensamiento de Cooke o todo lo contrario?
-Hace décadas que la dirigencia política, salvo contadas excepciones, está lejos de un pensamiento antiimperialista. No es que todos sean iguales, pero nadie quiere atacar el problema básico del país: el status de semicolonia del capital concentrado.
Las voces decisivas en la política argentina están de acuerdo con el status semicolonial del país. Usurpan una tradición que les impide decirlo abiertamente pero están muy cómodos viviendo en este sistema. Para simular pueden hablar de una relación de fuerzas que no permite otra cosa, o decir que no están dadas las condiciones para ser plenamente soberanos. Son todas excusas.
Cooke decía que el burócrata político es el falso enemigo del enemigo. Yo no tengo la más mínima confianza en el Justicialismo, que es un partido más del sistema colonial.
Hay un momento en que Cooke hace notar que la Comunidad Organizada no podrá abolir la lucha de clases ¿Llega a pensar que el primer peronismo cayó, entre otras cosas, por su burocratización y la incapacidad de dar una batalla definitiva contra la clase dominante?
-El primer peronismo no cae por los burócratas adulones, sino porque el frente que lo había respaldado en el 45 se había roto. Movimiento que ideológicamente representaba a la burguesía nacional nunca tuvo el apoyo decidido de ella y, a partir de 1953, esa burguesía nacional prefiere un acuerdo con Estados Unidos. Además, ambicionaba sacarse de encima al indeseable socio político que le imponía el peronismo, la clase obrera.
Trabajadores y burguesía nacional querían dos cosas incompatibles entre sí: mercado interno y salarios baratos. Por estas dos razones hay cambios de bando.
Por su parte, la oligarquía agropecuaria —recordemos que el peronismo fue refractario a una reforma agraria y había dejado su poder intacto— movió sus contactos políticos en la Armada, el Ejército y la Iglesia católica. Definitivamente el frente del 45 se había roto, solamente quedaba la clase obrera, pero Perón —que había hecho disolver al partido Laborista en 1946— prefirió no movilizarla.
¿La burocracia que tanto detestaba a Cooke queda dueña del partido y actúa en consecuencia?
-El Partido Justicialista actual es al de 1946 lo que un bailarín del Ballet Bolshoi es a mí. Y debo aclarar que soy rengo. El Partido Justicialista es un partido del sistema capitalista semicolonial. Más aún: es una pieza clave de ese sistema.
Playa Girón es importante para el “Gordo”, ¿es antojadizo decir que allí confirma que el poder verdadero reside en el pueblo más que en caudillos circunstanciales que lo interpretan y eso precisamente hace que una isla pequeña pueda enfrentar a un Imperio como Estados Unidos?
-La idea que el poder reside en el pueblo, ya por acción, ya por omisión, es una idea maoísta. Y yo la comparto. Ahora, Cuba se dio en ciertas condiciones. Suele decirse que Cooke se hizo marxista en Cuba, pero algunos pensamos que el marxismo cookeano, que no es cualquier marxismo, ciertamente, es anterior. Quizá nació en algún momento de la resistencia. En fin, no hay documentos respaldatorios para ninguna de las dos posiciones.
Ahora, el marxismo de John tenía ciertas particularidades. Por ejemplo, precisaba como enemigo principal (en política siempre es el enemigo quien nos define) al imperialismo. O sea que su marxismo era opuesto e irreconciliable con el Partido Comunista de la Argentina, que había definido en el 45 que la contradicción fundamental de la sociedad argentina era democracia-fascismo. Cooke escribió a pedido del Che un informe para Fidel llamado “Aportes a la crítica del reformismo en la Argentina” (Pasado y Presente Nº 2-3, julio-diciembre de 1973; reeditado por la Biblioteca Nacional) que es una pieza teórica imperdible. Lo recomiendo, especialmente a los compañeros de izquierda.
Estas llevando adelante un emprendimiento editorial, enfocado -te escuché decir- en “una tarea militante” ¿Podes contarnos?
-Cuando llegó Macri la industria editorial se desplomó, yo tenía dos contratos con sendas editoriales para sacar novelas mías. Fue imposible. La pregunta que me hice en medio de una pavorosa angustia fue: ¿para qué escribir si nadie me va a leer? Así que hui hacia adelante.
Como desde hacía tiempo era amante del libro digital (salvo que sea en PDF, ¡odio ese formato!) fundé Al Fondo a la Derecha. En tres años, con el invalorable aporte de Valeria Sorín, Al Fondo ha editado una veintena de textos, todos digitales. Incluyendo cuatro libros para La Poderosa, textos de autores que admiro como Raúl Argemí y Teodoro Boot y, ahora, dos libros sobre Cooke: El hereje de Miguel Mazzeo y La mano izquierda de Perón de mi autoría. Para estos dos textos hemos pedido prestada una gran idea de los artistas populares: ambos títulos salen a la gorra. Cada cual retribuye el trabajo de escritores y editores con lo que puede. Están disponibles en www.alfondoaladerecha.ar
Volviendo a la primera pregunta, y entendiendo que al colonizado lo primero que le roban es la historia. ¿Cómo dar vuelta la taba y hacer que el campo popular pueda encontrar su verdadera historia, ese territorio firme, aquella revolución inconclusa que reclamaba una Patria Justa, Libre y Soberana?
-No sé. Lo único que sé es que los grandes cambios se producen en condiciones excepcionales. Tomo dos ejemplos: la Revolución Rusa y la China. En el primer caso la condición excepcional fue la Gran Guerra; en el segundo la invasión japonesa a China. Décadas antes, tanto el partido de cuadros de Lenin como el de campesinos de Mao hicieron lo único que podían hacer: ganar la confianza de sus pueblos en cada lucha por pequeña que fuese, y aprender de ellos. Porque la vanguardia no llega a ser vanguardia por ninguna expertiz teórica.
El escenario mundial está determinado por el retroceso de la potencia hasta ayer hegemónica, por una concentración de la riqueza como la humanidad nunca vio, por una nueva crisis de superproducción al acecho (que en realidad deberíamos llamar crisis de demanda) y por el sorprendente hecho de que la potencia emergente, China, domina la tecnología (5G) que gobernará las próximas décadas.
Quiero decir que puede pasar cualquier cosa en cualquier momento, será la muerte de los discursos políticos cínicos. El mundo girará hacia el fascismo o hacia las revoluciones populares.