Por Pablo Bassi | En 2022 se cumplieron 40 años de la aparición de La montaña es algo más que una inmensa estepa verde, el libro en que Omar Cabezas Lacayo narra su pasaje de la citadina militancia universitaria a la guerrilla rural y el triunfo de la revolución sandinista en 1979. Ese relato fue registrado inicialmente en un casete por sugerencia de Alma Guillermoprieto, la célebre periodista mexicana por entonces corresponsal The Washington Post. En ocasión del aniversario del libro, premiado en 1982 por la Casa de las Américas, se produjo en Managua una reedición que se agrega a las 400 ya existentes en 20 idiomas y a una versión audio-libro en proceso.
Omar Cabezas Lacayo es historia viva, también, porque es autor de Canción de amor para los hombres, un libro donde recorre los primeros años del gobierno revolucionario del que fue viceministro de Interior. Es su obra más táctica, dice, pensada para batallar contra el enemigo en una Nicaragua que sobrevivió al bloqueo norteamericano de los 80 con sólo “una fábrica de cemento, una refinería y dos aviones de la línea área estatal”.
Cabezas Lacayo está por publicar Sin perdón de dios, un texto sobre los 90 en que el Frente Sandinista de Liberación Nacional -el partido de la revolución- perdió el poder en manos de gobiernos neoliberales. En él recuerda encuentros con Fidel Castro y Hugo Chávez, detalla su trabajo como diputado, cuenta sobre la victoria del presidente Daniel Ortega en 2007 y sus tareas en el gobierno que abandonó pocos años atrás por asuntos médicos.
Tras los pasos del hombre nuevo
A principios de los 70, cuando imperaba la dictadura de Anastasio Somoza, Omar estudiaba abogacía en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua de la ciudad de León. Allí participó del Frente Estudiantil Revolucionario y el Frente Sandinista de Liberación Nacional que instruyó en 1974 su paso a la clandestinidad para integrar la guerrilla rural. Allí se lo conoció con el seudónimo de Eugenio y Juan José y el mote de vendedor de medicinas, actividad con la que encubría sus movimientos en la zona. Cuando se intensificó la ofensiva contra la dictadura, integró la columna que asaltó la ciudad de Estelí, una de las tres más grandes de Nicaragua. El mundo se enteró de todo ello por su relato en La montaña es algo más que una inmensa estepa verde, y de su miedo a la guerra y del terror inicial a las balas, de la incomodidad de cargar durante horas con el peso de un campamento andante y un fusil, de los sacrificios y las postergaciones individuales. Se trata de un relato auténtico no exento de vulgaridades propias del testimonio oral, que se extendió por América Latina en medio de un caudaloso fervor político. “Sos escritor y no te has dado cuenta”, le dijo la periodista Alma Guillermoprieto a Cabezas tras escucharlo doce horas para un reportaje publicado por Siglo XXI. Cabezas quedó encantado con el resultado, y se puso a grabar y escribir.
Omar Cabezas Lacayo tiene hoy 72 años, vive en Managua con sus hijos de 17 y 13 y su esposa italiana. Conserva intacta la voz gruesa, la cadencia pausada y una verborragia dispersa a la que busca encauzar en sus respuestas.
¿O sea que de alguna manera fue Guillermoprieto quien descubrió su faceta de escritor?
-Hay varios que se atribuyen haberme descubierto.
Usted dijo en un reportaje que el libro hizo mucho daño a los norteamericanos. ¿Por qué?
-Porque mis libros lograron socializarse. ¿Cuántos libros en el mundo son buenos pero no logran qué la sociedad los asuma como tales? Unos cuantos amigos y lectores llegaron a La montaña y La montaña influyó en ellos. Yo no hice nada para que eso ocurriera, solamente me dejé escuchar y grabar. Y también bonita cantidad de lectores profesionales me buscaron.
La revolución sandinista, como antes la cubana, contactó con la simpatía de algunos intelectuales de la época. Por la casa de Cabezas transitaron Eduardo Galeano, el pintor Oswaldo Guayasamín, Fabián Escalante, José Coronel Urtecho, Frei Betto y Julio Cortázar, que le dedicó:
“Sin duda ya sabrás por muchos otros lectores que una de las características más salientes del libro es la imantación, quiero decir que apenas se lo empieza a leer uno se queda como pegado a él y ya es imposible abandonarlo hasta el final”.
Incluso la dirección sandinista estuvo integrada por algunos artistas, entre ellos el poeta y cura Ernesto Cardenal, ministro de Cultura en los primeros años de la revolución, que sugirió a Cabezas enviar el libro al concurso de la Casa de las Américas de La Habana: “Puede servir de ejemplo para los jóvenes, las generaciones del futuro”. El poeta Tomas Borge Martínez, ministro de Interior, su jefe, le dio ocho días para escribirlo. Cabezas reunió entonces los casetes, los ordenó cronológicamente, y escribió.
Finalmente Cardenal tenía razón.
-Pienso, modestamente, que el libro jugó un papel en la política y en la literatura de América Latina, en jóvenes y en viejos. Pero no lo circunscribiría solamente a eso, porque el patio del libro es más amplio.
¿Sentía que estaba escribiendo algo grande?
-Íntimamente sí, pero no me preocupaba. Soy regado, para nada serio. Registrar La montaña desnudo en una cama fue un verdadero acto de libertad.
[mks_toggle title=»Feria del libro» state=»open»]La montaña es algo más que una inmensa estepa verde estará en venta en la Feria del Libro de Buenos Aires. Editorial Acercándonos cuenta con una edición de 2019 en el stand 337, pabellón Azul (La Rural, Avenida Sarmiento 2704, CABA).[/mks_toggle]