Redacción Canal Abierto | Aunque falte más de un mes para su inicio formal, la campaña de cara a las elecciones presidenciales comenzó hace rato. Entre reuniones, fotos, actos, renuncias, acusaciones, roscas, encuestas, pintadas, afiches y otros tópicos propios de los años electorales no podía faltar la aparición de discursos punitivistas.
-Que ganas de agujerear a un delincuente con esto.
-Igual eso no agujerea, te doy la 9(mm) y tirás.
El diálogo anterior lo tuvieron el diputado nacional José Luis Espert y la referente del PRO Florencia Arietto. No fue tras bambalinas luego de un acto ni en una reunión privada, sino en un set de televisión, al aire y en horario central. El diputado ultraliberal sostenía una pistola Taser en la mano con la que fantaseaba con ejecutar delincuentes. El diálogo iba acompañado por la risa del conductor del programa, Alfredo Leuco.
“Hoy los cajeros automáticos se han transformado en el monoambiente de algunos, se apropian de algunos sectores de la Ciudad. Tenemos que levantar un poco la vara y recuperar ese afuera para el vecino. Tal vez no te pase nada, pero mucha gente se siente insegura frente a esa realidad. Son agresivos verbalmente”.
Esta segunda cita corresponde a la respuesta del ministro de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y precandidato a suceder a Horacio Rodríguez Larreta en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad al ser consultado sobre los desafíos que enfrentaría como máxima autoridad de la capital.
Consultado por Canal Abierto el investigador del CONICET y director del Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismo de la UNSAM, Ezequiel Ipar, planteó que “esto da la pauta de hacia dónde están apuntando los nuevos consensos morales que tal vez querrán en un futuro transformarse inclusive en nuevos consensos legislativos que tienen este rostro propagandístico e inclusive punitivista. Ya hay no sólo una demagogia punitiva sino una propagandística ya armada que por cierto es parte de una estrategia internacional. De algún modo, y aunque parezca raro, estos textos ya están escritos. Los usó Bolsonaro, los usó Trump, los usa la extrema derecha en Europa”.
“Lo que ellos entienden es que tienen una oportunidad para desplazar y transformar de esta manera los consensos morales. Inclusive, con esa propuesta de transformar consensos morales muy básicos, ellos creen que pueden fortalecer una propuesta política que tal vez no tiene soluciones para las crisis de fondo que son las que están impactando hoy en la sociedad. O sea, como no le pueden vender una solución para los problemas reales, le venden esta especie de compensación simbólica con el castigo”, describió.
“Este sería como el lado irracional de la propuesta -continuó el especialista-, pero se formula porque tiene una audiencia, como si castigando a los débiles vas a resolver el problema de la inflación o el problema de la inseguridad. Eso es lo que está pasando hoy”
Mientras la oposición avanza con estas propuestas punitivas, no hay voces del Gobierno que salgan a contraponer argumentos en este sentido, abocados a lidiar con la economía y ultimando detalles de las candidaturas.
Al respecto, Ipar manifestó que “los que se deberían estar apoyando en los conceptos básicos, como por ejemplo, cuestiones vinculadas a los derechos humanos, en el empleo de las fuerzas de seguridad, la propia autorregulación de la violencia por parte de los dirigentes políticos tienen una gran responsabilidad. ¿A qué tipo de violencias le ponen un límite? Y pareciera que hay todo un grupo político que, lejos de poner un límite, están autorizando, o están habilitando esas pulsiones crueles en la sociedad”.
Sobre las posibilidades de revertir esta situación, el académico se mostró bastante escéptico al responder que “no parece haber unas fuerzas sociales que en este contexto de crisis sean capaces de priorizar estos debates. Y ese es el otro problema: de un lado estas fuerzas que buscan hacer propaganda política con el punitivismo más desembozado, desinhibido, y por el otro, lo que aparece es como una ausencia de fuerzas sociales que quieran sostener la convivencia política y la forma de resolver conflictos sociales alejada de la violencia y respetando ciertas reglas básicas. Eso me parece que es un poco el panorama de por qué crecen”.
Los discursos extremistas en momentos de campaña no son novedosos. Tampoco lo es que eventualmente tengan resultado. Cabe recordar que en plena campaña para la gobernación bonaerense en 1999, Carlos Ruckauf inmortalizó la frase “hay que meterle bala a los delincuentes”. Para esa misma época se dio la llamada Masacre de Ramallo, cuando el Grupo Halcón de la policía bonaerense acribilló el auto en el que escapaban los asaltantes con rehenes dejando saldo de víctimas fatales inocentes. Contra el pronóstico de muchos analistas que aventuraban que lo sucedido impactaría negativamente, Ruckauf resultó triunfador en aquellos comicios.
“Esto siempre tiene algo de cíclico en general y en nuestro país en particular. Y viene a señalar el mismo dramatismo y la misma intensidad del problema. Si pensamos en el ejemplo del 99 es también un momento de profunda crisis en el país, veníamos con la crisis que empezó en el 98 y que terminó en el 2001”, expuso Ipar.
“Uno creía que el conjunto de los partidos políticos democráticos tendría que haber aprendido y tendría que haber desarrollado políticas como para no repetir ese tipo de encerronas en las que terminaban legitimaciones como la de Ruckauf. Así que, aun cuando hay una repetición histórica, sigue habiendo un déficit de encontrar alternativas. Inclusive alternativas que puedan involucrar a la propia sociedad civil”, agregó.
Y remarcó: “Ese es el otro problema. No involucrar a la sociedad civil en la salida correcta, en la salida justa, en la salida inteligente de estos problemas de inseguridad. Y si no hay esa convocatoria, esa invitación, la sociedad después va y escucha al que propone mano dura. Me parece que hay como un déficit de ideas también”.
En tal sentido advirtió que “teniendo un partido de extrema derecha acometiendo en el campo político, me parece irresponsable no atender con propuestas inteligentes que convoquen a la sociedad civil un problema como el de la inseguridad. Me parece que habla un poco del estado de debilidad de la coalición de gobierno, que ni puede proponer políticas ni puede convocar a la sociedad a repudiar ese tipo de declaraciones a partir de consensos morales a los que con su propia energía y discurso político se tendría que encargar de reforzar. Me parece que es un síntoma de la debilidad y también llama la atención, por lo cual uno espera que haya esa respuesta, que haya esa convocatoria y que haya esa atención a, por lo menos, diseñar políticas que mejoren en algo la situación”.
El académico también se refirió a la responsabilidad que le cabe a esa sociedad civil: “ese tipo de declaraciones están como en los bordes del vínculo entre democracia y derechos humanos es alarmante. Cuando vos habilitás ese tipo de violencia, como que la policía dispare sin ninguna seguridad y sin ninguna responsabilidad, o que la sociedad civil haga lo mismo, después las cosas terminan mal para todos”.
“Esa propagandística de la demagogia punitiva no funciona, no es inteligente, se va a un abismo más profundo todavía. Entonces ahí lo que uno espera es que también reaccione la propia sociedad civil, encontrando formas de descreer y de desacreditar a estas soluciones mágicas y frente a este tipo de justicia excepcional que se sabe que no termina nada bien”, concluyó Ipar.