Redacción Canal Abierto | El Tribunal Oral Federal (TOF) de General Roca terminó de escuchar, este miércoles 11 de octubre, a los últimos tres testigos –todos ellos miembros de la Prefectura Naval Argentina– que cerraron el tramo testimonial del juicio oral y público por el crimen del joven mapuche Rafael Nahuel, ocurrido el 25 de noviembre de 2017 tras el desalojo de la comunidad Lafken Winkul Mapu en Villa Mascardi.
Luego de dieciocho audiencias quedó fehacientemente demostrado que Nahuel fue asesinado con un disparo por la espalda de un subfusil MP5 efectuado por alguno de los agentes de la Prefectura Naval del grupo Albatros enviados a recorrer el área en un operativo de reconocimiento tras el operativo judicial de dos días atrás.
En la causa se encuentran imputados el prefecto Sergio Cavia por “homicidio agravado cometido en exceso de legítima defensa”, y sus compañeros los agentes Francisco Javier Pintos, Juan Ramón Obregón, Carlos Valentín Sosa y Sergio García son señalados como “partícipes necesarios” de ese delito.
En esta última audiencia oral, el tribunal informó que el 24 de octubre próximo se realizará una nueva inspección ocular en el lugar de los hechos; luego será el turno de los alegatos y con posterioridad, la sentencia. De esta forma se estima que durante el mes de noviembre se sabrá si la Justicia condena o no a los Albatros imputados por el homicidio.
“No hay duda de que los hechos ocurrieron como fueron denunciados y tal como lo declararon los testigos presenciales Johana Colhuan, Lautaro González Curruhuinca y Fausto Jones Huala, que fueron los únicos que estuvieron allí y también fueron víctimas –Johana, prima de Nahuel, fue herida en su hombro izquierdo–”, sostiene en diálogo con Canal Abierto Ezequiel Palavecino, abogado querellante en representación de Graciela Salvo y Alejandro Nahuel, los padres de Rafita, y miembro de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) Bariloche.
“Las otras personas que estuvieron ahí son los prefectos imputados. Obviamente ellos han intentado tergiversar los hechos y no tienen la obligación de decir la verdad. Sus testimonios en las indagatorias, de la etapa de instrucción, y en las ampliaciones que hicieron durante el debate fueron diferentes.
“Lo que manifestaron, a nuestro entender ratifica lo que venimos sosteniendo, que no había ningún motivo para ir a por los integrantes de la comunidad más que esta intención deliberada de cazarlos.
“La misma disposición del terreno, que se evidencia incluso cuando ellos dibujan donde estaban dispuestos y dónde los jóvenes mapuches, demuestra que no fue una emboscada como declaran y que no estaban en una peor situación que los integrantes de la comunidad. Obviamente no estaban bajo fuego; no hubo ni una sola prueba acabada a lo largo del debate, ningún elemento que pueda sustanciar o sostener la tesis de la defensa de que hubo un enfrentamiento y de que los prefectos fueron atacados con armas.”
¿La tesis del enfrentamiento quedó totalmente descartada?
-Para mí no hay manera de que la sostengan. No hubo ninguna prueba en el debate, ni siquiera un vestigio, de que haya habido algo parecido a un enfrentamiento. Ya lo sabíamos, pero quedó probado y es lo que había que demostrar. No hubo ni una bala que no fuera de 9 milímetros que es la oficial de las fuerzas de seguridad.
Tampoco hubo ningún otro testigo que dijera que hubiera visto, escuchado o confrontado de manera directa y haya declarado que hubiera otras armas que no fueran las de los prefectos.
Durante el debate, también escuchamos el relato que traía la Prefectura del ataque con lanzas, boleadoras y piedras. Las “lanzas” eran un pedazo de caña con un pompón en la punta, totalmente ornamentales y que los mapuches usan para las ceremonias.
El uso de las boleadoras no resiste ningún análisis. Los mismos prefectos declararon que era un lugar boscoso, que no se veía bien, que era muy arbolado. Basta el sentido común para darnos cuenta de que es imposible usar ahí una especie de boleadora, porque a los 30 centímetros se hubiera enganchado en alguna rama.
Nos quedan solamente las piedras. Por las mismas distancias que marcaron los prefectos cuando hicieron el dibujo de dónde estaban los integrantes de la comunidad y dónde estaban ellos, casi no había manera de que se pueda concretar una agresión. Estamos totalmente lejos de algún escenario de enfrentamiento.
Por otro lado, era mucho más fácil que ellos se retiren, si estaban buscando resguardo como declararon en la indagatoria, a que sigan avanzando para intentar detenerlos o para buscar refugio. Lo más razonable era ir para abajo y en unos pocos metros ya hubieran salido de cualquier supuesto enfrentamiento. Incluso dentro de su propio relato, no resiste ningún análisis lógico lo que vienen sosteniendo.
¿Cuáles son los siguientes pasos del juicio?
-El 24 de octubre se va a hacer la inspección ocular en el lugar. Después, el 1º de noviembre va a haber una ampliación de la indagatoria. El 7 y 8 de noviembre, los alegatos de la acusación, es decir de las querellas y la fiscalía; y después quedaría para el 14 y 15 los de la defensa. Luego se pasaría al veredicto, previsto para miércoles 22 de noviembre.
Según tu lectura ¿qué sentencia podemos esperar?
–Creo que no hay dudas de que va a ser una sentencia condenatoria. No hay dudas de que todos los prefectos sabían lo que estaban haciendo, de que todos fueron más allá de una cuestión lógica o de la indicación que tenían, de que todos participaron para ir a cazar a los integrantes de la comunidad y que se retiraron una vez que vieron o creyeron que habían dado muerte a varios integrantes porque no fue solamente que mataron a Rafael sino que también hirieron a dos más. Queda claro que fue una cacería lisa y llana.
Por lo que se debatió en este juicio habría una condena para los cinco prefectos.
¿Cómo está la familia, cómo están los Nahuel?
-Participaron activamente de todo el debate pero después de que declararon los testigos presenciales, sobre todo tras la declaración de Johana Colhuan, que logró trasladar a todas las personas que estábamos escuchando su declaración a ese momento, el papá de Rafa, Tito, se levantó, estaba con Ezequiel, su otro hijo, y se fueron muy conmovidos. Después de eso no han querido participar más. Fue muy fuerte.
Están esperando justicia, que para ellos, que les mataron un hijo, siempre va a ser limitada. Obviamente esperan una sentencia condenatoria para estos cinco perfectos que estaban armados con balas de plomo, hasta los dientes y lo único que hicieron fue tirotear, lanzar una balacera tremenda por la espalda a todos los integrantes de la comunidad y así lo matan a Rafa.