Redacción Canal Abierto | El mundo transita actualmente lo que se conoce como la cuarta revolución industrial en la que la inteligencia artificial (IA) se destaca como una tecnología con potencial de impacto que de una u otra forma repercutirá ampliamente en la sociedad: la forma en que se produce, se comercia, se consume, de relacionarnos y trabajar se verá modificada.
En este sentido, Argentina cuenta con un Plan Nacional de Inteligencia Artificial en el que reconoce “las oportunidades únicas para el desarrollo y crecimiento de nuestros países, para abordar problemas complejos que aquejan a la humanidad y promover sociedades más justas e inclusivas”.
Al mismo tiempo, destacan que “deben enfrentar numerosos desafíos que pueden, inclusive, poner en riesgo derechos de las personas, vulnerar libertades o ampliar brechas entre países y al interior de los mismos. El reto es cómo hacer frente a los desafíos éticos y sociales que la transformación tecnológica impone a la vez que se propicia su desarrollo e implementación que favorezca el crecimiento económico y el desarrollo social”.
En este sentido, Canal Abierto dialogó con Esteban Magnani, especialista en tecnologías, quien indicó: “La inteligencia artificial es un concepto muy amplio. Poner límites claros a la inteligencia artificial es difícil. Hay algunas herramientas de inteligencia artificial que ya vienen funcionando desde hace tiempo. Si pensamos en inteligencia artificial como un algoritmo que va aprendiendo de lo que ocurre, va aprendiendo de los datos y va estableciendo correlaciones que le permiten incluso prever, tenemos como ejemplo el buscador de Google”.
Y añadió: “El hecho de que la vida se digitalice hace que haya muchos más datos disponibles para entrenar a estas inteligencias artificiales y que empiecen a encontrar estos patrones para por ejemplo reconocer imágenes, o la gran revolución más reciente es los niveles muy altos que están logrando para reproducir el lenguaje natural, que parecería que están hablando”.
En este sentido, mencionó al boom del momento, Chat GPT. “Es una herramienta que permitió que mucha gente que por ahí no había probado la IA empiece a usarla y empiece a ver para qué sirve. La IA es una herramienta bastante poderosa. Es muy difícil en el mundo tecnológico decir qué es lo que va a ser la próxima gran cosa, como dicen los yanquis “the next big thing”. De internet nadie se esperaba que fuera el fenómeno que fue. Desde entonces nos vienen vendiendo muchas cosas que fueron humo y que fueron más proyectos financieros que otra cosa”.
Lo cierto es que la Inteligencia Artificial funciona, pero también está “inflada” por el marketing. Pero, según explica el especialista, “tiene como característica que va a seguir mejorando y lo va a hacer cada vez más. No quiere decir que sea infalible ni que pueda hacer todas las tareas o que necesariamente en algún momento va a lograr llegar a hacer todas las tareas”.
Sobre el funcionamiento de la herramienta, Magnani explicó: “Hay que entender que la inteligencia artificial lo que hace es analizar qué es lo que existe y en base a eso suponer qué respuesta dar a un problema o una pregunta y demás, pero no tiene creatividad por ejemplo. No es capaz de decir algo totalmente novedoso, solamente puede decir cosas nuevas pero basadas en lo que ya se dijo”.
En esa línea, citó el uso de Chat GPT: “Se está empezando a usar en periodismo para tareas bastante específicas como por ejemplo información preformateada, pero que obviamente no tiene criterio. Por ahí te dice que un equipo de fútbol está puntero pero en realidad es la primera fecha y la mitad de la tabla está puntera. Entonces no tiene criterio”.
En cuanto al rol de los Estados y el potencial desarrollo, Magnani sostuvo: “El paisaje es como incierto todavía. Hay una base de Inteligencia Artificial, hay mucho dinero invertido ahí, mucho desarrollo desde los Estados porque sí lo están viendo estratégicamente. Parte de la disputas geopolítica entre China y Estados Unidos pasa por ahí, porque la inteligencia artificial se puede incluso usar para modelar nuevos materiales a nivel químico y plantear cómo podrían funcionar”.
Para que esto pueda ser replicado en Argentina, la inversión debe ser grande. “Hacen falta equipos muy poderosos porque consume mucha energía eléctrica, el procesamiento de los datos. Y sobre todo necesita gente muy capacitada, que es muy demandada también por empresas internacionales con lo cual también conseguirla para trabajar en eso no es fácil”, explicó.
Al mismo tiempo agregó: “Si se usara por ejemplo una inteligencia artificial para el sistema médico, el sistema sanitario argentino, para prever enfermedades, para encontrar interacciones medicamentosas, para ver cómo se desarrollan distintas enfermedades y a partir de ahí facilitar la deducción de los diagnósticos a partir de las variables que la inteligencia artificial va detectando como significativas o anticipatorias del desarrollo de otra enfermedad sería maravilloso. El problema es que vos estás compitiendo con mega empresas, corporaciones internacionales que capturan sobre todo los talentos que podrían desarrollar esa parte. Me parece que el desafío es enorme en el contexto actual”.
Y finalizó: “Me parece que hablar sobre inteligencia artificial y hasta dónde puede llegar es bastante incierto. También es muy difícil separar el marketing de la realidad. Hay algo de realidad, sí, pero también muchas veces se infla por cuestiones mediáticas. Se inflan funciones de marketing también porque el mundo tecnológico está muy financiarizado, entonces necesitan hacer promesas de tirada para conseguir financiamiento”.