Por Gladys Stagno| Si bien las encuestas de opinión cada semana muestran un ánimo social fluctuante y parecen contradecirse entre sí, hay una conclusión que puede sacarse de todas ellas en forma unánime: la sostenibilidad del apoyo popular al Gobierno se basa en mantener viva la esperanza (de bajar la inflación).
Falto de éxitos económicos tangibles para las grandes mayorías y defensor de un modelo que sólo promete un presente de infiernos, lo único que el gobierno de Javier Milei tiene para ofrecer es la promesa de un paraíso futuro, con precios estables y lluvia de inversiones. Sin embargo, los expertos vaticinan que la revelación que dinamitará la esperanza se avecina y que en el paraíso prometido hay llamas y tridentes.
En un reciente informe del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), sus analistas sostienen que el programa económico libertario se basa en cuatro anclas: la fiscal (con un brutal recorte del gasto público real, sobre todo a las provincias, los subsidios al transporte y la energía, y los ingresos de jubilados y estatales); la salarial (especialmente en el sector público); la cambiaria (microdevaluaciones diarias muy por debajo de la inflación tras la devaluación inicial); y la monetaria-financiera (a partir de la implementación de una tasa de interés que se encuentra sustancialmente por debajo de la inflación y la licuación del stock de pesos de la economía).
Sin embargo, desde el CESO señalan que “al momento sólo se ha logrado que la inflación regrese a los niveles previos de la devaluación de diciembre 2023”, que “ninguna parece ser sostenible en el mediano plazo” ni “atiende los componentes inerciales de la inflación”.
Las causas de la desesperanza
- El ancla fiscal: La sostenibilidad del ancla fiscal a partir de la cesación en la cadena de pagos del Estado presenta un límite fáctico y otro en el deterioro de las condiciones sociales. “Una vez que el gasto en obra pública o en subsidios llega a cero, el recorte no se puede seguir pronunciando”, explican en el CESO. Y también plantean que en algún momento el Estado deberá volver a gastar para sostener parte de su infraestructura (caminos, escuelas, etc.). o. Tampoco la licuación puede ser permanente: “una vez que los ingresos llegan a un mínimo aceptable por la sociedad –en este caso de jubilados y trabajadores del sector público–, se exacerban las presiones sociales para su recomposición”, señalan.
Por otro lado, también presenta un desafío relacionado a la recaudación tributaria: “una parte relevante de los impuestos dependen del consumo y los ingresos –IVA, Ingresos Brutos, aportes y contribuciones, etc.– y no tanto de la riqueza o patrimonio. En un escenario donde la recesión generada por el brutal ajuste del gasto público viene creciendo mes a mes, los ingresos tributarios muestran una caída significativa en términos reales de más de 13%”, detalla el informe.
- El ancla salarial: Si bien el Presidente festeja que “los salarios ya le están ganando a la inflación”, según detallan los economistas su objetivo real es “que las recomposiciones salariales no perpetúen la inflación y cristalizar un nivel de salarios reales más bajos”. Sin embargo este intento de disciplinamiento no termina de penetrar en el sector privado, con realidades muy heterogéneas, donde algunos sectores han logrado ganarle a la evolución de los precios.
- El ancla cambiaria: Mayo será un mes crucial para evaluar la sostenibilidad del ancla cambiaria, ya que en este mes deberían comenzar a ingresar los dólares por la liquidación de la cosecha gruesa. Pero los exportadores piden devaluación, y si el Gobierno cede a sus demandas y devalúa “la inflación volverá a acelerarse y se pronunciará la caída de la actividad económica; situación que choca con las perspectivas de éxito del programa económico y, con ello, parte del apoyo social que aún goza el oficialismo”, plantean desde el CESO.
“La alternativa de satisfacer la demanda de los agroexportadores con una reducción de las retenciones tampoco parece viable, ya que colisiona con el objetivo oficial del equilibrio fiscal”, recuerdan los economistas.
- El ancla monetaria-financiera: Una tercera vía es la posibilidad de acceso a nuevo endeudamiento externo que garantice los dólares necesarios para sostener el tipo de cambio actual. “Sin embargo, el financiamiento del mercado aún es excesivamente caro, el FMI se muestra reticente a desembolsar nuevos fondos y, por el momento, el gobierno libertario se encuentra rogando a la China ‘comunista’ que le renueve el swap para mantener el nivel de reservas en el Banco Central”, explican.
A falta de créditos internacionales, el ministro Luis “Toto” Caputo se aferra al retraso cambiario para atraer fondos financieros de corto plazo que aprovechen las bajas tasas de interés en pesos que, de sostenerse la política cambiaria, igualmente representan grandes retornos en dólares.
“La afluencia de esos fondos puede generar un alivio temporal, pero también presentan un elevado riesgo de corrida cambiaria, ante expectativas de que el ancla cambiaria no sea sostenible”, aseguran desde el CESO, y recuerdan que el ministro ya experimentó en carne propia el fracaso de esta política en abril de 2018, cuando sus amigos de JP Morgan iniciaron una brusca salida de fondos, que generó una corrida, que terminó con el préstamo inédito del FMI y una grosera devaluación.
Ilustración: Marcelo Spotti