Redacción Canal Abierto | “Medio siglo, nos estamos poniendo viejos y los compañeros siempre jóvenes, los que fueron masacrados mantienen su presencia juvenil y sus convicciones. Lo que uno trata es ver qué enseñanza nos deja para el presente, la memoria es fundamental para tener un presente y un futuro concreto y lo que uno tendría que resaltar es que esta acción fue exitosa, porque esta dictadura militar de Onganía, Levingston y Lanusse es derrotada en 1973 por la lucha popular”
El que habla es Fernando Vaca Narvaja, exjefe de Montoneros y uno de los seis dirigentes que hace 50 años lograron completar la fuga más ambiciosa y arriesgada de la historia política de nuestro país.
Además, de ellos, al día de hoy es el único sobreviviente ya que todos, absolutamente todos los que participaron o estuvieron vinculados al escape del penal de Rawson en 1972 fueron perseguidos, asesinados o desaparecidos por la dictadura siguiente. Salvo Enrique Gorriarán Merlo, que sobrevivió al terrorismo de Estado que oscureció al país entre 1976 y 1983 pero falleció de causas naturales en 2006.
Con el compromiso de mantener la memoria y la búsqueda de justicia, y una activa militancia actual, Vaca Narvaja es testimonio vivo de uno de los sucesos más importantes de la historia política reciente de Argentina, un parteaguas que modificó la realidad y anticipó lo que comenzaría a suceder en materia de violencia gubernamental: venganza ideológica, matanzas masivas planificadas y crímenes de Estado sin límites.
En esta conversación con Canal Abierto rescata el legado de los 19 combatientes que no lograron abordar el avión y fueron apresados y fusilados a sangre fría una semana después en una base militar patagónica, habla de las posibilidades de reinterpretar políticamente en la actualidad la Fuga de Rawson y la Masacre de Trelew, del rol de la juventud y de lo que representa hoy el espíritu setentista.
“Cuando decidimos enfrentar los procesos militares o la misma fuga no nos pusimos a mirar cómo era la correlación de fuerza, siempre sostuvimos un principio de acción y la correlación se modifica en esa acción. Había mucha convicción y decisión, si vos veías el plan de fuga desde afuera parecía imposible”, señala, tendiendo un puente inevitable hacia las discusiones que atraviesan hoy en día a la realidad nacional.
Además, las próximas actividades conmemorativas y qué significó para familiares y compañeros la sentencia al capitán Roberto Bravo, que fue encontrado culpable de haber participado en el fusilamiento del 22 de agosto de 1972 en un juicio civil en Estados Unidos que finalizó hace pocos días y que podría abrir la puerta para una extradición y un proceso penal por delitos de lesa humanidad.
¿En qué contexto se da la fuga?
– Buscaban una continuidad regiminosa de un sistema oligárquico-militar y judicial en Argentina. La acción de la fuga de alguna manera desenmascara esa propuesta porque además de ser una fuga exitosa de un penal de máxima seguridad, la masacre posterior conmovió a la sociedad argentina y decantó en la militancia de muchos jóvenes que se plantearon un compromiso.
El plan de fuga solo se puede realizar por varios principios. El primero es porque es colectivo. 130 presos, hombres y mujeres, guerrilleros y dirigentes sindicales trabajando conjuntamente en un minucioso plan colectivo, buscando información, teniendo un panorama de movimientos internos y externos.
En segundo lugar porque hubo un respaldo de la población local enorme, no solo apoderados, la población recibía a nuestros familiares. El efecto político que buscaba la dictadura de aislar a la lucha popular se derrumbó a punto tal que después de la fuga reprimen manifestaciones en Trelew, Rawson y en menor medida en Puerto Madryn.
En tercer lugar el efecto sorpresa. Las Fuerzas Armadas tenían un sistema defensivo porque pensaban que íbamos a tomar el penal desde afuera, pero nosotros planificamos esa fuga desde adentro hacia afuera. Y usando lo que normalmente las Fuerzas Armadas hacían en ese momento que eran las inspecciones militares.
Y acá viene otro elemento importante: siempre aparece un hombre del pueblo en las estructuras represivas, en este caso un guardia cárcel, (Carmelo) Facio, que fue torturado, denostado y asesinado posteriormente, que es el que colabora para ingresar un uniforme militar y una pistola. Es el que usé yo, porque había tenido cinco años del Liceo Militar General Paz en Córdoba, así que tenía la instrucción y formación para pasar desapercibido y naturalizar lo que era una inspección militar en la cárcel. Ese efecto sorpresa fue fundamental, porque es el que permitió ir tomando todos los pabellones, la sala guardia, la de armas y la reserva militar.
