Redacción Canal Abierto | Con el crecimiento de los discursos liberales que han cobrado impulso entre las opciones electorales, también ganado fuerza entre el imaginario social una versión de la historia que postula a la Argentina de principios del siglo XX como una potencia económica que, producto de los modelos “populistas”, se convirtió en un país tercermundista.
Confirmar o desmentir los mitos del “granero del mundo” y “la París de Sudamérica” fue el eje de la nota que publicó esta semana el prestigioso portal británico BBC News titulada «Cuán rica llegó a ser realmente Argentina y cómo y cuándo comenzó su desplome económico».
En ella, la periodista Verónica Smink se pregunta: “¿fue realmente Argentina el país más rico del mundo? Y ¿cómo pasó de estar entre las naciones más acaudaladas a ser uno de países con mayor inflación del planeta?”.
Comienzos de siglo XX
Para analizar la veracidad de estas afirmaciones, la nota toma como referencia datos del Proyecto Maddison, que utiliza diversas estadísticas económicas históricas para estimar el Producto Interno Bruto por habitante (PIB per cápita o PIBpc) desde el comienzo de la civilización, ya que esta variable empezó a medirse oficialmente en la Argentina a mediados del siglo XX.
“En 2018, esa serie estadística -creada por el economista británico Angus Maddison y luego mantenida, hasta la actualidad, por la Universidad de Groninga, en Países Bajos- estimó que Argentina había sido el país más rico del mundo en el año 1896, y que luego se mantuvo entre los más acaudalados en las primeras décadas del siglo XX. Sin embargo, la metodología utilizada fue cuestionada por muchos historiadores económicos, llevando a la publicación de una nueva serie estadística en 2020 que le quitó la corona de #1 al país sudamericano, relegándolo al sexto puesto”, detalla.
Según esta medición, en 1913, antes de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el PIBpc argentino era de US$ 6.052, mientras que el de Estados Unidos era de US$ 10.108, el del Reino Unido estaba en US$ 8.212, y el de Australia en US$ 8.220.
Sin embargo, era superior al de varios países europeos —España (US$ 3.067), Alemania (US$ 5.815), Francia (US$ 5.555), e Italia (US$ 4.057)—, estaba muy por encima de los hoy poderosos asiáticos —China (US$ 985) y Japón (US$ 2.431)— y también de las demás repúblicas de la región —Uruguay (US$ 4.838), Chile (US$ 4.836), México (US$ 2.004) y Brasil (US$1.046).
El sospechoso de siempre
El pensamiento liberal que ha agitado la nostalgia por la Argentina del Centenario completa su relato con el señalamiento de un responsable del declive: el surgimiento del peronismo.
Para establecer si esta responsabilidad es certera o no, la BBC Mundo consultó con el economista Fausto Spotorno, vicepresidente de la Fundación Norte y Sur, quien compiló las estadísticas económicas de Argentina desde 1810 hasta 2018.
“Los datos muestran que el crecimiento económico argentino se empezó a frenar a partir de 1930, cuando el país sudamericano sufrió un embate doble: los impactos de la crisis internacional, por la caída de la bolsa de Wall Street, y su primer golpe de Estado militar”, asegura el experto.
En relación al peronismo, plantea que a partir de 1946 “la cosa se empezó a complicar” porque es allí cuando comenzó a aparecer la inflación, flagelo constante en la historia económica nacional. ¿Por qué?: “Porque aumentó mucho el gasto. Argentina tenía un gasto público del 8,5% del PIB y en la segunda mitad de la década de 1940 aumentó al 12%”.
Sin embargo, Spotorno aclara que “muchos de los problemas que enfrentó Perón habían surgido antes de su llegada, y se agravaron por el contexto internacional desfavorable que trajo la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Los países europeos a los que Argentina exportaba su agricultura retaceaban los pagos”. Y el país, que por décadas había tenido superávit primario, empezó a tener déficit.
Debido a la guerra, este agujero fiscal no podía ser resuelto con endeudamiento, por lo que se resolvió con emisión —nacionalizando el Banco Central— para poder aumentar el gasto público.
Pese a todo, Perón había logrado reducir la inflación “a menos del 4% antes de ser derrocado por un golpe de Estado en 1955”, señala Smink.
¿Quién es el responsable?
“Académicos como Eugenio Díaz Bonilla, economista y profesor de la George Washington University, han resaltado que si uno contrasta el trayecto económico de Argentina con el de Australia —que sufrió los mismos embates internacionales y tampoco estuvo incluido en el Plan Marshall— puede ver que el verdadero desplome del país sudamericano no ocurrió con el surgimiento del peronismo sino décadas más tarde, con la llegada del último régimen militar, que aplicó políticas neoliberales”, asegura la BBC.
“Si uno compara a ambos países tomando como punto de referencia su distancia respecto al ingreso per capita de Estados Unidos, ve que la relación se mantiene pareja desde 1900 hasta 1975. El cambio se da con el golpe de 1976″, detalla Díaz Bonilla.
En la misma línea se pronuncia el historiador argentino Ezequiel Adamovsky, también citado por el portal británico: “En los treinta años posteriores a 1945 la Argentina duplicó su ingreso per cápita y amplió su producto a ritmos superiores a los de Estados Unidos y también a los del Reino Unido, Australia o Nueva Zelanda (aunque fueron superados por los de algunos países de Europa)”.
“Es recién en 1975 que la economía local sufre una caída abrupta y pierde terreno por comparación no sólo con los países más avanzados, sino prácticamente con todo el mundo. Desde 1975 sí puede decirse que el país sufre un declive», afirma Adamovsky.
Finalmente, y más allá de lo económico, la nota destaca que los diversos analistas consultados coinciden en que el problema de fondo que afectó a la Argentina y la empujó del top 10 al actual puesto 66 del mundo fue la inestabilidad institucional: en el siglo XX hubo en el país seis golpes de Estado.
“Spotorno dice que esa inestabilidad democrática hizo que Argentina perdiera el atractivo que había tenido a finales del siglo XIX y comienzos del XX: ‘Si tenés un golpe de Estado cada dos por tres y se violan las instituciones obviamente las inversiones empiezan a flaquear’”, cita la BBC.
Cada ruptura institucional —concluye Smink— fue acompañada por un cambio abrupto de rumbo económico (el “péndulo argentino”), que rompió lo construido bajo la promesa de un futuro exitoso y distinto, que nunca fue tal.
Ilustración: Marcelo Spotti