Redacción Canal Abierto | Luego de un 2021 de crecimiento, los números de la macroeconomía parecen sonreírnos. El PBI está 1,6% por encima de diciembre de 2015, y el repunte alcanzó para recuperar la actividad perdida en los últimos dos años del gobierno de Mauricio Macri. Pero, aunque la economía produce lo mismo que cuatro años atrás, los salarios son mucho más bajos.
El contexto de crecimiento de la economía (del 7,8%) y reducción de la desocupación no está teniendo un correlato en el ánimo general ni en sus bolsillos. A la pregunta ¿por qué?, la respuesta es tan sencilla como desalentadora: existe un sector que está capturando el excedente, y no son los trabajadores.
Ganancia empresarial: Pérdida salarial + subsidios estatales
En un trabajo reciente del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP) —liderado por el economista y director del Banco Nación, Claudio Lozano—, la comparación de la situación distributiva actual con la previa a la pandemia, a comienzos de 2020, arroja que la masa salarial perdió 5,2 puntos de participación. En dinero significa que, en el contexto de la recuperación de la actividad económica, los trabajadores transfirieron en pesos, 23.589 millones de dólares al cambio oficial.
La fuerza laboral no asalariada informal perdió 3 puntos más de participación en el ingreso generado, una transferencia adicional de 13.650 millones de dólares en el mismo período.
Mientras tanto, “el excedente bruto de explotación concentrado en la cúpula dominante en términos empresariales se expandió en un 11,2 puntos de participación, apropiando 50.357 millones de dólares. Es decir que el excedente creció por encima de lo que la fuerza laboral le transfirió. La razón: el proceso inflacionario le permitió capturar en su favor incluso los subsidios que el Estado expandiera en el período”, relata el informe. En esa etapa, los subsidios públicos contribuyeron a expandir el excedente empresarial en 13.118 millones de dólares adicionales.
Dicho de otra manera, “el excedente empresarial se expandió apropiando el 9,3% del PBI, del cual el 75% del mismo fue transferido por los trabajadores y trabajadoras tanto asalariados como no asalariados, tanto formales como informales. El conjunto de la fuerza laboral perdió en total 8,2 puntos de participación en el ingreso que implica haber transferido un total de 37.239 millones de dólares al excedente capturado por el capital concentrado”, detalla el IPyPP.
Lo que Cambiemos nos dejó
Por su parte, un informe del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE), en su informe de coyuntura de abril, detalló que “los actuales niveles inflacionarios y su evolución, son incompatibles con la recuperación de los ingresos, componente esencial de una dinámica económica de crecimiento con distribución”.
De acuerdo con su análisis, el poder de compra de los salarios privados se encuentra al mismo nivel que en la asunción de Alberto Fernández al frente del Ejecutivo y, “para igualar el nivel de ingresos previo al ajuste de Cambiemos”, deberían “crecer 28%. Hasta ahora, crecieron cero”.
“En el caso del sector público, el camino a recorrer era más largo aún: el salario real tenía que crecer 32% para recuperar lo perdido con Cambiemos”, asegura. Por su parte, los ingresos de los informales, el sector más ajustado, deberían crecer 45%.
En tanto, la partida de jubilaciones en el gasto público se recupera muy lentamente, pero sigue siendo menor a la del último año de Cambiemos.
¿Cómo se sale?
Para los economistas del IPyPP, resolver el problema requiere de una intervención integral sobre el mundo laboral en el marco de una potente estrategia antiinflacionaria.
Entre sus sugerencias se encuentran la de implementar un Ingreso Básico Universal para toda la población que no tiene garantizado un salario o ingreso formal, la eliminación de la sobrejornada laboral para crear nuevos puestos de trabajo (su cálculo es superior a los 800 mil empleos), garantizar el salario mínimo a los 4 millones de trabajadores de la economía popular que los incorpore a una red de economía pública y social, impulsar la reducción de la jornada laboral con mantenimiento del nivel salarial en las principales empresas del país (lo que crearía otros 500 mil puestos de trabajo), y propiciar “un nuevo modelo político sindical acorde a la nueva realidad de los trabajadores/as de la Argentina” que promueva la libertad y democracia sindical.
Ilustración: Marcelo Spotti