Redacción Canal Abierto | El miércoles 4 de septiembre, un congreso partidario del Movimiento al Socialismo (MAS), la fuerza política que llevó a Luis Arce a la presidencia en 2020, resolvió expulsarlo, al igual que al vicepresidente David Choquehuanca. Quien encabezaba el mitin del partido gobernante era el expresidente Evo Morales Ayma.
Ambos mandatarios estaban convocados a la cumbre del MAS en Villa Tunari, provincia del Chapare, y no concurrieron. “Esto se consideró un hecho de autoexpulsión, automarginamiento y autoexclusión de parte de ‘Lucho’ Arce”, dijeron desde los sectores del masismo más críticos al presidente.
El eje de esta disputa, iniciada a poco de asumir el mandato, es la candidatura presidencial para 2025. .
“Yo creo que la pelea tiene origen en varias cosas. Lo primero es la forma en la que sale Evo Morales -con el golpe del 10 de noviembre de 2019 tras la debatida reelección de octubre de ese año-. Es un asunto que luego de la campaña que llevó a Arce a la presidencia iba a traer fricciones. Pese a que Evo era el jefe de campaña del MAS-IPSP, la misma campaña se preocupó de despegarse del líder histórico, porque en ese momento la imagen de Evo tenía un desgaste muy profundo”, sostiene en diálogo con Canal Abierto Susana Bejarano, politóloga, analista política y periodista desde La Paz, Bolivia.
La idea de una renovación interna fue ganando terreno en el partido con la llegada de Arce al Gobierno. “Esta sensación de que no era conveniente quedar pegado a la imagen de Evo, con su vuelta y la gran recepción que se le hizo, más que resolverse se fue acentuando. En la conformación y en la composición del gobierno figuras del evismo fueron vetadas o relegadas a espacios menores. Y así se comenzaron a herir susceptibilidades”, analiza Bejarano.
Tiempo después, a poco de andar el gobierno de “Lucho”, Morales da a conocer estas sensaciones, pide la cabeza de varios ministros y exige espacios en el gobierno. Esta movida de Morales genera disenso dentro del partido y es mal vista por la opinión pública. “La sospecha popular de que Arce era un títere de Evo y de que no tenía autonomía propia para gobernar generó en Lucho la necesidad de separarse de la figura de Evo, de autonomizarse, para poder ejecutar un gobierno propio, con un sello personal. El gobierno de Arce tuvo que sobreactuar su independencia y eso hizo que las tensiones no hagan más que crecer”. En estas latitudes rioplatenses, ese relato no nos es muy ajeno.
En ese escenario, Evo insiste en la exigencia de mayor participación propia y de su gente en el gobierno y Arce, en vez de generar espacios, los cierra. “Así, entran en un circuito de tensión por espacios de poder. Eso es lo primero, para entender bien, qué es lo que luego ha ido sucediendo”, destaca la periodista.
¿Arce tiene una base social para esa pelea?
-Las bases se van reconfigurando y reordenando, porque la tensión ya estaba dada. Evo tiene una base social dura, un voto duro dentro del masismo, de una indudable lealtad. Ningún político en Bolivia tiene esa base social, con una lealtad tan firme y tan sólida, como la que tiene Evo Morales. Pero, evidentemente las bases y el partido van inclinándose por el ala que más les convence. El ala de Arce, empieza a representar la renovación y a esa propuesta se suman ciertas organizaciones sociales y dirigentes por afinidad, o por conveniencia, y también algunos espacios que se habían sentido poco reconocidos en el gobierno de Morales.
Entonces, ya no solamente es una pelea de cúpula sino que va bajando a toda la orgánica del partido y las organizaciones sociales que conforman el MAS también entran en esta dinámica de división.
Entonces, si me preguntas si Luis Arce tiene bases sociales, yo te diría que sí. Si me preguntas si Luis Arce tenía base social, te contestó que no. Lo que pasa, en la división, es que un bando se identifica con la necesidad de una renovación y el otro con la lealtad a Evo y al gran gobierno que ha hecho, que nadie le desconoce. Dentro de este grupo, hay sectores del evismo ensañados en, a como dé lugar, recuperar espacios de poder que ya no tienen.
¿No hay o hubo espacios de diálogo, de intermediación para evitar la evidente ruptura del partido?
-Ha habido varios intentos de ponerle paños fríos. Primero lo intentaron las organizaciones sociales matrices, fundadoras del MAS -la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos (CSUTCB), las Bartolinas (Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia “Bartolina Sisa”), Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia, la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia y el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyo- que, en sus direcciones, están con Lucho.
Por otro lado lo tienes a Evo que preside el partido y tiene a toda la directiva masista de su lado. Ahora, según los estatutos, el partido no funciona si no llega a acuerdos con las organizaciones matrices. Entonces, uno no funciona sin las otras. Según el estatuto las organizaciones matrices también integran la directiva del Movimiento al Socialismo, y deben rubricar las convocatorias a congresos, etcétera.
De esta forma, el MAS al día de hoy está suspendido de hecho porque no logra llevar adelante los procesos democráticos internos que por ley debe cumplir. De modo que el Tribunal Electoral no les reconoce los congresos porque no cumplen con los mandatos que indica su propio estatuto interno. El partido se ha visto así impedido de renovar sus directivas y no puede, por ejemplo, tomar la decisión de echar a Lucho y a David.
