Redacción Canal Abierto | Gabriel Mastrángelo tiene 26 años. Está internado en el Hospital Ramos Mejía de la ciudad de Buenos Aires en estado reservado pero ya fuera de peligro vital. Debido a un disparo de bala sufrió la rotura de sus intestinos y se le debió aplicar una ostomía (bolsa intestinal). También tiene líquido en los pulmones, producto de los golpes recibidos, que requiere intervenciones quirúrgicas continuas, y una bala aún alojada en su cuerpo. Los médicos estiman que su recuperación puede demorar por lo menos un año.
El viernes 18 de noviembre por la tarde, Gabriel circulaba con su moto por el barrio de Balvanera cuando tres oficiales del Cuerpo de Policía Motorizada de la Ciudad comenzaron a perseguirlo a alta velocidad. Él decidió no parar y al no poder darle alcance, un oficial de apellido Garro le disparó tres tiros con su arma reglamentaria. Un proyectil le perforó los intestinos y otro impactó en su pierna, donde continúa incrustada.
El joven trabaja de barbero, milita en el Movimiento Evita y es profesor de la escuelita de fútbol para los pibes del barrio en el Centro Cultural y Político Joaquín Areta. Una vez caído y herido la policía lo detuvo con la excusa de que había cometido un delito y estaba armado.
Según su familia en las filmaciones recogidas puede verse como los oficiales, con Gabriel ya herido, reducido y tirado en el piso, le pegan patadas e intentan provocar su muerte. También cuentan que, mientras Gabriel era trasladado en ambulancia, recibió golpes de puño en el estómago al grito de “no vas a sobrevivir de esta”.
“Después del hecho, Gabriel es detenido con una causa armada por la Policía de la Ciudad. Él entra al hospital herido, detenido y esposado. Al cabo de unos días, luego de la presentación de evidencias de su abogado, Gabriel queda eximido y es “liberado”, es decir le retiran el policía que lo custodiaba. Luego de que la familia inicia la denuncia por tentativa de homicidio e incumplimiento de los deberes de funcionario público contra el oficial Garro, policías de civil y sin ningún tipo de identificación lo visitan y lo amenazan para que retire las denuncias”, sostuvo Sabrina Capelli, militante del Movimiento Evita, en declaraciones al programa Rosca N’ Roll de Radio Nacional Rock.
El sábado 26 de noviembre, familiares, amigos y compañeros de militancia convocaron a una movilización y un ruidazo frente a la sede del Departamento del Cuerpo de Policía Motorizada de la Policía de la Ciudad, en la intersección de la Avenida Belgrano y Urquiza, a una cuadra del hospital Ramos Mejía, en el barrio de Balvanera.
“Luego del impacto de bala y de que el cae de la moto y le cruzan dos motos más, hay filmaciones que están en el expediente correspondiente en las que se ve que más de diez policías, ya herido de bala le propinan patadas en la cabeza y en la panza con una saña tremenda. Cuando llegan al hospital, hay personas internadas que atestiguan que otro oficial le da puñetazos en el estómago y le dice: ‘todavía no te moriste’”, narra la militante barrial del Evita, reconstruyendo los relatos de familiares y compañeros.
Represión estatal
“No hablamos de violencia institucional. Somos muchas las familias que cuando hablamos de desaparición forzada, tortura, fusilamientos y armado de causas, no estamos hablando de este eufemismo que se instaló en nuestro país para no hablar de violaciones a los derechos humanos sistemáticas que sufren niños, niñas, adolescentes y jóvenes de los barrios empobrecidos en nuestro país”, sostenía Vanesa Orieta de Familiares y amigos de Luciano Arruga, en la apertura de la Mesa Debate “Cuando la violencia es política de Estado”, en el marco del Encuentro “Estrategias de defensa de derechos humanos en los territorios” organizado por la Fundación Rosa Luxemburgo.
“Los pibes y las pibas son discriminados por ser pobres y en nuestro país, en la supuesta guerra contra la inseguridad, se ha instalado la figura del ‘otro peligroso’ que ya no es como en la década del ‘70, aquellos que se organizaban y luchaban por un cambio; ahora los peligrosos son los pibes y las pibas de los barrios”.
“Los pibes desde que nacen sufren violencia institucional, y esa es la base para ser discriminados y después sufren la criminalización por la tipificación instalada en nuestro país que da cuenta de que los pibes morochos, pobres, que visten determinada vestimenta, son peligrosos”, describía Vanesa quien sufrió en carne propia la desaparición de su hermano Luciano.
“No quiero salir de mi casa porque tengo miedo de cruzarme con la policía”, “no quiero salir del barrio porque tengo miedo de que me agarre la policía y me vuelva a pegar”, “no quiero salir de casa porque tengo miedo que me agarre la gorra y me pida información de otra gente del barrio”… estas son frases que narra Orieta que le cuentan los pibes y pibas con los que trabaja.
“La policía es la principal responsable de los delitos que se cometen en nuestro país, sobre todo en los barrios empobrecidos. La policía es la encargada de controlar y disciplinar a los pibes y las pibas de los barrios”, destaca Vanesa quien señala la responsabilidad de los gobiernos que engrosan la cantidad de efectivos en los barrios, de patrulleros, de comisarías y nuevas fuerzas.
Este es el marco en el que Gabriel decide no detenerse porque sabe qué riesgoso es el contacto con “la gorra”.
Fotos: Movimiento Evita CABA