Redacción Canal Abierto | Hubiera sido imposible que la política de motosierra, licuación de ingresos vía espiral inflacionaria, ajuste sobre las jubilaciones, tarifazos y políticas recesivas no deriven en la brutal crisis social que atraviesa la Argentina.
El último informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA (ODSA-UCA) puso en cifras lo que hasta el momento sólo era palpable en las calles: la pobreza alcanzó al 55% de la población y la indigencia al 18%, los niveles más altos desde 2002.
Es decir, más de 25 millones de argentinos y argentinas que no logran cubrir la canasta básica y al menos unos 10 millones que no satisfacen sus necesidades alimentarias.
Agustín Salvia, director del ODSA-UCA, dijo a Infobae que con el shock de precios, producto de la devaluación y de la consecuente caída de los ingresos reales en diciembre y enero, se produjo un fuerte aumento de la pobreza, la cual habría llegado a un pico de 58% en febrero.
“En realidad el mayor problema ahora tiene que ver con la indigencia, porque la duplicación de la Asignación Universal por Hijo (AUH), la Tarjeta Alimentar y el plan de los 1.000 días es una compensación al aumento de la inflación y en un contexto de caída del nivel de actividad y de mucha recesión los sectores informales, los cuentapropistas, autónomos y pequeñas empresas familiares o microemprendedores locales ven reducido su nivel de trabajo y la cantidad de horas trabajadas, lo cual baja su remuneración”, señaló.
En este sentido, cabe recordar que en el segundo semestre de 2023, la pobreza llegó al 41,7% de la población (19,4 millones de personas) y la tasa de indigencia al 11,9 por ciento, es decir unas 5,5 millones de personas.
Mientras tanto, desde el Gobierno impulsan un corte total en las ayudas a los comedores que día a día alimentan a cientos de miles de familias.