Redacción Canal Abierto | Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el momento se detectaron más de 35 mil casos de viruela del mono en 92 países. Y si bien es cierto que su rápida propagación en algunos países merece la atención por parte de las autoridades y la población, lo cierto es que en las últimas semanas solo cinco personas murieron por esta enfermedad.
Se trata de una zoonosis viral (es decir, de origen animal) con síntomas similares, aunque menos graves, a los que se observaban en los pacientes de la tradicional viruela, infección que llegó a diezmar a poblaciones enteras alrededor del globo.
Para la OMS, su transmisión se da a través del contacto con heridas, fluidos corporales y material contaminado -como ropa de cama-, y su periodo de incubación suele ser de seis a trece días. En este contexto, días atrás el director general del organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus recomendó a «los hombres que tienen sexo con otros hombres, reducir el número de parejas sexuales» para reducir la exposición al virus.
De inmediato, medios de comunicación de corte conservador se hicieron eco de las declaraciones y salieron a destilar homofobia, sobre todo en aquellos países donde los casos van en aumento. Uno de ellos es España -suma ya 5.792 infecciones-, donde reside el escritor, periodista y activista LGBTIQ+ y de respuesta al VIH, Gustavo Pecoraro, con quien dialogamos sobre esta nueva avanzada estigmatizadora: “hubo cierto descuido en la forma en que las instituciones han bajado la discusión en torno a la viruela del mono y las estadísticas, tomando un perfil que nos recuerda a los primeros años de la pandemia del SIDA”.
Hace cuatro décadas el mundo asistía a la emergencia de una rara “peste” que parecía ensañarse casi exclusivamente con un sector muy definido de la población: los varones homosexuales. Pasarían varios años para que la ciencia, las instituciones y la propia sociedad dieran por tierra aquel falso relato que no sólo violentaba a una comunidad vulnerable per se, sino que también jugó en contra de las iniciativas de prevención para el resto de una población que entonces se creía inmune al virus. “Desde el Gobierno, la Iglesia e incluso la medicina trabajaron para instalar una condena de los varones gays, y hay que decir que fueron responsables de muertes de personas que ni siquiera tuvieron la posibilidad de contar con acompañamiento de sus familias o asistencia médica”, recuerda el militante en esta entrevista con Canal Abierto.
A todo esto, no son pocos los expertos que ponen en discusión la asimilación de esta viruela como una enfermedad de transmisión sexual (ETS), una etiqueta que –dicen- no sólo resultaría engañosa sino también perjudicial para la salud pública.
“Otra vez intentan construir un chivo expiatorio de un virus ante el que no están dando respuesta”, apunta Pecoraro.
Ante la desinformación y miedo que generó está generando con la viruela del mono, la Fundación Huesped de Argentina recibió varias consultas sobre las posibilidades de contagios en relaciones sexuales entre personas homosexuales. En este sentido, la institución salió a aclarar: “NO está comprobada la transmisión de la viruela símica por vía sexual, ni tampoco distingue entre varones y mujeres». Y agrega: «Y mucho menos por orientación sexual (¿no aprendimos nada estos años?)».
Días atrás la comunidad de Madrid habilitó un segundo centro de salud, el hospital Zendal, como centro de vacunación contra la viruela del mono. “Antes de vacunarte tenes que llenar un formulario en el que uno de los requisitos es tener “conductas de riesgo sexual”, ¿a qué se refieren, a tener relaciones sexuales en la vereda con 40 grados de calor? Hay un discurso que está perimido y es antiguo, que ya ni siquiera se utiliza para el VIH, pero que ahora la OMS lo reinstala”, relata el periodista argentino que hoy vive y trabaja en la capital española, que hoy sólo cuenta con tan sólo 700 inoculaciones disponibles.
Entrevista: Diego Leonoff
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