Redacción Canal Abierto | Este jueves, los diez aspirantes a la presidencia de Venezuela cerraron sus campañas de cara a las elecciones del 28 de julio.
Sin embargo, la polarización extrema que atraviesa al país latinoamericano hizo que todos los focos estuvieran puestos en dos de estos postulantes: Nicolás Maduro, mandatario desde 2013 que va por su tercer mandato, y Edmundo González Urrutia, el candidato formal que respalda la líder opositora María Corina Machado.
“A esta altura, lo que se vive es una tensa espera sobre qué pueda pasar el domingo, pero también en las horas subsiguientes”, contó a Canal Abierto el periodista Marco Teruggi desde Caracas.
Las encuestas electorales, como siempre, vienen jugando un partido a parte. Las cercanas a la oposición le otorgan una ventaja de hasta 20 puntos. En cambio, las vinculadas al chavismo plantean una leve ventaja para el madurismo.
De todos modos, el resultado que se difunda dentro de poco mas de 48 horas será la única verdad en esta disputa histórica a todo o nada, sin segunda vuelta.
Hasta entonces, ambos se presentan como favoritos. En el caso de González Urrutia, de hecho, sus voceros ya hablan de la futura transición, negociaciones con actores del oficialismo y el rol de las Fuerzas Armadas. Cualquier otro escenario, aseguran, sólo podría producirse de la mano del fraude.
Sobre esto último, no obstante, los expertos coinciden en la fiabilidad del sistema informático de votación, así como también su respaldo en actas de papel. Otra idea que ronda es la de un supuesto esfuerzo chavista por desincentivar la participación o acaso los “aprietes” a votantes ante supuestas pérdidas de subsidios o beneficios sociales.
Algo similar al reproche que en campaña hiciera Javier Milei sobre una “campaña del miedo”, cuyas consignas finalmente se cumplirían con el aumento de tarifas y la restitución de impuestos a los trabajadores, por poner sólo dos ejemplos.
En la vereda de enfrente, el oficialismo también cree contar con los votos suficientes para continuar en el poder. Pero, a diferencia de la oposición, no pareciera haber una apuesta a la impugnación en caso de derrota. “Si gana Edmundo González Urrutia, entregamos y seremos oposición”, anticipó por estas horas Nicolás Maduro Guerra, hijo del presidente.
En el chavismo también se atajan ante posibles denuncias de fraude para impugnar una potencial victoria oficialista. Al respecto, el mandatario amenazó con darles “mano de hierro” si eso ocurre.
De todos modos, el Jefe de Estado insistió con su retórica tremendista al afirmar que “una victoria de la derecha terminará con un baño de sangre y un gobierno para los gringos”.
“Sólo un presidente bolivariano y chavista, este hombre que está aquí, que es un pueblo y se llama Nicolás Maduro, sólo nosotros garantizamos la paz y estabilidad de este país”, lanzó Maduro en su cierre de campaña.
Al igual que once años atrás, cuando Hugo Chávez se impuso al opositor Henrique Capriles por unos pocos miles de votos, Venezuela elije entre dos proyectos de países antagónicos. Como en 2013, el resultado no es la única incógnita. Cuál será la respuesta ante una derrota -opositora u oficialista- es el otro gran interrogante.