Redacción Canal Abierto | El caudal de votos obtenido por Javier Milei en las PASO desató una batería de análisis sobre una medida económica que nadie hubiese considerado seriamente antes del 13 de agosto. Se trata de la dolarización, eje central de la propuesta para Argentina del candidato de La Libertad Avanza y detonante de catástrofes para no pocos especialistas.
La dolarización de la economía: nuevo endeudamiento y shock de licuación salarial se titula el informe que el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) que desglosa, en cinco capítulos, la viabilidad de dolarizar las finanzas argentinas, proyecto que Milei considera “recontra fácil” y que promete será el primero en enviar al Congreso si asume la Presidencia.
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Pesos por dólares: la conversión inviable
Según el CEPA, la economía argentina se encuentra atravesada “por serias dificultades en la acumulación de reservas por parte del Banco Central (BCRA)”.
“En el escenario presente de escasez de dólares, la dolarización implicaría, por lo menos, una mega devaluación para reemplazar los pesos existentes con los dólares disponibles en el Banco Central, sumado a un mayor nivel de endeudamiento externo”, aseguran.
De acuerdo con el CEPA, los dichos de Milei en distintos medios de comunicación –que aseguran tener “los dólares físicos para sacar los pesos físicos, que son 10.000 millones de dólares la base monetaria”– no toman en cuenta para calcular el valor neto de las reservas los pasivos que tiene el Banco Central (repo con el Seguro de Depositantes SEDESA, la línea crediticia con el Banco de Pagos Internacionales, etc.), ni los encajes de los depósitos bancarios constituidos en dólares estadounidenses.
“De esta forma, el candidato de La Libertad Avanza estaría valiéndose de activos que ofician de respaldo de los ahorros en dólares de las y los argentinos: es tomar los encajes que no le pertenecen y violar contratos”, aseguran. Y concluyen: “Esto convierte en inviable a la propuesta”.
También hacen referencia a la importancia de las Letras de Liquidez (Leliq) y otros pasivos en pesos del BCRA, que funcionan como el respaldo de los depósitos bancarios en moneda nacional. “No reemplazarlos y sólo hacer el cambio de moneda en los registros contables de los bancos podría derivar en que, cuando un depositante pretenda retirar su depósito, ahora convertido a dólares, esos dólares no estén, generando una crisis bancaria en la cual el BCRA no pueda actuar como prestamista de última instancia ya que no tendría dólares para hacerlo”, detallan.
Las Leliq, Notaliq y los pases pasivos ascienden a $ 17,09 billones. “Sumando estos otros pesos a la base monetaria, lo que asciende a $ 23,48 billones, el tipo de cambio de conversión sería de alrededor de $ 3.670”, calculan desde el CEPA.
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Más deuda: empeñar las “joyas de la abuela”
Emilio Ocampo, uno de los principales mentores de Milei, explicó que para realizar este plan se necesita “un montón de guita ahora” y utilizó la metáfora de pedirle a la abuela “las joyas” para empañarlas en “la calle Libertad” y recuperarlas a futuro.
Si se realiza un análisis integral de la propuesta de dolarización que Milei-Ocampo impulsan, el CEPA detalla que los escenarios deben incluir la colocación de deuda como variable clave, para garantizar el ingreso de dólares que financien el nuevo esquema y respalden la totalidad de los pasivos a cubrir. Esto es lo que denominan “liquidar el Banco Central”, es decir, cancelar todos los pasivos del BCRA y poder prescindir del mismo.
Se trata de una relación inversamente proporcional: “a más devaluación, menor deuda requerida por la mayor licuación de los pesos y al revés, a menor devaluación, más deuda”, explica el CEPA. Y analiza tres escenarios posibles para realizar esta idea.
En el primero, se plantea una devaluación a $3.000 y deuda equivalente a un nuevo FMI. En el segundo, la devaluación sería a $5.000 y se combinaría con colocación de deuda nominal a USD 39.700 millones. En el tercero, se devaluaría 130% y se necesitarían “más de dos préstamos con el FMI para dolarizar”.
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Licuación de los salarios
“La conversión de pesos por dólares supone un gran ajuste en el valor del tipo de cambio. Se trataría de una gran devaluación con impacto en salarios e ingresos de la población y a la vez, el incumplimiento de contratos de ahorristas en dólares dada la utilización para la dolarización, salvo que sean reemplazados con más deuda”, concluye el CEPA.
En los dos escenarios posibles que evalúa, la licuación de salarios ocurriría así:
Opción A: reemplazo solamente de base monetaria con respaldo de reservas neteadas de pasivos seleccionados (según propuesta de Milei): dólar a $998,86 (prácticamente $1.000). Tomando como base un salario promedio del sector privado ($375.000) –al dólar oficial de hoy, equivalente a USD 891–, pasaría a valer USD 312. Una pérdida del -65% del poder adquisitivo.
