“Hablar con propiedad es expresarse correctamente y con rigurosidad, usando las palabras adecuadas para no dar pie a confusiones”. (Juan Cabandié)
Estamos metidos en problemas. De toda naturaleza. También podríamos llamarlos contrariedades o, de modo más afable, estamos atravesando una situación embarazosa. Dicho de manera correcta y rigurosa, usando las palabras adecuadas para no dar pie a confusiones: todo es una garcha. Andan mal de la cabeza. Todos. No se les entiende un joraca lo que dicen y mucho menos lo que hacen. Cara de malo por ahí, cara de bueno por allá. Y les importa una verga lo que pasa acá, cerquita, acá, abajo. Son chamuyeros. Todos esos que salen en la tele tienen cara de persona aburrida y a veces abombada. Los de un lado y los del otro. Hasta boca y mirada de mamerto tienen. ¿Qué creen que sabemos o entendemos nosotros de lo que es el puto efemeí? ¿Y por qué mierda tendríamos que darle bola? ¿Qué es un acuerdo? Uno hace acuerdos con amigos, nomás. Ese asunto del acuerdo suena medio a arreglo. Hace años que venimos escuchando hablar de ese efemeí como si hablaran del tipo al que hay que pagarle un alquiler por vivir donde vivimos. Si no lo explican mejor, al final vamos a creer que es así, y, bueno, el alquiler hay que pagarlo, ¿no? Y también esas expensas que te matan.