Redacción Canal Abierto | Ni bien ingresó al predio de la Rural en Palermo, la concurrencia habitual al evento entendió que la 48ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires no será como cualquier otra.
El Pabellón Ocre, destinado a gobiernos y entes estatales, sindicatos, clubes y otro tipo de instituciones estaba más despejado de lo habitual. La ausencia de muchos stands que hace décadas dicen presente se sumó a una baja concurrencia -quizá por el temporal que azotaba las calles de Buenos Aires- e hizo que la circulación por ese espacio no se asemejara a la vuelta en el Sarmiento en hora pico.
El Pabellón Amarillo, que concentra a la mayoría de las editoriales comerciales, también se vio diezmado. Tampoco allí fue una odisea la circulación. Los espacios de los distintos sellos estaban desiertos.
Donde sí no cabía un alfiler era en el Restaurant Central, el lugar elegido para el acto inaugural, que este año tuvo a la escritora Liliana Hecker como oradora central. Algunas complicaciones de logística para el ingreso obligaron a muchos asistentes a esperar bajo una lluvia cada vez más copiosa, y a postergar por más de treinta minutos el horario anunciado.
Calentando el ambiente
Luego de presentar a Lisboa, ciudad invitada y cuyos representantes no pudieron estar presentes ya que la fecha coincidía con el 50º aniversario de la Revolución de los Claveles, hizo uso de la palabra Alejandro Vaccaro, presidente de la Fundación El Libro, entidad organizadora del evento.
Tras una introducción en la que remarcó que si bien se trata de su edición 48, dos años de suspensión por pandemia impidieron que fuera la entrega que marcaba la media centena. Con ese mojón como referencia, hizo el habitual panorama de situación.
“La industria del libro, que se venía recuperando con mucha dificultad después de la oscura noche de los últimos años de la década pasada, y de la pandemia, encuentra un freno que nos retrotrae a cifras sombrías. Nada como la objetividad de los datos: en 2015 el país produjo 129 millones de libros para caer en 2018 a 26 millones, en 2023 y luego de la pandemia las cifras llegaron a 48 millones de ejemplares. Este año la cifra final no se describe con números sino con palabras: será paupérrima”, empezó a describir.
“Un ataque despiadado a todas las expresiones culturales, sin justificación económica, pero respaldado por un sesgo ideológico alarmante, no hace otra cosa que poner en guardia a los creadores esenciales que nos hacen la vida más placentera”, prosiguió.
“Concurrir a la Feria, este año, representa un acto de rebeldía y de resistencia. Como nunca este espacio plural, activo, será el eje central alrededor del cual girará el repudio de todas las fuerzas culturales a las políticas devastadoras que propone este gobierno”, sentenció. Allí se refirió al acto de desagravio que realizarán mañana por el levantamiento del aire de la TV Pública de los programas Los Siete Locos y Otra trama.
Vaccaro también se explayó sobre el avance del Gobierno sobre Télam, el INCAA, el Instituto del Teatro, la suspensión de compra de libros de texto y el desfinanciamiento a las universidades. A cada mención los aplausos iban in crescendo hasta el punto de la educación, cuando el auditorio se puso de pie.
Si bien las palabras del anfitrión no daban concesiones, el de Javier Milei no es el primer gobierno que recibe críticas en ese ámbito. Pero lo que sucedió a continuación sí tuvo carácter de excepcional.
“No registra la memoria de nuestra Feria que el Gobierno Nacional haya estado ausente, sin un stand, en este evento. La excusa de que la participación del Estado Nacional en la Feria implicaba una erogación de 300 millones de pesos no es otra cosa que una flagrante mentira. Después de una ardua negociación, en la cual accedimos a todos sus requerimientos, el Banco Nación decidió retirar, después de muchos años, su sponsoreo de la Feria, dejando trascender que la orden vino `de arriba´”, expuso el orador.
Y luego apuntó directamente y sin eufemismo al primer mandatario. “Pero esto no es todo, el Presidente de la Nación, luego de despreciar nuestra Feria, no se sonroja y pide participar en este espacio, que está prevista para el próximo domingo 12 de mayo en la Pista Central de La Rural. Su presencia en la Feria, vidriera extraordinaria, implica una serie de erogaciones también extraordinarias, que la Fundación El Libro no puede afrontar”.
Esto dio pie al momento más festejado, en el que a los aplausos se sumaron las carcajadas. Como un judoca que usa la fuerza del contrincante como estrategia, Vaccaro disparó: “se lo digo con una mano en el Corazón: no hay plata. Por lo tanto, todo lo atinente a su seguridad y de la gente que concurra a su evento correrá por su exclusiva cuenta, o lo que es peor, será un gasto extra para el Tesoro Nacional”.
El convidado de piedra
Con el público en estado de efervescencia tras esa primer intervención, quizá no haya sido la mejor idea que el siguiente orador fuera el Jefe de Gobierno de la Ciudad, Jorge Macri. Previamente, la actitud frente a la Feria del distrito que gobierna había sido diferenciada por Vaccaro sobre el final de su discurso.
Pero lo cierto es que ni bien el nombre del primo de Mauricio fue anunciado empezaron los abucheos, a los que algunos tímidos aplausos intentaban contrarrestar. El flamante Jefe de Gobierno y también flamante porteño definió que la Feria del Libro “es emblemática y la sentimos muy nuestra”, sin aclarar si la primera del plural incluía a los residentes en Vicente López.
