Por Melissa Zenobi | Tras ser diagnosticado con un extraño síndrome que le paraliza progresivamente todo el cuerpo, el Dr. Sergio Graf debe enfrentarse al sistema de salud siendo paciente. Mientras lucha activamente en su sanación, Sergio escribe cada una de las memorias de un viaje hacia su deterioro corporal, de la pérdida de sus seguridades y la oportunidad de reconciliarse con su familia.
Protagonizada por Héctor Noguera, y con un elenco que incluye a Amparo Noguera, Naldy Hernández, Emilia Noguera, Diego Casanueva, antes de su llegada al 23° BAFICI, la película ya recorrió el mundo a través de los festivales Busan International Film Festival (Corea); Huelva Ibero-American Film Festival (España), y obtuvo premios en Colón de Plata “AudienceAward”; “SanficGoesto Cannes”. En tanto que en chile participó del WIP FemCine 202, de la “Cineteca de Chile”, y de WIP Sanfic 2021.
El pa(de)ciente es una adaptación al cine del libro homónimo de Miguel Kottow, el oftalmólogo y eminencia en el campo de la bioética chileno, quien en primera persona documenta su experiencia tras enfermar del síndrome de Guillaine Barré. Kottow además es docente universitario, y es reconocido en todo el continente latinoamericano por sus aportes a los debates en torno a la eutanasia y el derecho a la muerte digna.
En entrevista con Canal Abierto, su directora, Constanza Fernández, reflexiona sobre los vínculos familiares, la situación de la medicina en un Chile aún convulsionado por el estallido social de 2019, y el rol de las artes en la transformación social: “Eso se espera de las artes, que se adelanten un poco y nos hagan ver los fenómenos, ojalá sin terminar en situaciones de violencia tan dramática como ocurrió en Chile”.
¿Cuáles son las expectativas de mostrar esta película en Argentina, y particularmente en un festival tan importante como es el BAFICI?
-Una no sabe bien qué película hizo hasta que el público empieza a opinar, y el público de los festivales es un público bien especial. Me hizo mucha ilusión que esté en Canes o en Huelva, donde me hizo mucho sentir que el público -que es bien erudito- dialogara con la película y les gustara. Pero faltaba una pata, y haber sido seleccionada por el BAFICI me completó el mono de lo que es la película. Me gustaba que tuviera llegada al público, que fuera algo mainstream, pero quería que tuviera la variación de una película artística. Y que un programador eligiera esta película para el BAFICI, me colmó esta expectativa. Y creo que la película puede dialogar muy bien con el público de acá, porque hay muchas coincidencias con el cine argentino en cuanto al humor, al rol de determinados personajes.
¿Por qué elegiste esta historia para llevar al cine?
-Mi primera película habla de la relación de una madre con una hija. En mi segunda película quería trabajar la relación con el padre. Ese era un tema general de búsqueda. En ese tiempo me encontré con el libro del abuelo de mi hijo -Kottow- que es el testimonio de una enfermedad de la que yo fui testigo también. Aunque desde cierta distancia, yo estuve, fui al hospital al verlo. Y encontré en ese libro una voz super interesante: de experta y víctima al mismo tiempo, de una situación de la que siempre somos víctimas todos sin ser expertos. Entonces pensé que había algo que contar, y que le va a hacer sentido a mucha gente. Se sumó además la relación padre e hija que estaba buscando. Me gustan los relatos de familia. Y el libro no habla mucho de la familia, y en esas partes ciegas vi conflictos, y ahí aporto toda mi mirada en la construcción de esta historia.
¿Trabajaste junto a Miguel Kottow? ¿Cómo fue el vínculo con él y el trabajo?
-Miguel Kottow fue super generoso porque él no cuestionó nada de todo lo que yo podía llegar a hacer con la película. Él me dio los derechos, y hay una situación de familia política que es bastante de compartir con ellos. Entonces le conté que quería hacer la película del libro, pero no es una adaptación al pie de la letra, sino que quería aportar, y además contar mi propia historia sobre la relación padre e hija, y a él esos detalles no le importaron mucho. Solamente me dijo que haga la película como quiera. Entonces lo entrevisté varias veces, sobre todo por cosas que no me terminaban de quedar claras y que necesitaba recrear la realidad, porque el libro es un ensayo. Me interesaba que sea una película desde la expertez, de alguien que contara a ciencia cierta lo que ocurría.
¿Qué es lo que más te conmovió en el desarrollo de este proyecto? ¿Por qué?
-Tuvimos muchas dificultades para realizar la película, más allá de lo presupuestario que siempre ocurre en el cine independiente. El estallido en Chile ocurrió cuando estábamos en etapa de preproducción. La ciudad cerró entera, no se polía circular, y teníamos que montar la película. Además, el hospital donde trabajamos está muy cerca de lo que se llamó la “zona cero” del estallido. Entonces tuvimos muchas situaciones que sobrepasar para que esta película existiera. Trabajar mientras Chile estaba incendiándose, fue muy conmovedor, y además en una película que abarca temas sociales. Fue muy conmovedor además lo que ocurría con mi propio padre, que comenzó a enfermar cuando había empezando el guion, y se iba deteriorando en el propio proceso de desarrollo de la película. También lo fue el tema de la dignidad de la vejez, yo no quería ser condescendiente en este sentido, y todo el trabajo y la búsqueda del actor, Héctor, y de mi propio personaje en la película, fue muy conmovedor.
¿Cómo es el sistema de salud en Chile?
-Un 80% de la población chilena está en un seguro de salud nacional, y con él debería acceder a la medicina pública. Pero de el 70% de las prestaciones que pagan a través de este seguro, es por medio de servicios privados, con fines de lucro. Entonces muchos recursos del estado, que deberían estar destinados a la prestación de medicina pública de calidad, terminan en los bolsillos de la medicina privada. El otro 20% de la población accede a seguros privados, y se mantienen en la medicina enteramente privada, que es donde ocurre mi historia. Es un sistema heredado de la dictadura de Pinochet.
El estallido del 2019 vino a cuestionarlo todo. Más allá de lo que ocurrió luego con la constituyente y las elecciones que pusieron a Boric de presidente ¿Cómo impactó en el desarrollo del cine local?
-Yo creo que el cine, como las otras artes, hace mucho rato estaban dando cuenta de las necesidades que explotaron en el estallido. Mi misma película habla de uno de los miles de temas en que la gente se ha sentido desprotegida y sobrepasada en Chile, y eso fue construido y creado previo al estallido. Eso se espera de las artes, que se adelanten un poco y nos hagan ver los fenómenos, ojalá sin terminar en situaciones de violencia tan dramática. Ahora qué pasó después es super complejo porque hemos entrado en una pandemia, y hasta ahora, nada en cuanto a políticas culturales ha cambiado. Estamos a expectativas de que ocurra pronto. El cine local se siguió haciendo en la medida de lo posible, y yo creo que el cine chileno está alcanzando una madurez que no tenía, con muchos nuevos representantes y un trabajo de escuela que comenzó en los 90, y cuyos creadores han alcanzado cierta madurez.
La película se proyectará hoy miércoles 27, a las 19:30 en Sala Multiplex Monumental Lavalle, Sala 1, en el marco del estreno. También habrá funciones mañana jueves 28, a las 17:50, en el Centro Cultural San Martin 1, y el viernes 29, a las 15: 50 en el Centro Cultural San Martin 1.