Por Elisa Corzo | El robo de cables de cobre tomó notoriedad este año a partir de una trágica seguidilla de muertes por electrocución. Desde que empezó el 2024, se registraron al menos nueve casos en todo el país.
El de Ezequiel Curaba, un joven cartonero de Rosario, fue quizás el más impactante. Un video de él, agonizante mientras se subía tambaleando a una ambulancia, se viralizó en las redes junto a mensajes de odio que celebraban su muerte. También tuvo gran repercusión la respuesta de su maestra de Literatura, que salió a contar la historia de ese chico sonriente que había sido su alumno.
El tema volvió a ser noticia con el choque de trenes en Palermo. En declaraciones a Página/12, el titular de La Fraternidad, Omar Maturano, denunció: “Hace 10 días que estamos trabajando así porque se roban los cables de señalamiento y no lo reparan, porque dicen que no hay plata para los repuestos”. No fue el único, otros trabajadores ferroviarios también advirtieron sobre la cuestión, agravada por el ajuste presupuestario del gobierno nacional.
En diálogo con Canal Abierto, Gonzalo “Piqui” Pérez, coordinador de TecnoRAEE, una cooperativa de reciclado de materiales eléctricos y electrónicos -la única en territorio bonaerense gestionada por expresos– explica que la fiebre por el metal rojizo tiene que ver fundamentalmente con su precio, que cotiza en dólares y que, al igual que el bronce, está muy por encima de cualquier otro material. “En la chatarrera más crota se vende a $6.500 el kilo”, precisa.
Eso, asegura, lo convierte en el medio más rápido para quienes necesitan hacerse el mango, sobre todo, para quienes tienen problemáticas de consumo. Sin embargo, los peligros también son muy altos.
Y es que el cobre que comercializan, el que se conoce como “de segunda”, es el que se obtiene a partir de la quema del cable que lo recubre. En ese proceso, explica, se liberan gases altamente contaminantes y tóxicos para los seres humanos. Así, el año pasado perdieron a un compañero. Por eso, para él, “el cobre es lo peor”.
“Para quien lo hace, es la comida o el consumo de drogas diario, pero no saben que la manipulación incorrecta te lleva a la muerte”. En los barrios de bajos recursos -sigue “Piqui”– “es algo común quemar cobre”. Así, porque “las plantas de reciclado de electrónicos no cuentan con la máquina peladora de cables que permitiría sacar el cobre correctamente”.
Desde hace años, TecnoRAAE realiza gestiones en distintos ámbitos, tanto a nivel nacional, provincial como internacional, para poder comprar esa maquinaria. Sin embargo, por los elevados costos, aún no lo consiguieron.
La cooperativa
“Es hermoso el trabajo que se hace acá”, dice el coordinador de TecnoRAAE, analista en sistemas e integrante de la rama de Liberados y Liberadas, una de las tantas áreas en las que se organiza el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE).
La planta, que pronto cumple cinco años y que hoy le da trabajo a unas 20 chicas y chicos, recibe materiales eléctricos y electrónicos en desuso provenientes de lo que denominan “grandes generadores”, pero también, a partir de lo que se colecta en las campañas dirigidas a particulares.
Los aparatos se reciclan de dos formas: lo que se puede se refuncionaliza y se dona a instituciones que lo necesiten. Si no se pueden reutilizar, se extraen los metales -como el oro, la plata, el cobre y el paladio- para su posterior venta.
“Nosotros inventamos este trabajo en la cárcel y ahora estamos todos los días formando a las chicas y chicos”, señala “Piqui”. Y cuenta que “es todo un proceso”: “primero ven la mesa de desarme, tienen que conocer el despiece y todo el material con el que trabajamos y reciclamos”.
“Muchos son chicos que están en consumo o que salen con ‘la reja pegada en la cara’”, explica. Por eso, “no entienden lo que es un trabajo, una responsabilidad, levantarse temprano”. Entonces, “les tenemos que inculcar todo eso, todo los días”.
“Hay que tener más coraje para revertir la vida que para salir a delinquir”, asegura el referente de la Federación de Cartoneros.
En ese camino, cuenta que el trabajo en la planta se volvió “un lugar de contención”. “Porque acá trabajan y los ves riéndose, y almuerzan todos juntos y se están riendo. Es un lugar lindo, cómodo y nosotros tratamos de que ellos no pasen acá las cosas malas que pasaron en la vida: si no tuvieron un baño que lo tengan acá, que si nunca tuvieron una ducha que la tengan acá, que si no tuvieron un trabajo que lo tengan pero en las condiciones que corresponden, que nadie los cague, que nadie les robe”, afirma.
Durante todo 2024, TecnoRAAE lleva adelante una campaña de recolección de residuos aparatos eléctricos y electrónicos. Para conocer más, se pueden visitar sus redes sociales: