Redacción Canal Abierto | La semana pasada, durante una de sus habituales conferencias de prensa, Manuel Adorni negó que la visita de Milei a Madrid haya sido por temas particulares. “Si hay un Gobierno austero, es este”, afirmó.
Fue una de las tantas voces oficiales que se esforzaron por maquillar lo que se anticipaba era más un viaje personal que una visita de Estado a territorio español. Sin embargo, el correr de los días y los acontecimientos no hicieron más que confirmar las sospechas.
Milei y su hermana, Karina, volaron al Viejo Continente – previa escala en la paradisiaca Isla Gran Canaria- abordo del AR01, el Boing 757-256 presidencial con capacidad para 39 pasajeros y que adquiriera el por entonces mandatario Alberto Fernández.
Entre idea y la vuelta, los vuelos costarán más de 900 mil dólares en concepto de combustible y estacionamiento aeroportuario. Son cifras estimadas por especialistas, dado que Casa Rosada evitó precisiones al respecto. Tampoco precisó dónde se alojó el Presidente ni cuánto representó para las arcas públicas.
Lo cierto es que la gira por Madrid no incluyó reuniones ni actividades oficiales. Tan sólo un encuentro con empresarios ibéricos, quienes luego de la catarata de exabruptos contra Pedro Sánchez repudiaron la actitud del argentino y respaldaron a su presidente.
La verdadera razón del viaje de Milei fue la presentación de un libro del libro de su autoría que la Editorial Planeta debió retirar de las librerías porque la solapa mentía sobre su formación académica.
Con quien sí mantuvo una reunión fue con Santiago Abascal, el líder del partido ultraderechista Vox. Lo más importante: ese mismo domingo fue uno de los protagónistas de «Europa Viva 24», evento que agrupó a las derechas regionales de cara a elecciones europeas del 9 de junio.
Y por si los hechos no hubieran sido suficientemente claros sobre el trasfondo personal de la gira, en las últimas horas el propio Milei contradijo la defensa que en su momento ensayó Adorni y anunció que volverá a España en junio en otro viaje “privado”.
Ante este evidente uso de bienes y fondos públicos para sí mismo, el legislador Gabriel Solano presentó una denuncia penal e instó a la Justicia a que investigue posibles delitos fraude contra administración pública, abuso de autoridad y malversación de caudales públicos.
“El avión presidencial debería ser utilizado exclusivamente para cuestiones de interés nacional y no para que el presidente y su equipo viajen cómodamente a actos de partidos amigos suyos”, explicó el dirigente del Partido Obrero – Frente de Izquierda.
No fue el único parlamentario en señalar la polémica: el bloque parlamentario que encabezan Migue Ángel Pichetto y Nicolás Massot apuntó en un comunicado contra el “fanatismo intolerante que tantos problemas diplomáticos nos ha traído como país la estrategia”, y a su vez exigió al Ejecutivo “rendir cuentas a los argentinos sobre los gastos de los viajes que hace a título personal, sin agenda de Estado”.
Hasta el economista ultraortodoxo y ex asesor de Milei, Carlos Rodríguez, se animó a meter el dedo en la llaga.
De todas formas, el Presidente no parece verse afectado por las críticas y anunció otro viaje al exterior programó para el 27 de mayo a San Francisco para reunirse con el CEO de Meta, Mark Zuckerberg.
Otros viajes presidenciales, ¿también “con la nuestra”?
En los primeros tres viajes del presidente al exterior, el Ejecutivo informó haber gastado un total de 168 millones de pesos (unos 168.000 dólares), una cifra sospechosamente modesta. Todavía no hay datos oficiales sobre los últimos tres, donde también afloraron cuestionamientos sobre el caracter privado de las visitas: a Washington del 23 de febrero, donde el gran logro fue una foto tras bambalinas junto a Donald Trump; o bien las giras de abril y apenas hace 10 días, cuando viajó a Los Ángeles para posar al lado del empresario Elon Musk. En uno de estos últimos también recibió la mención «embajador internacional de la luz» por parte de la organización ultraortodoxa Jabad Lubavitch.