Redacción Canal Abierto | Hace unas semanas, la Mesa Agroalimentaria Argentina inauguró en Avellaneda su nueva carnicería agroecológica con cortes de carne vacuna de calidad a precios populares.
La iniciativa reúne a distintos actores de la cadena productiva: productores de ganado de la Red Nacional de Municipios y Comunidades que Fomentan la Agroecología (RENAMA), el frigorífico recuperado por sus trabajadores “SUBPGA” y los canales de comercialización de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra (UTT).
En diálogo con Canal Abierto, Gustavo De Winne, ingeniero agrónomo y uno de los impulsores de este proyecto, explicó en detalle de qué se trata la producción agroecológica de la carne, la rentabilidad de estas formas más sanas y la necesidad de “re aprender y buscar otros caminos” en estos tiempos que corren.
¿Qué es la agroecología?
-Es una ciencia y práctica, las dos cosas. Es una conjunción entre ciencia y práctica ancestral que se basa en producir de la forma más natural, siguiendo principios ecológicos, cuidando el suelo fundamentalmente y la vida que existe en ese suelo que es maravillosa. De eso se trata, de no considerar el suelo como un recurso ilimitado, si no como un ser vivo donde viven millones de seres y hay una simbiosis entre todo lo que está por arriba de él y la microbiología y microfauna debajo.
Contra pone al modelo del agronegocio vinculado a la utilización de agrotóxicos. En este caso es la carne la que llama la atención. ¿Qué es la carne agroecológica? ¿En qué se diferencia la crianza de las vacas?
-Ahí hay que hacer un par de diferenciaciones. Hoy lo que nos llega a la mayor parte de las carnicerías es carne producida bajo engorde a corral o feedlot. Pero también hay ganadería que produce a pasto, pero sin regenerar el suelo. El quid de la cuestión es la regeneración o restauración de los suelos. Por supuesto que incluye la no utilización de insumos externos como productos de síntesis químicas o fertilizantes químicos.
No es que sea solamente a pasto, donde no hay una necesidad de antiparasitarios –no quiere decir que no se usen- que se usan criteriosamente y no por protocolo. Es decir, no es que lo damos constantemente. Lo mismo pasa con los antibióticos, si hay algún animal enfermo se aparta y se intenta curar, pero no va a faena.
Pero con los sistemas de pastoreo rotativos, intensivos, racionales, se producen equilibrios donde no se originan enfermedades porque no hay hacinamiento, los animales están al aire libre, no hay concentraciones de bosta ni orina que sí se producen en los corrales de feedlot.
Hay premisas de producir a pasto considerando su crecimiento, la regeneración del suelo, y que llegue un producto de calidad al mostrador, sin contaminación.
¿Qué carne consumimos en Argentina?
-La mayoría es de feedlot. Es mucha la cantidad que se consume y nos acostumbramos. Hay gente a la que no le gusta porque dice que tiene gusto a carne de chancho porque se alimenta con grano a un herbívoro para que, en su mayor porcentaje, aumente rápido de kilaje y esté el menor tiempo posible en los corrales. Comen una cantidad de granos apreciable, que normalmente no la consumiría en el pasto.
En general las vacas que crían los terneros están a pasto bajo distintos sistemas, pero el novillo o la vaquillona que va para engorde que es el animal de consumo va en buena parte a feedlot. En general, los frigoríficos buscaron ese tipo de carne por la “terneza” pero tiene otro tipo de grasas en esa constitución que no serían tan saludables.
Ese sistema suena muy similar al de las mega granjas porcinas de las que tanto nos alertaron
-Es parecido, pero aparentemente a la gente no la alerta demasiado. Hay sistemas a pasto que también se consumen, pero esa carne es “castigada” de alguna manera por esa procedencia de pasto. Hay algo que como consumidores se dio vuelta, de comer esas carnes que tenían otro color pasamos a consumir otras que provienen de los feedlot.
¿Juega la uniformidad? Porque parece carne de fábrica
-Depende del tipo de animal que se cría, de los kilajes a los que se llega. Pero lo mismo se puede hacer a pasto, a lo mejor sí con un período no tan rápido pero una vez que está armada la cadena es lo mismo.
¿Es viable esta manera de producir?
Es muy viable y muy rentable. El primer cambio que hay que hacer es cambiar la forma de pensar y pensar la forma de cambiar. Hay que dejar de decir que no se puede producir sin agroquímicos. Está demostrado que se puede. En general, externamente a todo este sistema hay un negacionismo por comodidad, por miedo a cambiar. Entonces el primer cambio tiene que venir de la cabeza. Tenemos que cambiar nosotros como técnicos, los productores también y acompañarnos mutuamente.
Desde la agroecología hay un concepto muy importante que dice que no son solamente técnicas o prácticas productivas si no también el contacto productor, consumidor, comunitario, y que el conocimiento y la práctica circulen. No somos dueños del conocimiento, ni cada uno sabe más o menos. Cada uno tiene la parte de un cuento que tiene que ir enlazándose.
Son necesarios los consensos. En vez de carne barata diría que es más bien carne sana, y lo barato o no implica consensos en la construcción de un precio. En este caso salió muy conforme el productor y también los consumidores, todos ganaron en el medio. Y a medida que se vayan agregando productores a esto –que está el compromiso- esto se puede impulsar. Lo otro es insostenible, y también lo es porque los productos que van para afuera justamente nos están exigiendo que sean libres de químicos.
Entrevistador: Diego Leonoff (@leonoffdiego)