Redacción Canal Abierto | El pasado miércoles 30 de noviembre, cuando la directora musical canadiense Keri-Lynn Wilson iba a marcar el inicio de la ópera Tosca en el Teatro Colón, los músicos y el coro se pusieron de pie y desplegaron pancartas y carteles que decían: “Recomposición salarial”, “Somos la orquesta peor paga del país”.
Así, la última obra de la temporada de ópera del teatro con mayor presupuesto de Argentina tuvo un comienzo inesperado: el primer aplauso de la noche fue brindado por la audiencia a los trabajadores en apoyo a sus demandas.
“Lamentablemente el Teatro Colón atraviesa una crisis institucional que pone en riesgo su histórica excelencia. La mala administración de los recursos, la falta de atención y destrato por parte de las autoridades, no han hecho más que perjudicar sistemáticamente cualquier intento por mejorar las condiciones laborales de los cuerpos artísticos”. Así comienza una carta destinada a la audiencia dada a conocer por los trabajadores y trabajadoras de los Cuerpos Estables Artísticos del Teatro Colón, los elencos del Ballet Estable, el coro y las orquestas, la Orquesta Estable y la Filarmónica de Buenos Aires.
El reclamo principal radica en que los salarios de los artistas perdieron entre un 30 y un 50% de poder adquisitivo en los últimos años y no han logrado recuperarlo a pesar de las insistencias. Los artistas que trabajan en el teatro obtienen sus cargos en concursos abiertos, públicos e internacionales. Su dedicación horaria es full-time, incompatible con la realización de otras actividades. Además de los ensayos, las funciones, estudiar las partituras o entrenar, en el caso de los músicos también aportan sus valiosos instrumentos.
“Hoy nuestros ingresos apenas cubren los gastos de vivienda y alimento. Paradójicamente en la ciudad más rica, el teatro con mayor presupuesto del país, es donde están los artistas peor remunerados de la Argentina”, señala el comunicado de los elencos.
Mientras sus elencos se empobrecen, uno de los teatros más destacados del continente y el mundo es utilizado para eventos empresariales, desfiles –como el de Adrián Brown en la Semana de Alta Costura en la Argentina, en junio– y shows. El grueso de la recaudación de estos eventos va a parar a arcas privadas y “de ninguna manera se reflejan en mejorías para las condiciones laborales y/o salariales, que debiéramos tener acorde al prestigio y nivel que representamos”.
“Hoy dejamos de lado las zapatillas, los instrumentos y callamos nuestras voces para mirarlos a los ojos y decirles: Estimado público, no podemos más”. Así concluye la carta de los Cuerpos Artísticos del Teatro Colón.
Il Concertino
Pablo Saraví es concertino (solista de la sección de primeros violines) de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, una de las dos orquestas estables del teatro. Multipremiado (recibió dos veces consecutivas, en 1999 y 2009, el Premio Konex, la segunda de Platino), con 40 años de antigüedad en el Colón y 35 en su cargo, una extensa trayectoria internacional y dedicación exclusiva cobra un salario modesto.
“La foto de Tosca podría haber sido la misma de cuando sacamos los carteles en 2019. El tema es que desde 2019 hasta acá no sólo no se hizo nada sino que se agravaron varias cosas, justamente por no haber hecho nada. Era obvio que estos carteles iban a salir, podrían haber salido mucho antes, la paciencia es grande pero tiene un límite. Creo que la protesta se demoró este año, pero era inevitable dada la pasividad de nuestra dirección, por más que hablen mucho, era obvio que iba a pasar, no sé cómo no lo vieron venir antes. Obviamente, como el año que viene es un año electoral, no quieren esa foto, es muy molesta”, señala Saraví a Canal Abierto.
“Si comparamos lo que podíamos hacer con nuestro salario hace 20 o 10 años atrás, es para llorar realmente. Ni siquiera hace falta irse tan lejos, con ir cinco años atrás alcanza, y ahí ya estaban bajos”, sostiene el concertino.
Además de la merma en el poder adquisitivo de los salarios, el violinista y experto en instrumentos de arco señala otro punto importante de demanda para los músicos: el mantenimiento de sus instrumentos. “Una cosa que mucha gente no sabe es que nosotros ponemos nuestra herramienta, nuestro instrumento. Y es una herramienta muy valiosa, vale muchos miles de dólares: en algunos casos iguala el valor de un inmueble. Ese instrumento, que cada uno de nosotros ha comprado con enormes esfuerzos, necesita un mantenimiento mensual por el desgaste natural y por otros temas. En el caso de mi instrumento, el violín, un juego de cuerdas de los estándares necesarios no cuesta menos de 100 dólares. Tenemos que comprar insumos importados y no tenemos ninguna facilidad. Para un sueldo como el que tenemos es un gasto muy grande; en el caso de los violines cada dos meses debemos cambiar las cuerdas. Las cuerdas de violas y de violonchelos son mucho más caras aún. El Teatro Colón que es un teatro internacional debería tenerlo como prioridad. En cualquier orquesta de nivel internacional esto está contemplado en el salario, no hay que estar pidiendo que nos den un plus por esto”.
