Por Daniel Parcero | El 11 de diciembre, día del nacimiento en 1890 en Francia de Carlos Gardel, le hice entrega a mi compañero y amigo de la adolescencia y militancia en el Frente de Izquierda Popular, Dr. Luis Rodríguez –presidente del museo que honra la trayectoria del cantante y compositor tanguero–, de una reliquia heredada de otro brillante profesional y compañero de sueños, luchas y esperanzas, ya fallecido y que conservo desde 1986.
Se trata del “testamento ológrafo” de Gardel, certificado por escribano público y fechado el 7 de noviembre de 1933. En el documento dispone sobre sus bienes después de su fallecimiento y ratifica su origen francés, nacido en Toulouse en la mencionada fecha. Donde además expresa “ser hijo de Berthé Gardes, siendo mi verdadero nombre y apellido Carlos Romualdo Gardés, habiendo adoptado siempre el apellido ‘Gardel’”. No se trata de una fotocopia.
Fue en un emotivo reencuentro en mi oficina del Área Memoria del departamento de Cultura de ATE Nacional, donde tras entregarle la documentación, Luis me obsequió un ejemplar original de la 8va edición agotada -1951- del libro El hombre que está solo y espera de Raúl Scalabrini Ortiz, con destino a la Biblioteca del gremio próxima a ser refundada.
Las dudas sobre la verdadera nacionalidad del magnífico músico tanguero, que aún se mantienen en pie, tal puede leerse hoy por hoy hasta en Wikipedia, ya no tienen sentido de ser: “Nuestro” Carlos Gardel, fue francés.
Un aporte desde el revisionismo histórico de la corriente de pensamiento de la Izquierda Nacional.