Redacción Canal Abierto | “Está todo roto. Victoria ya no es parte del Gobierno. Sigue, pero por una cuestión institucional”, contó en su último editorial Jonatan Viale, el periodista oficialista que pasa sus domingos escuchando operas en Olivos junto a Javier Milei.
Incluso reveló que Villarruel fue borrada del organigrama publicado por el Gobierno en el sitio oficial mapa del Estado, donde debieran figurar todos los cargos del Poder Ejecutivo
Lo cierto es que la vice no puede ser destituida por mera decisión presidencial, sino a través de un juicio político que no pareciera estar en los planes de un oficialismo asediado por el frente económico y financiero.
Este nuevo chispazo en la disputa entre los hermanos Milei y la segunda en la línea de sucesión presidencial es sólo el último de varios chispazos en la interna libertaria, que viene sumando capítulo de 2023 a esta parte.
El ruido data desde plena campaña, cuando Villarruel se paseaba por la Ciudad de Buenos Aires realizando pequeños actos bajo un logo con la V de Victoria. Era el primer indicio sobre el recorrido personal que ensayaría a posteriori.
La primera marcada de cancha a esta intentona autonomista tuvo lugar en el Hotel Libertador, durante los festejos por la consagración de la fórmula presidencial. Ese día no sólo le negaron el uso de la palabra, sino que fue relegada a un segundísimo plano en la foto.
Sin embargo, el gran golpe ocurrió menos de un mes más tarde, con la incorporación de Luis Petri y Patricia Bullrich a los ministerios de Defensa y Seguridad que le habrían sido prometidos a la vice.
Entonces, Villarruel no evitó muestras de desencantó con la decisión y visitó de sorpresa los edificios donde funcionan las cúpulas de las fuerzas de seguridad federales.
A esa altura resultaba evidente la reticencia presidencial a otorgar un rol más amplio a la vicepresidencia, cargo que históricamente es definido como “un jarrón chino en un departamento pequeño: es un objeto de valor que nadie sabe donde ponerlo, nadie se atreve a tirarlo y estorba en todas partes”.
Ya en el ejercicio del poder y tras la presentación de la luego fallida Ley Ómnibus, los medios afines al oficialismo filtraron la dura queja que habría soltado en una de las pocas reuniones de gabinete a la que fue invitada: “No me puedo enterar por los medios que presentamos en el Congreso un proyecto de esta magnitud. Yo no sabía nada…”.
“Sí, acostumbrate porque a partir de ahora las cosas van a ser así” habría sido el tajante descargo.
El contrataque no tardó en llegar con la habilitación del tratamiento que terminaría en el rechazo en el Senado del decretazo que inauguró la era Milei. En un comunicado de la Oficina del Presidente, le espetaron: “Tanto el tratamiento apresurado del DNU 70/23 como la iniciativa de promover una fórmula jubilatoria sin consenso violentan el espíritu de acuerdo promovido por el Presidente en su convocatoria al Pacto de Mayo”.
Otro gesto de “rebeldía” que fastidió a la Casa Rosada fue su resistencia a dar de baja la resolución que había habilitado la suba de los sueldos de los senadores.
“Está más cerca de la casta que de las fuerzas del cielo” le espetaron desde Casa Rosada.
A esa altura la disputa trascendía el ámbito palaciego y se trasladaba a redes sociales, territorio natural para el ecosistema libertario. Villarruelistas y mileistas duros cruzaban insultos y amenazas, formalizando una división de aguas que continúa el día de hoy.
El summum llegó durante una entrevista en TN, donde caracterizó a Milei como un “pobre jamoncito”, en referencia al lugar que ocupaba entre ella y su hermana Karina. En el mismo diálogo cuestionó la postulación de Ariel Lijo a la Corte Suprema, entre otras medidas de Gobierno.
El Presidente no se quedó atrás y también le asignó un pseudónimo: “bicho cruel o bicha cruel”, según contó el periodista estrella de La Nación +, otro de los habituales invitados a Olivos.
En lo que se percibió como un desaire, la vice pegó el faltazo a la firma del Pacto de Mayo en Tucumán debido a una supuesta gripe. Curiosamente, se habría repuesto a las pocas horas, permitiéndole participar del desfile militar por el 9 de julio.
Es cierto que pocos días antes había presidido la sesión parlamentaria que sancionó la Ley Bases, un proyecto clave para la gestión. No obstante, a esa altura la tensión había llegado al punto que su “excesivo protagonismo” a la hora del desempate de la votación cayó mal en el entorno presidencial.
El último desencuentro entre la primera y segunda magistratura de la Nación fue la defensa que esta última hiciera del futbolista Enzo Fernández tras las críticas por una canción con contenido racista.
“Argentina es un país soberano y libre. Nunca tuvimos colonias ni ciudadanos de segunda. Nunca le impusimos a nadie nuestra forma de vida. Pero tampoco vamos a tolerar que lo hagan con nosotros. Argentina se hizo con el sudor y el coraje de los indios, los europeos, los criollos y los negros como Remedios del Valle, el Sargento Cabral y Bernardo de Monteagudo. Ningún país colonialista nos va a amedrentar por una canción de cancha ni por decir las verdades que no se quieren admitir. Basta de simular indignación, hipócritas. Enzo yo te banco, Messi gracias por todo! ¡Argentinos siempre con la frente alta! ¡Viva la Argentinidad”, expresó Villarruel en su cuenta de la red social X.
Con la mira puesta en la reunión que en breve mantendrán Javier Milei y Emmanuel Macron, Karina mantuvo un encuentro de urgencia con el embajador Romain Nadal para pedir disculpas por los dichos vicepresidenciales.
“Ya está. Ya pasó. Lo resolvió Kari”, fue la breve respuesta del líder libertario ante la consulta del periodista Alejandro Fantino. Luego, dejó trascender la Casa Rosada, habría dicho que “se quiso hacer la populacha”.
Quien salió a bancar a la abogada fue el senador de La Libertad Avanza, Francisco Paoltroni: “Está mal desautorizar a la vicepresidenta”.
Por último, el presidente expresó su discrepancia con la visita de seis diputados –al menos dos de ellos, villarruelistas- al penal de Ezeiza donde se reunieron con genocidas de la última dictadura que cumplen condenas por delito de lesa humanidad: “yo no lo hubiera hecho”.
De cara a lo que viene, no parece haber razones para una desescalada en las tensiones, sino más bien lo contrario. No se trata de un hecho inédito o aislado en la historia argentina, pero cabe preguntarse qué chances y cómo resultaría una ruptura oficial.