Redacción Canal Abierto | Como la vida, Marta Maffei insiste. Pionera en la defensa de los bienes comunes, quien supo liderar el gremio más importante de docentes y ocupar una banca en la Cámara Baja, hoy lucha desde el llano. Y, desde allí, forma parte de un proyecto colectivo integrado por múltiples organizaciones que puso el eje donde urge: el derecho al agua.
“Es un proyecto que hemos elaborado un grupo de compañeros, con mucha participación y con el intercambio, el trabajo y el aporte extraordinario de muchas comunidades”, explica.
Se trata de la Ley Nacional por el Agua, que intentará ser presentada en el Congreso a través de la figura de iniciativa popular, una herramienta ciudadana que —recolección de firma mediante— permite presentar proyectos en la Cámara de Diputados y la obliga a tratarlos en el término de doce meses.
“La idea de la Campaña Plurinacional en Defensa del Agua para la Vida es generar conciencia. Porque la situación de los bienes naturales está en equilibrio inestable y peligroso para muchos de esos bienes, y lo más importante es que la comunidad sepa, que esté informada, y que tome decisiones y que a partir de ese conocimiento pueda ir transformando esa realidad”, detalla Maffei en diálogo con Canal Abierto.
Elaborado en pandemia, el proyecto de Ley Nacional del Agua que pretende impulsar la Campaña es un marco legal para defender el agua, un recurso finito y no renovable. “Podemos hacer muchas cosas, pero no fabricar agua. Y el planeta Tierra tiene vida porque tiene agua líquida”, resalta.
Un modelo de explotación
“El último Congreso de las Naciones Unidas, en marzo, fue por el agua. Después de 47 años que no se reunían por un tema específico, se reunieron por el agua —señala Maffei—. La gravedad de la situación es tan grande que hay una inminencia de muchas enfermedades y muchos fallecimientos debido a las condiciones del agua, a su contaminación, sobre todo en la niñez. Hemos colocado a los más indefensos, a los más pobres, a los que viven en las villas de emergencia, a los que no tienen acceso al agua potable, en una situación de altísimo riesgo”
Luego agrega: “En los últimos años, los sistemas productivos se han apropiado fuertemente del agua como parte del proceso. Por ejemplo, el fracking. La fractura hidráulica lleva un 90% de agua dulce extraída de los glaciares y de los ríos, un 9% de arenas silíceas, y un 1% de químicos. Unos 300 químicos abrasivos, de una peligrosidad extraordinaria que se infiltran en la tierra, que va a las napas, a los ríos subterráneos y cuando el proceso termina una parte de lo inyectado vuelve a la superficie”.
De la misma manera actúan procesos productivos de alto impacto ambiental como la minería a cielo abierto o la agricultura industrial.
“Al ser humano, creer que estaba hecho a imagen y semejanza de Dios lo confundió un poco. Y creyó que era Dios y que podía modificar todo lo que existe sobre la Tierra. Esto ha hecho que hasta en economía se crean que pueden funcionar sin la base material del planeta —asegura la ex titular de Ctera—. Y esto pasa con los partidos políticos. No tienen ni la menor idea de qué es lo que está sucediendo y tampoco tienen una idea clara de la responsabilidad política sobre el ambiente. Hay una transformación acelerada en detrimento del ambiente que es una combinación de las demandas de los grupos económicos, de las deudas y de decisiones políticas que apañan un modo de explotación”.
Y enfatiza: “Los pueblos empiezan a darse cuenta de que en esto se les va la vida. Nos tenemos que liberar de estas formas de producción que nos matan. Podemos empezar a construir esa capacidad de salir de la colonialidad, volver a pensar lo pensado y lo no pensado, y construir de un modo diferente”.
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Entrevistadora: Gladys Stagno