Redacción Canal Abierto | “La destrucción creativa quiere decir destruir los viejos capitales y crear, al mismo momento, los nuevos capitales”, sostiene Jun Fujita Hirose, filósofo y crítico de cine japonés en un español que se desenreda a borbotones de sus labios tras pasar sus ideas del japonés al francés (es docente de ese idioma en su país) y luego a nuestra lengua. “Se trata de una transición doble, una transición de la hegemonía sobre la economía mundial, y una transición de la materia prima más importante”.
“En la historia moderna, la hegemonía pasó de Portugal a España, de España a Holanda, de Holanda a Inglaterra y de Inglaterra a los Estados Unidos, al mismo tiempo que la materia central y estratégica de la organización económica pasó del oro a la plata, de la plata al viento, del viento al carbón, del carbón al petróleo. El capitalismo, en cuanto apropiación directa de la producción por el capital, apareció en la segunda mitad del siglo XVIII, con la transición de Holanda a Inglaterra y del viento al carbón, y efectuó por sí mismo un nuevo cambio a finales del siglo XIX, cuando la acumulación del capital llegó al límite bajo la hegemonía inglesa, con el carbón como materia principal. A posteriori, el capitalismo quedó en manos del régimen estadounidense y petrolero durante más de cien años”, expresa en las conclusiones de su libro ¿Cómo imponer un límite absoluto al capitalismo? Filosofía política de Deleuze y Guattari, editado por Tinta Limón Ediciones y que estuvo presentando en Buenos Aires y Santiago de Chile a fines de agosto.
“El capitalismo empezó con un régimen inglés y carbónico, pero cien años después de este comienzo llegó a su límite. En ese momento el capitalismo realizó otra destrucción creativa, que consistió en la transición de la hegemonía de Inglaterra a Estados Unidos y del carbón al petróleo. Un siglo más tarde, el proceso de acumulación del capital, llegó nuevamente al límite y está intentando hacer una nueva transición de la hegemonía de Estados Unidos a China y con los metales raros como materia paradigmática, en reemplazo del petróleo. Con el nombre de capitalismo verde están buscando hacer esta nueva transformación”, sostiene Jun, profesor en la Universidad Ryukoku (Kioto).
“A finales de los años 60, ya ese límite estaba presente. El crecimiento económico se detuvo tanto en Japón como en Europa y Estados Unidos. Durante los últimos 50 años, el capitalismo, para soportar el límite, impuso a los países periféricos un intercambio desigual y se produjo un proceso de financierización de los capitales industriales –entre otros procesos–. Por ejemplo: Toyota tiene muchas ganancias financieras. Vende los coches con los seguros; sin la venta de los seguros la empresa no se podría soportar”, describe Fujita.
Cómo imponer un límite al capitalismo
“Hay una serie de movimientos sociales en muchas partes del mundo en el año 2019 –Chile, Francia con los gilets jaunes, el Líbano– que impusieron un límite rechazando todas estas prótesis que el capitalismo utilizó en estos cincuenta años. El conjunto de estos “aparatos” se llama neoliberalismo. Los movimientos populares impusieron un límite al capitalismo rechazando al neoliberalismo”.
“La transición verde y digital en curso, acelerada después de la pandemia, es una respuesta a este límite impuesto por los movimientos populares”, propone Jun. “Si no quieren neoliberalismo, no hay problema, les damos capitalismo verde. El capitalismo está haciendo una serie de proposiciones verdes (descarbonización, neutralización del carbono, etc.) al mismo tiempo que está llevando a cabo mega proyectos extractivistas”.
“En el momento actual de destrucción creativa del capital, se están formando dos grandes máquinas de guerra en paralelo: la de lxs trabajadorxs metropolitanxs abandonadxs por los viejos capitales en destrucción o depreciación y la de los pueblos minoritarios que luchan en los mismos puntos de crecimiento de los nuevos capitales. No debemos dejar que el capital se apropie de la máquina de guerra metropolitana para masacrar a los pueblos minoritarios en defensa de sus territorios y de sus comunidades; tampoco debemos dejar que el capital, bloqueado en su desarrollo industrial por el enfrentamiento con la máquina de guerra minoritaria, desemboque en una continuación ampliada de la financierización de la economía por medio de una expansión cuantitativa ilimitada, lo cual no solo multiplicaría empresas zombis, bullshit jobs y productos de obsolescencia programada, sino que precarizaría aún más la vida de las masas empobrecidas del mundo, al convertir todas las cosas –incluso las necesidades primarias– en objetos de especulación. Si el capitalismo perece, lo hace por ahogo. Él solo se ahoga cuando las dos máquinas de guerra se articulan en alianza transversal y obstruyen de antemano todas las salidas posibles para el capital”, propone Jun, en las conclusiones de este libro sobre el que estuvimos conversando.
[mks_toggle title=»Jun Fujita Hirose» state=»open»]Nació en Tokio en 1971. Es profesor titular de la Universidad Ryukoku (Kioto) y crítico de cine. Integra desde 2002 el comité de redacción de la revista Vertigo (Francia). Da un curso de cine en el Institut Français de Tokyo. Escribe principalmente en japonés y francés, pero también en español e italiano. Colaboró en los libros colectivos “Rohmer et les autres” (2007), “Deleuze et les images” (2008), “Ozu à présent” (2013) y en las revistas Crisis (Argentina), Le Magazine littéraire (Francia), Alfabeta2 (Italia), y Les Cahiers du cinéma (Francia). Tradujo al japonés “Grammatica della moltitudine” (Paolo Virno), “Arte e multitudo” y “Goodbye Mr. Socialism” (Antonio Negri). Es autor de los libros en japonés “Filosofia de la cocina” (2005), “El microcircuito en lucha” (2006), “Asambleas en lucha” (2009, junto al Colectivo Situaciones), “Así se sublevan los enamorados” (2011), “Tratado de desesperación” (2013) y “Antonio Negri, la ontología y la subjetividad” (2013). “Cine-capital” es su primer libro publicado en castellano. [/mks_toggle]
Entrevista: Diego Skliar (Tinta Limón Ediciones)
y Juan Alaimes en la Cazona de Flores.