El respaldo de la población fue fundamental, porque la única manera de dialogar a intercambiar información entre los pabellones, incluidas las compañeras que estaban arriba, era en la sala de visitas o de abogados, así que la dictadura fracasa en todo sentido, la cárcel de máxima seguridad se demuestra que es vulnerable, el intento de aislamiento de las organizaciones políticas, sociales y guerrilleras se rompe porque tiene realmente un respaldo de la población notable, y además el intento de generar divisiones internas se rompe porque es una estructura planificada colectivamente.
El concepto fundamental que hoy deberíamos tomar viendo la situación política de Argentina es el de la unidad. En la represión posterior, en el asesinato de nuestros compañeros nosotros mezclamos sangre, no solo hay una unidad política, ideológica y en la acción, y eso es imposible de disolver.
¿Que representa la reciente condena al fusilador Bravo en Estados Unidos?
– Eso permite, por ahí, la famosa extradición a la que Estados Unidos se niega sistemáticamente. Son muy democráticos siempre en el lenguaje pero no en la práctica.
Cuando se cumplieron los 40 años se hizo el juicio por el asesinato de los compañeros. Hoy, a 50 años logramos hacerle un juicio al último que nos quedaba que era Bravo, y acá quiero destacar la actitud de los familiares, muchas veces solamente reivindican a su familiar por la dolorosa perdida, pero acá hay una convicción de nuestros familiares de reconocer y reivindicar a nuestros compañeros en su lucha, en sus objetivos políticos, y mantuvieron esa constancia para llegar a Bravo y hacerle este juicio que nos va a posibilitar la extradición.
Han asumido la transmisión de la memoria como un compromiso…
– Fundamental. Si bien el primer grupo somos seis compañeros, el segundo escalón son 19, los que fueron asesinados y los tres sobrevivientes que después cayeron peleando contra la dictadura militar, pero la fuga eran 130 compañeros y los que no se iban a fugar como por ejemplo Agustín Tosco, cuando habló con Santucho y el “Pelado” Osatisnky, le comunicaron que estaba el plan de fuga y él dice: “yo no me puedo fugar, pero qué es lo que tengo que hacer”.
Con tu experiencia conduciendo una organización tan grande, ¿cómo ves a la juventud en la actualidad?
– Les diría a los jóvenes dos cosas: la primera es que no nos idealicen, porque cuando idealizas una experiencia queda como inalcanzable, cosa que no es real. Es el contexto que nos tocó como generación, éramos ‘los privilegiados de Evita’, nacimos en el 47, 48, 49, ya en el 55 tuvimos la primera noción de un golpe militar salvaje, después nos tocó derrotar a una dictadura y el 20 de junio en Ezeiza una disputa interna también sangrienta por la que al día de hoy no se ha hecho justicia.
Yo creo que si hubiera desestabilización en Argentina, la juventud reaccionaría como reaccionamos nosotros; es el individuo y su contexto.
Si comparamos la década del 70 con la situación actual, los que hemos recorrido varias provincias vemos que hay más trabajo político, más desarrollo de agrupaciones que en la época nuestra, lo que no hay es una estructura que los represente y que tenga la capacidad de conducción de esa enorme fuerza que está desplegada.
Siempre digo que hay que terminar con la etapa de la diáspora o la dispersión y empezar con el reagrupamiento ordenado, porque a los viejos setentistas como nosotros los vas a encontrar en distintas y diferentes realidades políticas, gremiales o territoriales y mezclados con las nuevas generaciones. Esa mixtura y proceso de unidad es lo que debemos sacar como mandato de los 50 años de Trelew.
La ultraderecha parece estar capitalizando mejor el descontento juvenil
– Eso es la anti política. Nosotros nacimos a los 15 o 16 años repudiando la política, estábamos hartos de dictaduras y dirigencia, eso es lo que ocurre cuando uno ve que los dirigentes políticos son prácticamente lo mismo, tienen la misma actitud, hablan de la pobreza pero no viven en las condiciones sociales de nuestro pueblo. Hay una enorme distancia entre el dirigente y su base.
