Por Melissa Zenobi | En marzo de 1942, en una Polonia ocupada por los nazis, el campo clandestino de concentración y exterminio Auschwitz funcionaba también como un centro de trabajo esclavo administrado por las fuerzas de seguridad nazi denominadas SS. Allí los “enemigos del Estado” eran obligados a hacer tareas inhumanas en condiciones deplorables a cambio de una supervivencia en condiciones deplorables.
En este marco, Livi, la menor de una familia eslovaca, es convocada “a trabajar para los alemanes”. Viuda desde hace años, y aún sin saber de qué se trataba, su mamá accede a enviar a su hija de 15 años en esta misión a la que acuden señoritas judías de todo el pueblo de Vranovnad Toplou, en Eslovaquia.
El padre de las niñas, antes de morir, les había hecho prometer que siempre estarían juntas y que se protegerían las unas a las otras. Es por eso que Cibi, la mayor de las hermanas, abandona el campamento en el que se preparaba para conquistar “la tierra prometida”, y acompaña a Livi en su misión con los alemanes. Magda, la del medio, es retenida por un médico amigo en el hospital y, en un primer momento, logra evadir el llamado. Dos años más tarde, ella también sería reclutada.
“Las tres hermanas” es una novela de Heather Morris – editada en Argentina por el sello Emecé de Editorial Planeta- también autora de El tatuador de Auschwitz y El viaje de Cilka, ambas historias que describen los alcances del nazismo. Esta nueva novela suma el testimonio de las hermanas Meller, que pese a la angustia y desesperación que recorren sus casi 500 páginas, afortunadamente tiene un final feliz. Las novelas de Morris fueron traducidas a varios idiomas y en pocos años vendieron unos 6 millones de ejemplares en todo el mundo.
“Nadie me había explicado lo que significaba ser mujer y tan joven en Auschwitz”, aseguró Heather Morris en diálogo con medios internacionales: “Allí hombres y mujeres tenían miedos compartidos, pero ellas tenían un miedo a los abusos que ellos no tenían. De todo esto se ha hablado mucho menos”, y tras años de dialogar con sobrevivientes del holocausto asegura: “Cada superviviente del Holocausto me cuenta su memoria y no tiene nada que ver con la del resto”.
El horror en primera persona
“El barbero corta mechones de su cabello castaño y ella ve cómo las ondas caen sobre el creciente montón que tiene a los pies. Acciona una rudimentaria afeitadora y se la pasa por la cabeza, reduciendo su antaño frondosa melena a un mero rastrojo. Después le abre las piernas y dirige la maquina a la entrepierna”, las chicas son obligadas a raparse, y con ello a perder su identidad. También a dormir entre pulgas en colchones sucios, a pasar hambre, frio y miedo.
Una nueva promesa sostiene a estas tres hermanas dentro del campo de concentración y exterminio más grande del mundo: sobrevivir.
La novela de Morris describe en detalles los devenires de estas jóvenes en un ambiente hostil, trabajando a destajo y conteniéndose una a otra, forjando alianzas estratégicas en post de una la supervivencia que cada día se vuelve más difícil: “Se une a cientos de chicas que, al igual que ella, buscan desesperadamente un rostro familiar, Pero ya nadie tiene aspecto familiar. Con ropas idénticas y la cabeza rapada, no queda ya nada que las distinga”.
Esta historia describe la tortura en todas sus dimensiones, no sólo la física, de la que tal vez hay más registro bibliográfico. Cómo los días, los meses y los años comienzan a confundirse entre sí, pierden la cuenta del paso del tiempo: “Un miedo gélido la invade ahora, y se agarra el pecho mientras siente que empieza a desmoronarse. La poca esperanza que tiene de sobrevivir a este lugar sale por la ventanilla abierta ¿Cuánto tiempo tardarán las SS en ir por ella, desnudarla y llevarla a la cámara de gas?”.
Pero además, Las tres hermanas es un relato que muestra la voluntad de vivir de tantos y tantas jóvenes que fueron víctimas de los totalitarismos en todo el mundo.