Por Melissa Zenobi | Este jueves 10 de noviembre se estrena en el Cine Gaumont el documental Madre baile, homónimo de una de la canción homenaje que Viví Pozzebón hizo a Leonor Marzano, considerada la madre del cuarteto.
En este largometraje, filmado en Córdoba capital y en el paraje Pozo del Tigre (Córdoba) entre 2018 y 2020, distintos artistas y pensadores recuperan la historia del cuarteto a través del legado de “La Leo”, y su importancia en el desarrollo de la cultura popular de nuestro país.
La película cuenta con la participación de Eduardo Gelfo, Carlitos “Pueblo” Rolán, Marta Gelfo, Martín Rolán, Negro Videla, Miguel Puch, Martín Rosel, Daniel Franco, Beto Guillén, Emeterio Farías, Silvia Robles, Roberto Maldonado Costa, Víctor Pintos, Pablo Ramos, Andrea Lacombe, entre otros y otras referentes del ritmo.
De la mano de la artista y compositora Vivi Pozzebón, quien conduce las distintas entrevistas, el documental propone una interesante reflexión sobre el rol de la mujer en este ritmo cordobés, desde sus orígenes hasta la actualidad. “Pareciera entonces que La Leo fue una mamá que solo parió hijos varones”, dice su directora a Canal Abierto.
¿Cómo nace la idea de contar la historia de Leonor Marzano?
-La idea de contar un poquito de la vida de Leonor Marzano surge por 2012, en que fuimos convocadas por la artista Vivi Pozzebón para hacer el videoclip de su canción “Madre baile”. Mientras filmábamos, la gente en la calle nos paraba para preguntarnos quién era La Leo y ahí fue que pensamos que era necesario algo más que esta canción-homenaje y empezamos a escribir el proyecto documental.
¿Cómo fue el trabajo de búsqueda de material?
-En el desarrollo de la investigación, dimos con que en el archivo oficial de Córdoba no hay material audiovisual de ella tocando; lo que hay de La Leo es cuando ella ya no acudía a los bailes. Con lo que el material para tenerla a ella en movimiento se reducía al valiosísimo registro del documental De Ushuaia a La Quiaca donde León Gieco la entrevista y canta con ella al piano. Y un pequeño fragmento de una ficción donde la banda actúa. Lo demás debíamos recrearlo, y decidimos hacerlo con la historia oral y la ficción. Para lo primero, contactamos con su hijo, su hija, su nieto, músicos contemporáneos, antropólogos/as y periodistas. Para la ficción, nos basamos en un texto del periodista Alejandro González Dago para recrear un baile de época, algo que considerábamos crucial puesto que las diferencias con los bailes actuales son muy grandes y claramente eso oficiaba de contexto fundamental para todo ese primer desarrollo del cuarteto.
¿Qué lugar ha tenido la música y el baile durante las guerras, las dictaduras?
El cuarteto nació de la mano del Cuarteto Leo en los alrededores de Córdoba mientras estaba aconteciendo la Segunda Guerra Mundial y paradójicamente la banda logró ingresar a la ciudad en 1969, año del Cordobazo. Creo que en el comienzo, el baile era un evento necesario de unidad, de ahogo de penas por el alejamiento de italianos y españoles sobre todo, de sus terruños. Y esa mixtura de ambos ritmos, tarantela italiana y pasodoble español, en un nuevo ritmo que comenzaba a llamarse “cuarteto” ayudaba a que esta unidad entre pueblos fuera posible.
Con la dictadura y la prohibición de ciertas sonoridades (como el acordeón) aparecen nuevas bandas de cuartetos con otros instrumentos (vientos, tambores) que acercan el cuarteto más al merengue. Y la conformación de las agrupaciones deja de ser de cuatro personas para pasar a ser grandes bandas (como Chébere).
¿Cuáles crees que han sido los principales aportes de las mujeres en el cuarteto?
Leonor Marzano creó el ritmo del cuarteto mixturando en su “piano saltarín” el pasodoble español y la tarantela italiana. Pero a lo largo del tiempo ha costado que las mujeres tengan permanencia en los escenarios. Ha habido algunos grupos que tuvieron una pequeña participación de uno o dos años en la historia del cuarteto, como Las Chichí, Las Lolitas, Las Peponas, Tres almas… Pareciera entonces que La Leo fue una mamá que sólo parió hijos varones. De todos modos siempre estuvieron las «mujeres ocultas» como letristas (muchas veces sin firmar) o productoras.
¿Por qué es importante recuperarlo?
Tal como se analiza en el documental, las mujeres en las bandas parece como que deben estar protegidas por los hombres de la familia sobre el escenario; así Leonor estaba al piano, su esposo (y luego su hijo) al acordeón y su padre al contrabajo. Lore Jiménez comenzó apadrinada por su papá (la Mona Jiménez) y Magui Olave, por sus primos (Rodrigo y Ulises Bueno). Recién en el último tiempo, y creo yo gracias a la marea verde y la ola feminista, muchas mujeres (incluso sin familia conocida en el ambiente) están animándose a aparecer desde la voz o los instrumentos en distintas agrupaciones o como solistas y se hacen lugar. Sólo espero que logren la permanencia y el reconocimiento que se merecen.