Redacción Canal Abierto | A las 18:02 (hora local de Pensilvania, Estados Unidos) del sábado 13 de julio de 2024 una bala roza la cabeza de Donald Trump, causando una herida en su oreja derecha. Las imágenes son impactantes: todo el mundo se tira al suelo, incluido el republicano, que rápidamente es protegido por varios agentes del servicio secreto.
Se escuchan varias detonaciones: un disparo asesina a Corey Comperatore, un jefe de bomberos y padre de dos hijas que había acudido al mitin para escuchar al expresidente, al igual que otros dos seguidores heridos de gravedad.
El tirador es Thomas Matthew Crooks, un joven de 20 años sin antecedentes penales y residente en Bethel Park, Pensilvania, que será abatido por las fuerzas de seguridad.
Entre los gritos de pánico de la muchedumbre y tras confirmar que el atacante ha sido eliminado, los oficiales se disponen a retirar al ex presidente, que desde el piso atina a pedir “let me get my shoes on” (“dejame ponerme mis zapatos”).
Acto seguido, la imagen del reportero gráfico Evan Vucci que terminaría recorriendo el mundo: rodeado por hombres y mujeres vestidos de negro y con una bandera estadounidense flameando de fondo, Trump se levanta con sangre en su rostro y el puño en alto al grito de “fight” (“lucha”).
Hasta ahora, se sabe que el rifle semiautomático 556 estilo AR utilizado por el atacante fue comprado legalmente por su padre. Las autoridades, por otra parte, informaron que no había indicios de que el sospechoso sufriera algún problema de salud mental.
El hecho de que asesinaran a Crooks de inmediato privó a la investigación de un interrogatorio. Por esto, entre otras cosas, aún no se ha podido esclarecer los motivos del ataque.
Fieles a su retórica antisocialista, varios líderes de ultraderecha -por ejemplo, Javier Milei y Santiago Abascal, del español VOX- se apresuraron en señalar a la “izquierda radical” como responsable.
Por el contrario, el joven figura en un listado de simpatizante republicano, según un registro estatal de votantes. No obstante, y curioso por demás, la agencia Reuter señaló que este habría hecho una donación de 15 dólares a una ONG vinculada al Partido Demócrata.
Por lo pronto, el presidente Joe Biden ha anunciado este domingo una investigación independiente para determinar lo ocurrido y sus posibles responsables, más allá de Crooks.
Por nombrar sólo algunos interrogantes que quedan en el aire: ¿Se podría haber evitado? ¿En qué falló el operativo de seguridad? Y por sobre todas las cosas, ¿por qué no hubo reacción ante el aviso que varios espectadores hicieron a las autoridades sobre un hombre armado apuntando en dirección al candidato?
Clima enrarecido
El repudiable hecho sucede en medio de una campaña hiper polarizada y su víctima, uno de los mayores atizadores del clima violento que la atraviesa.
Y esto no sólo se circunscribe a la retórica ultraderechista que desde el poder amenaza y estigmatiza a quienes piensan distinto, al igual que sucede en la Argentina. Trump es señalado como el principal responsable político del asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, un fallido intento de golpe de Estado que se cobró la vida de un oficial de policía y a cuyos autores prometió indultar en caso de ganar las elecciones de este año.
En cualquier caso, la escena del atentado y la posterior salida de Trump con el puño en alto parecieran reforzar una carrera presidencial que hasta el sábado ya lo tenía como favorito. La contracara se la lleva el deslucido Biden, quien desde hace semanas viene soportando presiones para que baje su candidatura demócrata a la reelección.
Una nación en armas
No es casual que a pocos minutos de viralizado el hecho, las redes sociales se atestaran de menciones a “Disparos Unidos”, un juego metonímico que evidencia una grave problemática en un país con más armas de fuego que habitantes.
Las muertes por armas de fuego en Estados Unidos han aumentado, alcanzando un máximo histórico en las últimas tres décadas en 2021. Las cifras oficiales muestran que es la principal causa de muerte en niños y adolescentes de entre 1 y 19 años, superando los accidentes de tránsito, el cáncer o sobredosis por drogas o envenenamiento.
Y si bien es cierto que en esta ocasión la víctima fue un varón blanco, heterosexual, multimillonario, nada más y nada menos que un ex presidente, no es este un flagelo que afecte a todos por igual: en 2020, el 60,9% de las 19.995 víctimas mortales por arma de fuego en la nación norteamericana eran afroamericanas, a pesar de que éstas constituyen únicamente el 13% de la población estadounidense.
Otro dato que pone al descubierto el reverso de esta cuestión es la suba de las acciones de los principales fabricantes de armas. Smith & Wesson Brands reportó un aumento del 10%, mientras que Sturm, Ruger & Co. creció aproximadamente un 7% al iniciar la semana.
No es para menos: el atentado parece asfaltar el camino de Trump a su segundo mandato. Y con él, los sectores más conservadores y ultraderechistas del Partido Republicano, quizás el mejor portavoz del complejo industrial-militar que viene marcando los tiempos en Washington desde la década del 50.