Redacción Canal Abierto | La ruta del maíz es el libro en el que la periodista Karina Ocampo recoge experiencias de agricultura sustentable durante sus viajes por el norte de Argentina, Bolivia, Perú y México y refleja las luchas por la producción de alimentos sanos, los derechos de las comunidades y la soberanía alimentaria contra el extractivismo, los monocultivos, los agronegocios y los agrotóxicos.
“La motivación nace por una inquietud personal, mi vínculo con la alimentación, por el lado de lo saludable, de dejar atrás las carnes, de comer más vegetariano y empezar a preguntar por el origen de esos alimentos. Así llegué al libro Mal comidos de Soledad Barruti, después a la Cátedra de Soberanía Alimentaria y ahí conocí un red de personas que me contaron algo que hasta ese momento no conocía que es la realidad de los pueblos fumigados”, cuenta la autora en esta entrevista con Canal Abierto realizada en el stand de ATE en la Feria del Libro.
El texto, agrega la escritora, rescata “las historias de los pueblos que trabajan de una manera diferente a la agroindustria, esos campesinos que trabajan con la agroecología que ni siquiera se plantean otro modelo, porque el vínculo con la tierra y los alimentos es un modelo que resulta”.
La publicación, escrita en forma de crónica y editada por Galerna, incluye un prólogo firmado por el reconocido abogado ambientalista Marcos Filardi, creador del Museo del Hambre.
Sobre los contrastes entre la mega producción industrial y el cultivo tradicional, Ocampo señala que en las comunidades “se suele cultivar para autoconsumo, hay un mercado pequeño, se exporta muy poco a diferencia de las grandes extensiones y el monocultivo, que se usa para exportar, para biocombustibles o la forrajearía”.
“Todas las regiones están amenazadas por el extractivismo, si no es el maíz y el alimento es el mismo territorio con megaminería, proyectos hidroeléctricos. Nuestra cultura está luchando para que eso no suceda, cada vez somos más personas en ese camino”
La descripción del libro advierte que el maíz es el alimento más representativo de la cultura americana. Los pueblos originarios le asignaron un papel fundamental tanto en sus cultivos como en su mitología; en la actualidad, además de ser el ingrediente central de múltiples preparaciones tradicionales, todo el sistema de la alimentación industrial depende de su producción.
La ruta del maíz recorre las historias sobre el origen, el desarrollo y la expansión, recupera las tradiciones ancestrales que defienden la diversidad y aborda el conflicto de los agricultores que lo cultivan de manera nativa frente a la producción agroindustrial, las multinacionales con su venta de transgénicos y agrotóxicos y el extractivismo que se apropia de territorios y semillas.
Sobre lo que se conoce como bancos de semillas, la autora explica: “En general se rechaza el concepto de “banco”, se lo vincula más a instituciones, como ese banco de Noruega que agrupa una cantidad increíble de semillas a las que las comunidades no tienen acceso. Por eso está bueno tener estos albergues o casas de semillas donde depositamos las semillas pero también las hacemos circular, entonces cualquier persona puede participar de eso”.
“La amenaza mayor –continúa- es este impulso que viene desde hace años de la Ley de Semillas que pretende que estén todas inscriptas, que no se puedan circular, que sea necesario comprarla y que exista una ley de derechos intelectuales sobre los diferentes maíces transgénicos”
“Consumimos maíz sin darnos cuenta, pensamos que solo está en el choclo y no, está como endulzante barato en la mayor parte de los alimentos, incluso en alimentos salados, eso no es bueno, es muy económico entonces es un producto que se busca mucho pero no hace bien a la salud, no es nutricional”, alerta Karina Ocampo sobre la producción a escala comercial.
“Lo más importante que me dejó la ruta del maíz fueron las historias, conocer la gente, cada lugar tiene su característica”, concluye.
Entrevista: Juan Alaimes