Por Melissa Zenobi | Empezó a escribir de muy chiquita, pero las redes sociales le permitieron amplificar su voz. Estudió, se perfeccionó y de la mano de Editorial Chirimbote está publicando su primer libro La villa en mis venas, donde presenta un conjunto de relatos y poemas que dedica “a todos los villeros y las villeras: vamos a zarparle al mundo la parte que nos pertenece”.
Además de escritora, Jesi Jess es madre, feminista, estudiante universitaria e integra la Comisión de Derechos Humanos de la Villa 21-24: “Me reivindico villera para que sepan de dónde hablar, desde dónde me paro y desde dónde miro el mundo y analizo la realidad en la que vivimos. Me reivindico villera porque yo elijo nombrarme”, dice en uno de sus poemas.
“Nosotros sí tenemos voz, sí tenemos cosas que decir, lo que no tenemos son espacios en donde hablar”, advierte en este conversación con Canal Abierto.
¿Cómo empezaste a escribir?
-Desde muy chica siempre me gustó escribir, a los 12 años iba a un taller de periodismo en un Centro Cultural del barrio de Barracas, recuerdo que la primer publicación fue una nota en donde yo pedía que vuelvan los feriados de Carnaval. Mi madre aún conserva esa revista. Hace unos años empecé a escribir en redes sociales, poemas, textos, que eran más descargos o especie de catarsis sobre cuestiones de mi vida cotidiana. Sin tener en cuenta la métrica o darle mucha importancia a los tiempos verbales y errores de ortografía, tuve mucha aceptación en el público, la gente elogiaba lo que hacía. Recuerdo haberle escrito una carta a mi hijo Valentino en donde hablaba sobre su autismo. Generó muchas emociones, ese día le digo a un compañero de la facultad que cada vez que leía el texto encontraba nuevos errores y tenía que editarlo una y otra vez, él me respondió algo que me quedó muy marcado: “Jesica, es tan fuerte el mensaje que dejás cuando escribís, tan emocionante lo que decís que uno se olvida de los puntos y las comas porque lo que trasmitís traspasa todas las reglas gramaticales”.
Como vi que lo que escribía gustaba, hace dos años dije “quiero empezar a escribir en serio, tener mi propio estilo, que si alguien me lee en algún lugar, aunque no tenga firma sepa que esa obra es mía”. Así que empecé a tomar clases de escritura con Diego Arbit, fue mucha disciplina, tener clases todas las semanas, elaborar un texto, cómo contarlo, de qué manera contarlo, editarlo y después de que quedaba un buen relato, ahí recién lo publicaba en mi muro.
Haces “poesía desde las entrañas” ¿Qué te inspira?
-Yo siempre me quejaba en las redes y sentía que me quedaba en la queja, pero esto tiene un porqué, y es que estaba cansada de escuchar que cada vez que alguien se refería a los pobres, y lo siguen haciendo, nos llaman los “sin voz”, y estoy totalmente en contra de eso porque nosotros sí tenemos voz, sí tenemos cosas que decir, lo que no tenemos son espacios en donde hablar. No tenemos espacios en los medios de comunicación masivos, no tenemos espacios en la academia, no tenemos espacio en las mesas chicas donde se discute política. Nosotros los pobres somos la mano barata de las organizaciones sociales y los partidos políticos, somos quienes repartimos los volantes, quienes llevamos los palos en las marchas, pero no somos quienes subimos al escenario a hablar.
¿Dónde salís a buscar historias para coleccionar y contar?
-En relación a estas críticas, me dije, ya que no tenemos espacio para hablar, yo voy a empezar a escribir, cansada también que vengan gente de afuera que no vive en carne propia todo lo que conlleva criarse en una villa a contar historias desde su mirada. Entonces dije, “voy a empezar yo a relatar las historias que pasan en la villa donde vivo, que nadie me la quiera venir a contar”, así que comencé a hacer relatos de historias que vivimos acá. Obvio que las ficcionalizo, cambios los nombres, uso recursos literarios y además tienen un estilo propio, escribo con berretines, uso la jerga de la villa así que hago una mezcla, por eso lo llamo literatura villera.
¿Qué significa para vos asumirte “villera como identidad política”?
–Reivindicarme villera es todo un acto político ya que toda mi vida me discriminaron y lo seguirán haciendo por ser una negra villera, entonces pensé que tenemos que apropiarnos de las palabras del opresor y usarlas nosotros, no que las usen otros para excluirnos constantemente, estoy orgullosa de ser villera y no orgullosa de vivir en un barrio sin urbanizar y que mis vecinos se mueran porque no entra la ambulancia, o de la precariedad en la que vivimos o que se nos sigan negando un derecho tan básico como el derecho a una vivienda digna. Orgullosa de ser villera porque yo puedo contar mi realidad. A mí los medios masivos no me van a venir a correr con sus discursos de odio, yo sé quiénes son mis vecinos y que se levantan a las 5 de la mañana para llevarle un plato de comida a la familia. Mi orgullo villero es dejar de agachar la cabeza, caminar con orgullo y cantarte mis verdades te gusten o no.
¿Qué significa estar editando un libro?
-Es algo que lo veía muy lejano, sin contactos, sin un peso, pero sabía que a alguien le iba a gustar mi obra de arte y sucedió que a la editorial Chirimbote le encantó mi material y dijeron vamos para adelante con esto, por lo cual estoy súper agradecida. La villa en mis venas quiero que siente precedentes, porque mi villa, así como otras, está llena de artistas, pero no tienen lugar donde mostrar su arte. Me gustaría ser un puntapié para que todos los artistas villeros puedan visibilizarse.