Estimo que la decisión de echar a Arce partió en dos al partido y se encamina dividido a las elecciones de agosto del 2025.
-No es la primera vez que sucede. Lo que pasa es que la pelea no ha hecho más que avanzar y, más bien, se enquistó en cada una de las partes. Primero, Evo tenía la necesidad de opinar sobre el gobierno, de vertir opiniones críticas sobre el gobierno, pero respaldándolo. Pero desde hace un año, lo que ha hecho ha sido distanciar al partido del gobierno, ha intentado separar al masismo evista del masismo arcista, haciendo declaraciones públicas del tipo: “el MAS está fuera del gobierno”.
Luego hablan de la “autoexpulsión” de Arce y Choquehuanca por no asistir a un congreso partidario al que los aludidos sostienen que no fueron invitados.
La expulsión no es válida porque no ha cumplido con los procedimientos que marca el estatuto del partido, pero sirve políticamente para terminar de separar definitivamente al evismo del gobierno arcista. El gobierno también hizo lo suyo para fogonear esta separación.
¿La candidatura presidencial es la disputa de fondo?
-Lo más complejo, el fondo de la cuestión es la candidatura. Según revelaciones de Arce, se había acordado que sobre la candidatura se iba a hablar en 2024; y que el tema no se iba a tocar porque generaba tensiones políticas. El acuerdo obviamente se ha incumplido ya que se empezó a hablar de las candidaturas muy prematuramente, desde el 2021 decían que Evo volvía a la presidencia en el 2025. También había sectores que postulaban a Arce como el candidato del Bicentenario e incluso tenías voces que proponían un tercer candidato. Este debate sobre la candidatura lo venimos teniendo desde el 2022.
El MAS sigue siendo el partido político más importante de Bolivia y el campo político boliviano está muy ocupado por lo que pasa en el MAS, entonces tenés líderes de la oposición declarando sobre lo que pasa en la interna del partido de gobierno.
En el escenario que se configura para agosto del 2025 ¿se ven dos frentes del MAS?
-El MAS no ha podido generar caminos democráticos para resolver su problema. Primero se propuso unas primarias abiertas y esa propuesta fue cerrada desde el propio partido. Luego, desde el evismo se impulsó que hubiera primarias abiertas o cerradas, pero que haya primarias. Pero fue una convocatoria demasiado tardía, luego de varias proclamaciones de Evo Morales como candidato a la presidencia. Entonces, el MAS arcista se suma al resto de las fuerzas políticas para suspender por ley las primarias en Bolivia lo que termina de romper los puentes institucionales.
Además de todo esto, hay una sentencia constitucional, la sentencia 1010, que permite postularse a una sola reelección, de esta forma deja inhabilitado a Evo Morales. Por supuesto, esa es una interpretación constitucional discutible, porque en la tradición boliviana tu podías reelegirte y después de un periodo volver a postularte. Hay otras interpretaciones posibles pero esta sentencia 1010 lo interpreta así, y la Constitución no aclara nada en este sentido.
Evo lo que está tratando ahora, en este escenario en que el Gobierno se ha debilitado mucho por la crisis económica, la crisis política, la crisis ambiental y la crisis social. El gobierno está en muy mal momento debido a la escasez de dólares y la carestía de gasolina y diésel. Y la crisis política que tiene que ver precisamente con la pelea interna que existe entre entre estos y
Estamos en un momento de polarización muy complejo en Bolivia. Hay un conjunto de situaciones que han puesto al gobierno entre la espada y la pared, y eso ha hecho que el evismo tome mayor control sobre el massismo.
El evismo en este momento lucha para conseguir la candidatura. El 17 se ha anunciado una gran movilización por varios temas, pero el principal es la habilitación de Evo Morales como candidato a la presidencia en el 2025.
Entonces, ¿cuál es el escenario que se podría dar en las elecciones del 2025?
-Es bien poco probable que el MAS se pueda reunificar. No es descabellado pensar que Arce vaya a conseguir una sigla partidaria y presentarse. Otro escenario es si Evo no consigue la habilitación, si la fuerza de la calle no le alcanza y la fuerza institucional se impone.
Si eso ocurre puede abrirse el camino para que Andrónico Rodríguez sea el candidato porque él es visto como el heredero de Evo Morales. Viene del Chapare, es joven, es presidente de la Cámara de Senadores y tiene mucho apoyo social; ahora es el referente mejor visto en las en las encuestas. Puede ser el heredero pero no el actor de unificación porque definitivamente el arcismo montaría una candidatura propia. La pelea intestina puede llegar a provocar que la sigla MAS no pueda ser utilizada por ninguna de las facciones.
¿Esta división del oficialismo despeja el camino hacia el poder para la derecha?
-Sí, podría, con dificultades pero podría. El MAS, aún dividido, puede recoger una gran cantidad de votos. La derecha está en un momento de gran atomización, todavía no ha encontrado un candidato que logre persuadir a los votantes mayoritariamente, no hay un candidato de unidad. Hace poco un periódico contaba más o menos 18 candidatos que desde la derecha se ven potencialmente ganadores.
Pero cada vez el tiempo es más corto. Esa atomización no le permitirá a la derecha acumular los votos que podría sacar el masismo, aún dividido.