Redacción Canal Abierto | “La tasa de homicidios dolosos en general –sin distinción por género– disminuyó notablemente en el mismo período (últimos ocho años), pero no se reflejó en la tasa de femicidios. Este hallazgo abona el argumento de que los homicidios de mujeres por razones de género responden a causas distintas”.
El fragmento es parte del último informe del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre Inseguridad y Violencia (CELIV) de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), que analizó el impacto de los homicidios en la Argentina en el período 2001-2021.
¿Qué diferencias existen entre los homicidios dolosos en general y los femicidios? ¿Dónde y cómo ocurren unos y otros? ¿Quiénes son los victimarios?
En números
El informe del CELIV, de 97 páginas, abunda en información detallada sobre los homicidios en la Argentina: dónde ocurren, cómo estamos en comparación con el resto del mundo, cuáles son las características demográficas de víctimas e inculpados, cuál es el proceder de la Justicia penal y qué políticas públicas se están abordando para la reducción de la tasa. Pero reserva un apartado para los femicidios, que presentan una evolución particular.
En lo que refiere a homicidios, Argentina es un país con un nivel “medio” en el contexto global, con tasas que en los últimos diez años fluctuaron entre cinco y seis homicidios por cada 100.000 habitantes (el promedio internacional es de 6,1/100.000 habitantes).
Si se toma en consideración el contexto continental—América Latina es la región con más asesinatos del mundo—, la tasa de homicidios de Argentina duplica la de la mayoría de los países de Europa, pero es bastante inferior al promedio de Latinoamérica (Chile es el único país de la región con una tasa inferior de homicidios a la de nuestro país).
También se desprende del estudio que el homicidio doloso es un fenómeno preponderantemente urbano, que poco más de la mitad se cometen con armas de fuego y que, tanto víctimas como victimarios, son mayoritariamente varones jóvenes (de 15 y 34 años). Menos del 20% de las víctimas son mujeres.
Sin embargo, aunque en Argentina ha habido una tendencia hacia la reducción de homicidios desde 2014, la tasa de mujeres víctimas de homicidio presenta “estabilidad a lo largo del tiempo”.
Lo hecho no alcanza
El término “femicidio” ha sido creado para diferenciar y visibilizar los asesinatos de mujeres en un contexto de violencia de género, y pasó a ser un agravante del homicidio el 15 de noviembre de 2012 con la reforma del Código Penal, que establece penas de 8 a 25 años. De acuerdo con las estadísticas, cada año mueren aproximadamente entre 250 y 300 mujeres víctimas de femicidio.
“Para las mujeres el riesgo de ser víctima de homicidio es bastante similar a cualquier edad a partir de los 15 años”, sostiene el informe. Y establece que la vía pública y el domicilio particular son los principales lugares donde ocurren los homicidios dolosos. Sin embargo, las diferencias entre víctimas varones y mujeres son prácticamente simétricas: “la mayor proporción de víctimas hombres es en la vía pública y la de mujeres en el domicilio particular”. Y, aunque a nivel global cerca del 95% de los homicidas son varones, y son varones también casi ocho de cada diez víctimas, “las mujeres y las niñas representan una porción de las víctimas mucho mayor en los crímenes cometidos en el escenario íntimo”.
De acuerdo con el estudio —que se monta en las estadísticas que relevan distintos observatorios, entre ellos la Oficina de Mujer, que depende de la Corte Suprema de Justicia de la Nación—, en Argentina, una mujer o niña es asesinada cada 32 horas por razones de género.
“Aún con las diferencias metodológicas que existen en los registros de los distintos observatorios en Argentina, los datos revelan que los femicidios en los últimos ocho años se han mantenido constantes. Esta tendencia constante sucede incluso en un contexto de avances en materia de políticas públicas, creación de leyes específicas y reconocimiento de derechos que ubican al país entre los pioneros y referentes en materia de lucha contra la violencia de género —explica el CELIV—. Esto evidencia la dificultad que existe para disminuir la violencia contra la mujer y el complejo problema de desarticular el arraigo histórico y estructural de la desigualdad de género, la discriminación y la distancia entre la letra del derecho y la vida de las personas”.
Mayormente, este hecho tiene lugar en la casa que comparten en común, en la casa de él o en el domicilio de ella. Siempre dirigido hacia la mujer y fundamentalmente perpetrado por un varón cis heterosexual.
Otras y nuevas violencias
En lo que refiere a trans/travesticidios —entendidos como “manifestaciones de violencia letal por prejuicio, crímenes de odio y de violencia de género que se caracterizan por la discriminación y el rechazo hacia las identidades y expresiones de las feminidades trans”—, la mayoría de los observatorios marcan una leve tendencia en ascenso hasta 2021. “Asimismo, la mayoría de los estudios coinciden en que estos hechos se caracterizan por una extrema violencia sobre el cuerpo de las víctimas, con cuerpos expuestos en espacios públicos y con investigaciones parciales o inconclusas”, detalla el CELIV.
Por otro lado, el estudio releva las tentativas de femicidio, crímenes de género que normalmente se subregistran, dado que suelen ser minimizadas cuando pasan por la lupa de la justicia, un importante número de hechos son condenados como lesiones, entre otros motivos.
“Finalmente, consideramos importante destacar que en algunas ciudades del país los femicidios han aumentado y han aparecido tipologías ‘nuevas’ relacionadas con las economías ilícitas y la violencia feminicida narco. En estos casos, la mujer es el territorio de violencia de las organizaciones criminales. (…) Es un asunto relevante que enciende nuevas alertas y merece ser estudiado con mayor profundidad”, finaliza el informe.