Redacción Canal Abierto | “El Dólar Soja II no sólo es el segundo capítulo de una extorsión, sino que revela que la gestión del ministro (de Economía Sergio) Massa, si bien contuvo la situación de crisis que originó el final del ministro (Martín) Guzmán y el paso fallido de (Silvina) Batakys, en ningún caso logró superar las causas que a partir del 9 de junio hicieron posible la desestabilización financiera y cambiaria de la Argentina”.
Los dichos del presidente de Unidad Popular y ex director del Banco Nación, Claudio Lozano, analizan con pesimismo la nueva medida del Ministerio de Economía que busca captar divisas para acopiar reservas.
Para él, si bien la idea “pretende presentarse como un Plan de Fomento Exportador”, es de público conocimiento que “tal formulación es una mentira”. “Se trata de producción existente que era retenida en su comercialización o en su liquidación exportable a la espera y especulando con una devaluación”, asegura.
Se trata, a sus ojos, de “subsidiar con emisión a los sojeros” en 195.000 millones de pesos sin computar lo que se perderá con la venta de dólares que el Banco Central comprará a $230 y venderá a $ 165 a las empresas que participan del Programa Precios Justos. “Subsidio y pérdida que transforman en una mentira el resultado fiscal positivo vinculado al aumento de las retenciones”, cuestiona.
“Ya en ocasión del Dólar Soja I sabíamos que se habían guardado 11 millones de toneladas equivalentes a más de 6.000 millones de dólares para poder seguir presionando. De hecho el compromiso adoptado por los exportadores de liquidar 3.000 o 3.500 millones de dólares está aún por debajo de lo que podría garantizarse”, detalla el economista.
De acuerdo con su análisis, la falta de reservas, una de las tres principales causas de la crisis de junio, se mantuvo pese al Dólar Soja I, y el consiguiente ingreso de cerca de 8.500 millones de dólares. “Las otras dos causas, el elevado endeudamiento público interno y la crisis social, no sólo siguen presentes sino que incluso se han agravado —afirma—. Es más, la primera de ellas (el endeudamiento), en simultáneo con la retención de la producción exportable, ha puesto en marcha una nueva corrida cambiaria frente a la cual el dólar soja II pretende ser la solución”.
Dos oportunidades
Pese a su mirada lapidaria sobre la situación actual, que “sigue atada con alambre”, Lozano destaca que han aparecido en el último tiempo dos posibilidades, que de ser aprovechadas adecuadamente, “podrían permitirnos dar pasos para caminar hacia una solución”. Se refiere al nuevo swap con China y al triunfo de Luiz Inácio “Lula” da Silva en Brasil.
Por un lado, el nuevo swap incluiría una excepción que posibilitaría transformar yuanes en dólares por 5.000 millones. Por otro, el país carioca dispone hoy de cerca de 400.000 millones de dólares de reservas, “lo cual podría permitirnos pensar en que a partir de que Lula asuma es posible avanzar en un convenio bilateral donde Brasil nos ceda unos miles de millones de dólares y Argentina garantice abastecimiento energético”.
“Estas dos condiciones podrían devolverle al Gobierno la capacidad de controlar el mercado cambiario y poder, a partir de allí, estructurar un Programa Popular Antiinflacionario, que debe inspirarse en las mejores tradiciones de las gestiones de signo popular”, asegura. Y hace referencia al Plan Gelbard, último ministro de Economía de Juan Domingo Perón, que “combinó congelamiento con aumento por suma fija de salarios y jubilaciones y de las asignaciones familiares”.
“En la Argentina actual, signada por la informalidad esto debiera hacerse agregando la puesta en marcha de un Ingreso Básico Universal, que reemplace los planes vigentes, para la población en situación de informalidad y desempleo, y el mejoramiento de la Asignación Universal por Hijo. En este marco de congelamiento (no hay alternativa frente a una tasa del 100%) el nuevo valor del tipo de cambio y de un nuevo sistema de retenciones debe hacerse contemplando la situación de los precios internacionales y de los distintos tipos de productores”, argumenta.
Y puntualiza que esto “debe efectuarse decretando la Emergencia Cambiaria y poniendo en marcha herramientas que penalicen e inhiban los comportamientos especulativos” y deben fijarse las tarifas “evaluando seriamente los costos de producción locales”.
“Solo con una política de shock, regulación eficaz, congelamiento y recomposición del poder adquisitivo de la mayoría de la población es que podremos salir de la actual situación de crisis y frenar el intento de retorno del neoliberalismo”, concluye.