Por Melissa Zenobi | Este jueves llega al cine Legítima defensa, la opera prima del director italiano Andrea Braga, que cuenta la historia de Eduardo, un fiscal que vuelve a su pueblo natal para investigar una serie de asesinatos y debe enfrentar su propio pasado irresuelto. Descubrirá allá una trama de corrupción que permite el abuso de agroquímicos a costa de la salud de los vecinos.
Protagonizado por Alfonso Tort, Violeta Urtizberea y Javier Drolas, el film fue estrenado en el 37° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, dentro de la sección Panorama Argentino.
“Contemplo el arte como una herramienta comunicativa y creo que como autores, directores, guionistas, productores, tenemos que tener cierta responsabilidad con lo que se cuenta”, dijo Braga en diálogo con Canal Abierto.
¿Cómo nace Legítima defensa? ¿Por qué contar esta historia?
-Nace básicamente de la necesidad de querer hacer una ópera prima en donde estén volcadas todas mis pasiones como espectador vecino, y sin duda a nivel espectador lo que yo más destaco son las atmósferas que transmiten las películas. Entonces yo tenía claro que quería hacer una película con una atmósfera de mucha oscuridad, con un lenguaje extremadamente hermético, seco, elegante, sutil. Esa fue la motivación de por qué crear una película así, de cine policíaco pero sin querer dejar atrás todo lo que tiene que ver con la profundidad de los personajes y que cada personaje tuviese su conflicto para desarrollar a lo largo del relato.
La historia revela una trama de corrupción ¿Por qué hablar de esto?
-Esto tiene un poco que ver con tratar de que los personajes absorbieran dramáticamente lo que el contexto podría ofrecer. La dinámica de pueblo es un contexto que siempre me interesó en otras películas. Una de las películas que para mí mejor funciona en ese sentido es La cacería de Thomás Gutenberg. Entonces yo creo que hay algo en la construcción de la comunidad, sin que esa comunidad esté realmente presente en todo el tiempo, era algo que me atrapaba, y traté de construir algo a partir de la ausencia y de los silencios del pueblo, pero que esos silencios y esas se ausencias le pegaran de manera directa a los personajes. La corrupción es parte de las pequeñas comunidades o, mejor dicho, en la pequeña comunidad hay una mayor posibilidad de identificar en dónde está esa corrupción, porque es una escala más chica.
Lo rural, y también la vuelta al pago, se vuelven relevantes en la película. ¿Cómo pensaste esto?
-Hay algo que tiene que ver un poco con la estructura del cine policial o thriller, que tiene que ver con cierta estructura y con ciertos arquetipos. Un personaje golpeado con pasado irresuelto que vuelve a su pueblo para arreglar las cosas de alguna manera es uno de esos arquetipos. Yo lo tomé porque me parece que hay algo interesante en ese tipo de historia porque te permite ir a lo hondo de muchas cuestiones: lo que uno tiene pendiente en la vida o encontrar la valentía, el coraje de enfrentarse con algo que por muchísimos años una persona dejó ahí por debajo del polvo, por debajo de la alfombra y nunca se animó a sacarlo para afuera y enfrentarlo. Todas esas limitaciones o situaciones que no podemos superar, que nos hacen como personas. Yo siempre tenía en claro que quería un personaje golpeado, seco, hermético, con sus vínculos laborales y emocionales.
El desafío era ver de qué manera un personaje tan poco empático logra conectar con el espectador. Eduardo es una persona que pasó por situaciones complicadas y tuvo que construirse una coraza para sobrellevarlas. Creo que cuando se entienden cuáles son los límites emocionales de Eduardo, cuando logra abrirse un poco y exponerse como ser humano sensible, es cuando el espectador realmente conecta con él y entiende qué es lo que le pasa a nivel emocional.
El uso de agrotóxicos es un emergente de este tiempo y se encuentra en la agenda de los movimientos ambientalistas ¿Qué puede aportar el arte a esta lucha?
-El tema de los agroquímicos después de muchos años, recién ahora tiene un poquito más de exposición. Sobre todo en las ciudades tenemos en claro lo mal funcionan las restricciones al respecto. Entonces yo creo que hoy, si uno tiene la predisposición a querer informarse sobre lo que está pasando, consigue material.
Sin embargo, creo que el objetivo de la película claramente no es de denuncia social. Pero decidí informarme, leer, conocer todo lo que hay detrás de eso y ficcionalizarlo, ponerlo en una estructura ficcional. No quiero dejar de creer que el cine, por sobre todo, es un arte comunicativo. La poesía, la pintura, las esculturas son todas artes comunicativas. Entonces el querer transmitir algo como el punto de vista del autor a la hora de contar una historia es fundamental.
Decidir contar una historia que tiene que ver con una situación real que está ocurriendo en este país y en todo el mundo, pero en este país está ocurriendo de manera violenta, es claramente una decisión racional. Y apoyarme sobre investigaciones basadas en hechos reales, claramente le da un sustento diferente a lo que es la película.