Por Inés Hayes | Una adolescente se entrena en el arte de desmayar. Su padre acaba de morir y ella atraviesa, junto a su madre y sus dos hermanas, el tiempo del duelo. El desmayo funciona como una táctica de supervivencia, una práctica de escapismo de lo que empieza a ser la vida adulta. Las desmayadas, la última novela de Cecilia Szperling (Emecé) es también un homenaje a la construcción de las redes de mujeres que le hacen frente a la muerte y al patriarcado. En esta charla con Canal Abierto, la escritora habla de esas redes, de la literatura, de las emociones y de las percepciones de esta fábula autobiográfica que ya tiene su continuidad con la tercera parte de la saga que está siendo escrita por la célebre narradora argentina.
¿Por qué la llamás “fábula autobiográfica”?
-Lo llamo fábula autobiográfica en continuación con la primera novela de esta saga que es La Máquina de Proyectar Sueños. Allí tenemos 5, 8 y 12 años. Esta empieza con las hermanas teniendo 12, 15 y 18 años. Va a durar dos años de duelo. La primera es un poco la imaginación y la potencia para vivir con un padre que está enfermo, con la enfermedad en la casa. Y la segunda es la potencia, las hormonas, la adolescencia, el jardín que se multiplica, las hermanas que se polinizan y unos cuerpos de mujeres que no dejan de crecer al mismo tiempo que están duelando a su padre, está abierta una herida que conecta a esa edad no solo con la muerte del padre, sino con el conocimiento muy concreto de que la muerte ocurre y que se volvió una herida también metafísica y desconfiada del mundo que vemos.
¿Cómo surgió la idea de la novela?
-La idea surgió en el medio de La Marea Verde, en la que yo estaba completamente sumergida, sumergida con las otras escritoras, agitando junto con Claudia Piñeiro y luego también con otras compañeras escritoras, las lecturas, agitando para los escenarios, las producciones literarias y de palabra, y el vivo, prácticamente todas las semanas con alguna acción poética, perfomática, junto a otros colectivos también de poetas y a la pregunta de mi amiga Vivi Telas, que me dijo, “¿cómo te hiciste activista?” Y ahí me di cuenta que desde que era muy chica había tomado, de un modo medio raro, sin buscarlo, del mismo modo en que tomé el activismo en La Marea Verde, un lugar de lideresa por el arte, por la declamación, que era lo que había aprendido de mi madre que nos recitaba poemas. Y yo había ejercido durante más de dos décadas, había inventado, había armado y llevado adelante tres ciclos, lecturas más música, Confesionario, Historia de mi Vida Privada y Libro Marcado, que eran tres instancias, que siguen siendo, porque están en continuo movimiento, tres instancias de encuentro entre…, de generar comunidad entre escritores, artistas y una audiencia también.
La fábula autobiográfica tiene que ver con darle lugar a los mitos personales, es una autobiografía de la imaginación, de las percepciones, de los sentidos, del aparato senso-perceptivo: el gusto, el tacto, el oído, la visión, tiene muchas imágenes y muchos sonidos.
En la novela la red de mujeres es fundamental
-Las mujeres en la novela se sostienen desde la hermandad, desde eso que dice Judith Butler que el feminismo son autobiografías interconectadas: hay una singularidad en cada una de nosotras y a la vez hay algo en común, esa singularidad tiene una construcción que atraviesa zonas comunes que nos hermana a las mujeres dentro de una sociedad patriarcal.
Cuando fui por primera vez a una reunión de Nosotras proponemos, cada una iba contando su historia en relación sobre todo a las trabas laborales, de crecimiento, de desarrollo, había muchas historias en común: no ser escuchadas, ser ninguneadas, que nos exijan el doble, muchas experiencias en común. En la novela las hermanas tienen una diferencia de 3 años y están viviendo cosas muy distintas pero a la vez hay una herida, una tristeza en común que es la muerte del padre y tener que salir entre todas de ahí. En ese momento además, era la Guerra de Malvinas, a mi madre la echaron de su trabajo en el Hospital Rivadavia, que amaba. Yo tenía que volver del colegio donde me mandaban escrutada porque me había puesto una media color amarillo patito en vez de blanca y enfrentar que éramos menores de edad y en la calle había licencia para llevarte y detenerte.
¿Qué repercusiones estás teniendo?
-Empezó a leerse en un ámbito académico, en Harvard, también estuvo en Princeton y en Colombia en Filbo, estoy recibiendo lectores de Ecuador, de Perú, de Colombia. Y aquí está saliendo ahora, siento mucha conexión con los, las y les lectores, me parece que es un libro bastante transversal porque las reververancias vienen de lectores de diferentes edades y lugares. Es un libro que va por fuera de cualquier normatividad, está escrito desde un lugar totalmente genuino, desde las percepciones y las emociones.
¿Y en qué estás trabajando ahora?
-Estoy trabajando en el tercer libro de la saga. No corrijo tachando palabras sino que voy con borbotones y después hago un trabajo de montaje, de cambiar el orden de las situaciones, darles pista a ideas, a personajes que aparecen. Creo que la saga va a seguir con el personaje de la narradora fuera de la casa y en una primera relación de amor.