Redacción Canal Abierto | En medio de una crisis de reservas y para empujarlos a liquidar divisas, a fines de julio el Banco Central anunció que se les permitiría a los agroexportadores realizar un depósito a la vista en las entidades financieras con retribución diaria variable en función de la evolución del tipo de cambio. El nuevo mecanismo —conocido como dólar link pero popularizado como dólar soja— los habilitaría a realizar estos depósitos por hasta el 70% del valor de la venta de granos. Por el 30% restante se les ofrecería la posibilidad de la formación de activos externos al valor del dólar oficial más el impuesto país y las retenciones a cuenta que percibe la AFIP.
Pero, pese a las ventajas competitivas que ofrecía, termina agosto y los agroexportadores no liquidan. Como consecuencia, las reservas netas del Central no se recuperan y el peligro de una devaluación resuena en un imaginario argentino que la asocia con el peor de los escenarios.
“Medidas con la mecánica del FMI, hay solamente US$ 1.200 millones de reservas netas, contra US$ 6.425 que firmamos (en el acuerdo) que íbamos a tener a fin de septiembre. El gap es tan grande que no parece razonable —detalla Alejandro López Mieres, economista del Instituto de Pensamiento y Políticas Pública (IPyPP) en diálogo con Canal Abierto—. También es cierto que tuvimos un porcentaje de liquidación respecto de lo que liquidaron los granarios el año pasado mucho más bajo, o sea que están encanutando producción”.
La oportunidad de “encanutar” la dieron los precios internacionales del trigo y la soja, que en el marco de la guerra en Ucrania subieron en promedio un 30% por encima de 2021.
“Eso les dio un colchón para vender una parte, guardar el resto y esperar mejores precios. Toda esta dinámica de golpe de mercado que vivimos a partir de abril, tiene como sentido disciplinar al Gobierno para forzar una devaluación o para forzar una reducción de las retenciones. Y esta batalla incluso continúa incluso con (el ministro de Economía, Sergio) Massa”, resalta el experto del IPyPP.
¿Qué pasó con las reservas?
La situación es paradojal si se tiene en cuenta que durante la gestión de Alberto Fernández entraron a la economía casi US$ 22.000 millones, en el balance de bienes y servicios. “Pero perdimos un montón de reservas, US$ 15.000 millones, pagando intereses de deuda: entre lo que le pagamos al FMI, a otros organismos y, fundamentalmente, deudas del sector privado”, explica López Mieres. A la deuda se le suma la sangría del sector comercial (importaciones y turismo, sobre todo) y los casi US$ 2.000 millones mensuales que el país importó en energía, también encarecida como consecuencia de la guerra.
Mientras esto ocurría, el Gobierno lanzaba el dólar soja para el campo que fue duramente criticado por muchos economistas heterodoxos, quienes lo vieron como un premio a las cerealeras —principales responsables del ingreso de divisas del país— cuando debían ser sancionadas. La tan atractiva medida, sin embargo, no las sedujo.
“Una de las cosas que se firmó en el acuerdo con el FMI, es que en el mercado de futuros el Central puede vender hasta US$ 9.000, y ya tiene vendido arriba de US$ 7.000. Los precios a los cuales vende esos futuros implican tasas de interés arriba del 150% anual y son los mismos productores granarios los que compran porque se quieren cubrir del tipo de cambio pagando tasas alucinantes —describe López Mieres—. Resulta medio absurdo que un tipo pague una cobertura de un 150% anual de tasa cuando le están dando una caja de ahorra a 0%, porque esa caja de ahorro indexa con el tipo de cambio oficial. No lo hacen porque le quieren doblar el brazo al Gobierno para que ofrezca algo mejor todavía” .
En este escenario, y para el analista, “la resolución sin duda es política”. “La presión sobre el ajuste fiscal implica también una decisión de que ciertas cosas se pueden acomodar en la lógica del establishment, que ven siempre un problema en la emisión monetaria y nunca en el sector externo. Pero la falta de dólares ya es constitutiva: a la Argentina le tienen que entrar dólares porque si no, no se va a aguantar. Y en la medida que pase el tiempo empieza a jugar a contra”.
Ilustración: Marcelo Spotti.