Otro punto importante que los cuerpos artísticos del Colón vienen peleando desde hace más de una década es una carrera específica. “Otras orquestas del país como la Sinfónica Nacional y otras la tienen. La carrera significa un reconocimiento de nuestra labor específica que en el Teatro Colón, con un repertorio propio, con una excelencia artística requerida por todos los directores que vienen y por los concursos que damos. Esa excelencia debe estar reconocida en números contantes. Además, la permanencia en un cargo en esa exposición y con ese repertorio tiene que estar reconocida con una antigüedad. Hoy en día nuestra antigüedad, equivale a alrededor de un dólar y medio por año; es una cosa tan ridícula que si uno se lo cuenta a colegas de otros países piensan que es una broma, no lo pueden entender. Yo no pretendo que tengamos sueldos como en otros países, aunque nuestros concursos son del mismo nivel y nuestra capacitación también. Sé que vivo en Argentina pero, por lo menos, tener acceso a los insumos básicos que necesitamos y a un salario razonable”.
“El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en estas últimas dos décadas, se ha dedicado a hacer cualquier cosa menos a cuidar del teatro puertas adentro”, concluye Saraví.
Desde la Dirección del teatro –encabezada por jorge Telerman– se intenta minimizar esta protesta como una cuestión meramente salarial. “La dirección parece entender nuestro reclamo, lo que pasa es que las acciones que van haciendo son tan mínimas que uno se pregunta si realmente lo entendieron. Ellos hablan de cuestiones salariales pero nosotros estamos hablando, además de lo salarial, de una carrera específica que otros estamentos de la Ciudad de Buenos Aires tienen y a nosotros se nos niega”.
Otra necesidad de los y las artistas es lograr un nuevo reglamento en lugar del Reglamento 720-2002, no consensuado con representantes de los cuerpos artísticos pero igualmente promulgado como legal por el GCBA en acuerdo con el SUTECBA, el gremio de todos los gobiernos, no de todos los trabajadores.
“Uno dedica la vida”
Anita Tauriell, es intérprete de viola desde hace 30 años en la orquesta filarmónica. “El sueldo no da más, no nos alcanza. Dijeron que iban a dar un aumento y ofrecían un 8%, nada. Yo vivo sola, pero los que tienen familia no sé cómo hacen”, explica para esta nota.
“Nosotros aportamos instrumentos que son muy valiosos, en ningún lado del mundo tenés que llevar tu instrumento. Las exigencias son de un teatro internacional, nos exigen como en la Filarmónica de Berlín pero somos una de las orquestas peor pagas del país”, sostiene Tauriell.
“Todos estudiamos horas y horas, además de los ensayos de tres a cuatro horas y las funciones que se extienden un tiempo similar. Uno dedica la vida a la música, no queda otra; es como un deporte, son horas y horas de entrenamiento”, señala la violista.
“Sin el estudio en nuestras casas sería imposible sostener el nivel de una orquesta. Cualquier otro empleado del Teatro Colón, la mayor parte, deja las cosas en el teatro y vuelve a la mañana siguiente a cumplir su horario”, completa Saraví el comentario de su compañera.
La dedicación laboral de los músicos incluye ensayos de tres a cuatro horas diarias de martes a sábados y los domingos funciones. “Tenemos disponibilidad horaria 6 días a la semana para funciones. Luego está todo lo que implica el trabajo personal; para ir al primer ensayo de cada obra o programa nuevo tenés que haber estudiado muchas horas en tu casa porque sino no es posible que pueda funcionar. Normalmente varía entre tres y cuatro horas la preparación personal en cada casa, en algunos casos más, pero nunca menos de eso. Así se suma un promedio de ocho horas diarias en total entre lo que se ensaya en el teatro y lo que uno ensaya”.
“En el caso de la Filarmónica, tenemos gran parte del año programas semanales con obras monstruosamente difíciles, por lo cual tenés que ir trabajando con anticipación lo que va a venir las próximas semanas, eso te insume un gran cantidad de tiempo que no podemos tener para hacer otro trabajo que mucha gente quisiera hacer porque no le alcanza el sueldo”, describe el violinista.
“Es necesario que nuestros espectadores sepan que la excelencia con la que producimos cada función o concierto en este teatro se construye con años de trabajo y constante perfeccionamiento por parte de cada uno de los artistas que hoy pisan el escenario. (…) Ser un artista del Teatro Colón es un honor que requiere de la máxima calificación y entrega”. Es obvio que esa entrega y preparación no reciben una contraparte monetaria digna y que lejos está del buen trato el que reciben quienes conforman los Cuerpos Estables Artísticos del Teatro Colón.