Fabio Basteiro y Roberto Reinoso* | Se sabe: Aerolíneas Argentinas garantiza diariamente la soberanía aérea nacional volando una red de rutas que vincula a toda la nación. Pero, además, en este 2 de abril con ninguneo oficial conviene recordar que durante la Guerra de Malvinas también puso el cuerpo: sus aviones y un número importante de su personal participaron colaborando en tareas militares del conflicto.
Algunos medios, partidos políticos y trolls de las redes sociales impulsan una fuerte estigmatización de los trabajadores de Aerolíneas. Pero no logran opacar su intervención en esta gesta anti colonialista. Usos de una línea de bandera.
- Puente aéreo. En abril de 1982 la línea de bandera montó un puente aéreo a Malvinas, adonde llevó 89 vuelos. Transportó 6.500 soldados y 270 toneladas de carga en sus aviones Boeing 737, únicas aeronaves de gran porte en condiciones de operar en el aeropuerto de las islas. Los equipos de matrícula LV-LEB y LV-JTD operaron como vuelos de guerra, en operaciones que eran muy exigidas porque debían aterrizar en una pista de sólo 1.250 metros de largo (la del Aeroparque Jorge Newbery tiene 2.690 metros, la de Ushuaia 2.800).
“La mayor dificultad –explicó César Gatti, uno de los cinco pilotos que condujeron esas operaciones– era la de aproximar, aterrizar y frenar casi 46 toneladas de cada vuelo, que tocaban a unos 135 nudos (240 km/h), con un microclima que no ayudaba a la operación. Normalmente la pista estaba mojada, pero a esa edad todas las complicaciones nos fascinaban”.
- Vuelos clandestinos. Ya iniciado el enfrentamiento, desde el 27 de mayo Aerolíneas realizó siete vuelos clandestinos para traer armamento a utilizar en los combates contra las tropas británicas. En los registros de la Fuerza Aérea, están asentados como “vuelos de guerra”, y no fueron difundidos. Recién 30 años después, en 2012, los pilotos que hicieron los vuelos decidieron contarlo, y sus testimonios están reflejados en el libro Malvinas. Los vuelos secretos, del periodista Gonzalo Sánchez.
Tripulando un Boeing 707 de la línea de bandera, en los siete vuelos estos 23 pilotos trajeron 37 toneladas de armas por vuelo desde Tel Aviv, Ciudad del Cabo y Libia. En 1992, el Congreso Nacional ya había declarado a los pilotos como “veteranos de guerra”. “Durante el tiempo que duró esta misión –dijo el comandante Jorge Prelooker, uno de los 23 aviadores–, nos vimos obligados a no respetar prácticamente ninguna de las convenciones formales ni los códigos de seguridad de la aviación aerocomercial”.
- Reconocimiento. La importante participación de Aerolíneas en la guerra se destacó cuando en 2022 Aerolíneas Argentinas dispuso un reconocimiento a los 29 “veteranos de guerra” que, cumpliendo funciones en la empresa, participaron en estas tareas de apoyo durante los enfrentamientos. Su presidente en ese entonces, Pablo Ceriani, destacó: “Queremos reivindicar y poner en valor el importante rol que ha tenido Aerolíneas Argentinas en ese proceso, que es un honor para todos, y un símbolo de la defensa de los intereses de la patria”.
Uno de los casos más emblemáticos quizás sea el del piloto Roberto Címbaro, que en Malvinas tripuló un Hércules de la Fuerza Aérea con el que averió un helicóptero inglés: “Atacamos con mi compañero (el teniente Miguel Ángel) ‘El Sombra’ Giménez, a dos helicópteros Scout. Entramos en combate a muy baja altura, recuerdo que lloviznaba. Él derribó a uno. Me di cuenta por los gritos que escuché por la radio. Al que combatió conmigo lo averié y lo obligué a aterrizar. Quedó de costado, caído en la turba”. Después del conflicto, Címbaro se incorporó como piloto en Aerolíneas, donde voló hasta 2021, año en que se jubiló. Poco después, en su tierra natal, Chaco, propusieron que el aeropuerto de Resistencia llevara su nombre.
*Trabajadores aeronáuticos, autores de “Por qué fracasó la revolución de los aviones?”, Red Editorial, 2022.