“Desde chiquito abracé los libros”, dijo al introducir el relato de su relación con la lectura, aunque no nombró un solo título ni autor. Lo más parecido fue referirse a las revistas de historietas que publicaba la editorial Columba.
Esto sirvió como introducción para anunciar una serie de medidas: refuerzo del patrimonio bibliográfico de la ciudad con más de 10.000 nuevos volúmenes, duplicación de las bibliotecas que ofrecen apoyo escolar, creación de un mapa detallado de librerías y bibliotecas y servicios especializados de envío de libros a domicilio para personas mayores o con movilidad reducida.
La estocada final
Las reglas de la casa marcan que tras las palabras de representantes de la Fundación El Libro, la Ciudad y/o la Nación y la ciudad invitada -que, como se indicó arriba, no estuvieron presentes porque tenían compromisos en su país-, el acto se cierra con la voz de alguna figura destacada de las letras.
Si los primeros destinan su participación a dar cuenta del estado de situación del ámbito que representan, la última es quien saca al evento del carácter solemne y deja espacio a inquietudes estéticas. No fue el caso de Liliana Heker.
“¿Tiene sentido celebrar esta nueva emisión de la Feria del Libro en un país en el que día a día crecen la pobreza y la indigencia, hay millares de despidos sin fundamento, la salud y la educación pública están en emergencia, la obra pública fue cancelada, nuestras universidades son desfinanciadas al punto de correr el riesgo de cerrar sus puertas, la investigación científica y tecnológica y el ejercicio de la ciencia y la tecnología están siendo devastados, toda institución o medio que favorece el desarrollo y la difusión de la cultura ha sido desvirtuado o borrado, se entregan nuestras riquezas naturales y el Estado parece ausente aun en caso de epidemia?”, disparó tras una breve introducción en la que rememoró su relación histórica con la Feria.
A partir de allí todo fue una alternancia de descripción del estado de desazón actual con apuestas de esperanza. Un botón de muestra: “estoy convencida de que, quienes nos dedicamos al trabajo creador, seguiremos encontrando también ahora nuevas motivaciones y nuevas formas de expresarnos y de estar presentes. Teatro Abierto fue una presencia muy fuerte durante la dictadura, y el Teatro Comunitario, una expresión luminosa en la crisis del 2001; no vamos a resignarnos al silencio, de eso no me cabe duda”.
Luego se preguntó: “¿Por qué esta intención manifiesta, por parte del gobierno, de menoscabar o suprimir toda institución o medio de comunicación que favorezca o divulgue el conocimiento, el desarrollo científico, la creación artística y la formación universitaria?”.
“Un intento de explicación que circuló cuando empezó a conocerse parte de estas medidas fue que habrían sido propuestas como una forma de distracción; para que pasaran a segundo plano otras medidas más pesadas, como podría ser la venta de nuestras riquezas naturales y empresas estatales, o la destrucción de la industria nacional y de las pymes en favor de los grandes monopolios. Sin duda una explicación tan ingenua solo podía estar provocada por la perplejidad inicial”, apuntó.
“O tal vez fue una manera de eludir toda asociación con la frase tan temible que se le atribuye a Joseph Goebbels: `Cuando escucho la palabra ‘cultura’ desenfundo la pistola´”, levantó la apuesta con la comparación con el jefe de propaganda nazi.
Si la figura del Presidente ya había aparecido en el discurso de Vaccaro, Heker se atrvió a atender a figuras de menor rango. La primera fue la devaluada superministra de Capital Humano, Sandra Pettovello.
“Vi la interminable cola que se formó para acceder a una ración de alimentos al día siguiente de que se anunciara, de manera algo demencial, que cada necesitado debería solicitar por las suyas su ración al Ministerio de Capital Humano. Veinte cuadras tenía la cola, supe después. Y también supe que nunca se atendió a nadie. Antes de que llegara a destino el primer solicitante de la fila, la ventanilla se cerró y a otra cosa mariposa. Semejante crueldad es difícil de concebir, pero ocurrió. Y yo me pregunté: ¿cómo se puede no reaccionar ante una falta tan evidente del más mínimo respeto por un semejante?”, sentenció.
Y arremetió “y entendí dos cosas. Una: para la funcionaria o funcionario que ordenó cerrar la ventanilla, los que estaban haciendo esa cola no eran sus semejantes. Otra: resistirse a ver la realidad como es puede ser una salida cuando no se ve otra salida. Los que inútilmente estuvieron haciendo cola se negaban, al menos en ese momento, a ver lo que realmente acababa de pasarles”.
Otro que no se salvó de los dardos fue Manuel Adorni, de quien destacó su “irresponsabilidad verbal, tan desembozada que más bien se parece a un chiste” al recordar cuando “el vocero presidencial aclaró que no era cierto que a los jubilados un aumento prometido se les iba a pagar en dos cuotas; no: simplemente se lo haría `en dos momentos distintos´”.
En el cierre de su intervención, la escritora volvió a convocar al optimismo. “Brindo porque, en un futuro muy cercano, nuestra amada universidad pública esté funcionando a pleno y cada vez con más estudiantes, porque nuestras instituciones y medios culturales puedan trabajar por entero y con todo su personal para el desarrollo y la difusión de nuestra cultura; porque siga existiendo a través de los años, cada vez más pujante y más popular, esta Feria del Libro, y porque haya muchas otras Ferias del Libro a lo largo y a lo ancho de nuestro país. Cada vez con más concurrencia, cada vez con más creatividad, cada vez con más lectores”.
Fotos: prensa de la Fundación El Libro