Redacción Canal Abierto | “Acá yo traje el ejemplo de la industria textil donde, restringiendo importaciones y teniendo una sobrerregulación, no existía competencia. Entonces, lo que nos termina pasando a los argentinos en pos de los privilegios de unos pocos, es que quedamos presos de tener que comprar productos caros y muchas veces de baja calidad. Estos también son privilegios de la casta”.
Las palabras del vocero de la presidencia, Manuel Adorni, formaron parte su conferencia de prensa de este miércoles, donde intentaba explicar las medidas que el gobierno de Javier Milei llevaría adelante para lograr lo que denomina “uno de sus tres pilares”: “la eliminación de los privilegios de la casta”.
En la Argentina, se calcula que la industria textil emplea a unas 300.000 personas en la economía formal, y a otras 200.000 en la informal, gracias a un repunte heroico tras la debacle sufrida durante el gobierno de Mauricio Macri, que incluyó decenas de miles de despidos y cierre de empresas.
Y, como era de esperar, la declaración de Adorni no fue bien tomada en un sector que suele ser blanco predilecto de los gobiernos liberales. “¿Somos nosotros una casta, que tenemos más de 120.000 negocios donde se puede comprar una prenda, como un jean, de $6.000 a $120.000? ¿O lo son las estaciones de servicio donde hay tres marcas casi sin variación de precio?”, se pregunta Marco Meloni, industrial textil, vicepresidente de Industriales Pymes Argentinos (IPA), e integrante del Movimiento Productivo 25 de Mayo, en diálogo con Canal Abierto.
¿Cómo tomaron los textiles las declaraciones que les dirigió Adorni?
– Asusta el desconocimiento del vocero. Decir que estaba prohibido importar es desconocer los números. En los últimos 15 años hubo la mayor importación de textiles e indumentaria de la historia, eso se ve en los datos de la Aduana. Es decir, que hubo más importaciones que en la época de Macri, de (Domingo) Cavallo, de (Fernando) De la Rúa. La problemática es mucho más compleja.
«Son casta las empresas que se han usado para dar empleo según los vientos políticos»
Manuel Adorni dijo que Yacimientos Carboníferos Río Turbio «hace 20 años que no produce nada» y afirmó: «En la industria textil quedamos presos de comprar productos caros y de baja calidad». pic.twitter.com/GP8SZ4OwTA
— Corta 🏆 (@somoscorta) January 3, 2024
Pero Adorni sostiene que la ropa nacional es cara…
–¡En el shopping! Donde algunas marcas son 100% importadas, los alquileres son altos y la ganancia está sometida a las promociones y las cuotas, que implican un costo de financiamiento alto. Un jean vale 6.000 pesos en Flores y otro vale 120.000 pesos en un shopping. En esa franja hay lo que quieras. Somos 5.000 empresas textiles, hay más de 20.000 talleres, hay más de 100.000 negocios que expenden textiles nacionales e importados. Claro que hay competencia. Hay más de 1.500 marcas nacionales. Dónde está más caro es donde hay más importación.
En la inflación interanual, de noviembre a noviembre, la ropa subió 139%. La nafta, 170%, la leche 170%, el pollo 198%, el tomate 413%, la banana 207%, la gaseosa 283, el arroz 489%. ¿Por qué no hablan del arroz que aumentó 250% más que el textil? No lo sé, habría que ver quiénes son los dueños de los arrozales….
¿Qué es lo que Adorni entiende como “privilegios” y quiere desregular?
–A partir del gobierno del Frente de Todos, la Secretaría de Industria comenzó a administrar el comercio exterior a partir de licencias no automáticas. Es decir que el organismo decidía qué entraba y qué no, en función de lo que ya se fabricaba en el país. Las licencias automáticas eran direccionales para materiales que no se hacían acá como algunos tipos de tela. Toda la cadena de la industria textil importa unos 900 millones de dólares.
¿Qué ha pasado históricamente con el sector cuando se quitan esas regulaciones?
–Con el mecanismo que ellos plantean de los tres períodos que añoran (la tablita de Martínez de Hoz, el 1 a 1 de Cavallo-Menem-De la Rúa, y los años de Macri con apertura de importaciones), nosotros no podíamos comprar ropa acá. Íbamos afuera a comprarla porque era más barata. ¿Por qué la gente se iba a comprar ropa afuera si se suponía que, si importabas, tenías la misma posibilidad de tener la ropa barata acá? En la época de Macri había cola los fines de semana para ir a Chile a comprar ropa, porque abrieron las importaciones y no disciplinaron precios. Lo único que hicimos fue perder mercado interno. Ahora vienen los chilenos a comprar acá.
En 2019 se fueron del país marcas como Wrangler y Lee, ¿a qué obedece que las políticas neoliberales siempre tengan al sector como blanco?
–Creo que son los clichés que suenan bien a la gente porque también es algo aspiracional. Hay gente que quiere comprarse una camisa de marca importada de $80.000, gana $700.000, tiene familia y es difícil, porque es más del 10% del sueldo. Yo lo entiendo. Pero esa marca no compra una media acá, lo importa todo. El problema es de mercado interno. Si abren la importación, y se supone que los precios bajen, pero en su lugar se van yendo las firmas, es porque no venden. Si abren la importación no se van a poder comprar esa camisa, es como pensar que si dolarizan van a ganar los mismos sueldos, pero en dólares.
¿Cómo impactaría hoy una desregulación completa del mercado textil?
–Los cinco países que son textiles por excelencia son India, China, Bangladesh, Indonesia y Pakistán. Entre todos tienen 3.000 millones de habitantes, y hay que darles trabajo. El textil es una manera en que la gente tenga un trabajo rápido y muy barato porque cada máquina de confección es una persona y la máquina es barata. Tienen un montón de gente trabajando 12 horas por día y una oferta mundial de ropa barata, mucha manchada de sangre porque hay trabajo infantil y no hay trazabilidad social. No tienen obra social, ni vacaciones, ni cobran cuando se enferman, ni tienen horas extras.
Si no se hace de alguna manera una administración del comercio exterior ese vendaval de producción se nos viene encima. Y es peor en el hemisferio sur, porque de toda esa ropa que tratan de vender a los países ricos occidentales, Europa y Estados Unidos, cuando pasa el verano quedan remanentes y el verano que viene la moda cambia y en el hemisferio norte ya no la quieren. Por eso vienen y la revientan acá a mitad de precio. Bueno, si quieren competir con Bangladesh van a tener que esclavizar a las personas…
Después de la gran caída que sufrió la industria durante el período 2018-2019, pandemia, mediante, ¿hoy cómo está en términos productivos?
–Tuvimos en 2021 y 2022 dos años de inversión récord desde 2010. Cerca de 500 millones de dólares de inversión. Lo que quiero que se entienda es que esto no es una defensa corporativa sectorial. Industrias como la nuestra, que tienen 50 años, pasaron por 30-35 de crisis profundas. Y estamos vivos. Algo hicimos para sobrevivir, algún mérito tenemos que tener. Muchos hemos exportado, porque somos competitivos. En lugar de decirnos “casta” deberían darnos la mano y decir: “Bien, flaco, te la bancaste”.
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