No estamos conformes con la democracia que tenemos, hay que profundizar el proceso democrático, son democracias insuficientes, condicionadas, neoliberales, pero si comparás con el año 73 y 74, teníamos un índice de pobreza de entre el 4 y el 8 por ciento y después de 38 años de democracia tenés un índice que supera el 40 por ciento; 10 o 15 por ciento de indigencia, desocupación.
Es parte de la discusión que tenemos con nuestro Gobierno del Frente de Todos, asume una ministra y hay una continuidad de un modelo que sigue concentrando el capital.
¿Cuál es el espíritu que persiste de la Fuga de Rawson y la Masacre de Trelew?
– Con igual ánimo, con la misma utopía de esa consigna que la podemos sintetizar en dos ideas muy simples que son ‘felicidad del pueblo’ y ‘grandeza de la nación’, lo contrario a las políticas económicas de esperar que la torta crezca hasta que alcance para repartir, y tenemos claro que la felicidad del pueblo, si no hay un proyecto de desarrollo sustentable, no hay posibilidad de lograrla.
Estos son hitos muy significativos que hay que recordarlos con la fuerza de la continuidad de la lucha.
Fernando Vaca Narvaja es referente de la agrupación política Causa Nacional. Fue candidato a intendente de Bariloche en 2019 y funcionario en Río Negro y Buenos Aires en distintas etapas durante los últimos años. Su padre y uno de sus hermanos son víctimas de la dictadura. En la masacre de Trelew fue asesinada Susana Lesgart, su compañera de ese momento.
La fuga, la masacre
Luego de la toma del penal por parte de los integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Montoneros y el Partido Revolucionario del Pueblo-Ejército Revolucionario del Pueblo, un error en la coordinación del operativo hizo que los vehículos apostados afuera de la cárcel de máxima seguridad se retiraran. Un primer grupo de dirigentes logró llegar en un remis al aeropuerto y frenar el avión que había sido tomado previamente por otro comando revolucionario y que ya se encontraba carreteando en la pista de despegue. Así, Marcos Osatinsky y Roberto Quieto (FAR), Mario Roberto Santucho, Domingo Menna, Enrique Gorriarán Merlo (PRT-ERP) y Fernando Vaca Narvaja lograron llegar al Chile de Salvador Allende y algunos días después conseguir un salvoconducto para volar a Cuba.
El segundo grupo de 19 combatientes llegó tarde al aeropuerto y luego de reclamar garantías judiciales para la preservación de su vida se entregó brindando una conferencia de prensa. Una semana más tarde fueron fusilados en la Base Aeronaval Almirante Zar, donde se encontraban retenidos. Alejandro Ulla (PRT-ERP de 27 años), Alfredo Kohon (FAR, 27), Ana María Villarreal de Santucho (PRT-ERP, 36), Carlos Alberto del Rey (PRT-ERP, 23), Carlos Astudillo (FAR, 28), Clarisa Lea Place (PRT-ERP, 23), Eduardo Capello (PRT-ERP, 24), Humberto Suárez (PRT-ERP, 25), Humberto Toschi (PRT-ERP, 25), José Ricardo Mena (PRT-ERP, 21), María Angélica Sabelli (Montoneros, 23), Mariano Pujadas (Montoneros, 24), Mario Emilio Delfino (PRT-ERP, 29), Miguel Ángel Polti (PRT-ERP, 21), Pedro Bonet (PRT-ERP, 30) y Susana Lesgart (Montoneros, 22), murieron en el acto.
Alberto Miguel Camps (FAR-Montoneros), María Antonia Berger (Montoneros) y Ricardo René Haidar (Montoneros) sobrevivieron, evitaron los disparos de gracia a quemarropa y luego fueron trasladados al penal de Devoto, donde le contaron la verdad de los hechos al periodista, poeta y militante Paco Urondo -que también estaba preso-, para su histórico libro La Patria Fusilada. Los cuatro cayeron luego enfrentado a la dictadura de 1976.
El juicio
En octubre de 2012, cuando se cumplían 40 años de la masacre, Carlos Amadeo Marandino y los ex marinos Luis Emilio Sosa y Emilio Jorge del Real fueron condenaos a prisión perpetua por el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia por homicidio agravado. Sosa y del Real fallecieron durante los años siguientes. El otro acusado, Roberto Bravo, se refugió en Estados Unidos desde 1973 y escapó de la Justicia argentina en varias oportunidades. Recibió una condena civil y deberá indemnizar a cuatro familiares de los fusilados, y aun tiene pendiente un pedido de extradición.