Opción B: reemplazo de base monetaria, Leliqs y otros títulos con respaldo de reservas neteadas de pasivos seleccionados (según propuesta de Milei): dólar a $3.670. El salario promedio anterior pasaría a valer USD 85, con una pérdida del poder adquisitivo de -90,5%.
Y agregan: “Si se realizara un sencillo ejercicio de estimación de la evolución de precios seleccionados, con los escenarios de devaluación mencionados y un pass through similar al de las devaluaciones del 16 de diciembre de 2015, los incrementos de precios se aproximarían al valor del kilo de pan de hasta $5,8 mil, y el kilo de asado de hasta $14,7 mil. Todo ello sin una compensación de ingresos mediante, sino todo lo contrario”.
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Pérdida de herramientas de política económica
En un esquema de desaparición del peso argentino, también se trastoca la caja de herramientas de la administración de la política económica: “desaparecen la política cambiaria, fiscal y monetaria”, aclara el informe.
Y detalla: “Ello significa el abandono de la diversificación productiva vía política industrial, de cualquier forma de financiamiento de déficit que no sea tomando deuda en dólares y del rol contracíclico del Estado frente a crisis de magnitud, como la pandemia”.
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El caso Ecuador
En enero de 2000, con una profunda crisis económica, el gobierno de Mahuad decretó la dolarización de la economía, y de esta forma Ecuador se convirtió en el primer país latinoamericano en eliminar su moneda nacional. La dolarización, adoptada como medida drástica con el objetivo de estabilizar, no evitó sin embargo su caída. “Pero el esquema que dejó armado significó que la posibilidad de hacer sostenible la economía ecuatoriana pasara a depender de los precios internacionales del petróleo y el envío de remesas de emigrantes, con una premisa de austeridad fiscal y mayor eficiencia tributaria”, afirma el CEPA.
Asimismo, recuerda que Ecuador perdió casi 60% de su salario mínimo en términos reales, y que la dolarización, a su vez, “significó una fuerte devaluación, con un dólar multiplicándose cinco veces, que pulverizó los ahorros, los salarios y las jubilaciones”.
Luego agrega: “En los años siguientes la mejora salarial no logró recuperar lo perdido desde 1980, sino la mitad”. Aunque se produjo una recuperación del salario mínimo desde 2000, el valor al que ascendió en 2011 se ubicó 30 puntos por debajo de 1980. Incluso en 2021, el salario mínimo se sostenía en 12 puntos por debajo de 1980.
“Dicho de otro modo: en Ecuador la dolarización consolidó la erosión salarial y solidificó un estado de situación de distribución desigual del ingreso que no pudo revertirse en los años posteriores (a diferencia del caso argentino)”, resume.
Por otro lado, para financiar su déficit, Ecuador tomó deuda en dólares, la cual hoy asciende a 62% sobre su PBI.
Según detalla el estudio, el caso ecuatoriano forma parte de una acotada lista de países que perdió soberanía monetaria, tales como Panamá, El Salvador, Montenegro, Palaus, Kosovo, Islas Marshall, Estados Federados de Micronesia y Timor Oriental, y “que se encuentran muy lejos de los ejemplos de desarrollo económico occidental que la literatura – incluso liberal – propone seguir”.
Conclusiones
Finalmente, el estudio asegura que, a la luz de los cálculos realizados sobre la dolarización en el caso argentino y su carácter impracticable, y en virtud del estudio del caso ecuatoriano, “se observa que la dolarización implica dos momentos: en primera instancia, el ajuste devaluatorio (esencialmente una reducción de la participación de los salarios en la economía), que en Argentina requiere el incremento del nivel de endeudamiento como vehículo para financiar el nuevo esquema; y en una segunda instancia, una economía condicionada por el corset dolarizador”.
“Lo que la propuesta libertaria ofrece como mejora y bienestar de los asalariados, prometiendo mayor poder adquisitivo, no se consigue ni en el momento uno, ni luego del sacrificio inicial”, concluye.
Y sintetiza: “La dolarización no resuelve la raíz estructural de los desequilibrios macroeconómicos en Argentina, sino que elimina la moneda propia, ajusta drásticamente el déficit fiscal (con lógico impacto en partidas sociales), licúa salarios e incrementa el endeudamiento, abandonando la opción productiva. Es un cambio de ordenamiento profundo para virar hacia una economía para unos pocos”.
Ilustración: Marcelo Spotti