Redacción Canal Abierto | El 7 de julio pasado, Francia sorprendía al mundo con la victoria en segunda vuelta de la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular (NFP).
El mensaje de las urnas, inequívoco, debía abrir un tiempo de negociación entre los ganadores y el otro espacio democrático, la centro derecha de Macron. Y su conclusión, un gobierno encabezado por Lucie Castets (el veterano líder Jean-Luc Mélechon había resignado la primera magistratura).
Además de legítimo y coherente con la expresión de la voluntad popular a través del voto, hubiese sido la expresión política del «cordón sanitario” acordado entre ambos que relegó a la ultraderechista Marine Le Pen al tercer lugar en las urnas.
Sin embargo, el primer magistrado tomó un camino diametralmente opuesto, ignoró el mensaje de los comicios y tejió una alianza que relegó a la izquierda del gobierno.
¿El resultado? Un gobierno débil con elementos de centro derecha y repudiado por las fuerzas progresistas (el NFP cuenta, nada mas y nada menos, con 193 de los 577 escaneos del Parlamento) que nace dependiente de una ultraderecha en condiciones de marcarle el ritmo.
“Lo que está pasando en Francia es un golpe”, lanzó por estas horas Mélechon.
El grado de ilegitimidad de la formación derechista es de tal calibre que el flamante primer ministro, Michel Barnier, había sumado sólo el 6% de los votos en las legislativas pasadas, ubicándolo en cuarta posición.
Conocido por sus posiciones particularmente duras en el terreno de la inmigración, su extensa trayectoria política lo llevó a integrar los gabinetes de Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy. Su perfil conservador, entre otras cosas, lo llevó a votar en contra de la despenalización de la homosexualidad en 1981.
En la actualidad, enarbola un discurso pro mercado y a favor de las políticas de austeridad de su predecesor y jefe político. De hecho, como candidato proponía llevar la edad mínima de jubilación de 62 a 65 años (Macron acaba de imponer por decreto a los 64 años).
Otra pieza clave del nuevo Ejecutivo que simboliza el giro a la derecha es el ministro del Interior, Bruno Retailleau, quien en los últimos años se dedicó a correr por derecha a Macron en materia migratoria: “Estoy aquí para actuar, con una sola consigna, reestablecer el orden, la seguridad y la concordia”. Además, fue uno de los opositores a que se inscriba el derecho al aborto en la Constitución francesa.
En el toma y daca, el saliente primer ministro conserva ministerios fuertes como Defensa, Economía y Presupuestos, además de Cultura, Trabajo y Transición Ecológica.
“Hay que renunciar a ser una empresa que atiende a un mercado de demanda. No vendemos zapatos ni camisas, defendemos ideas. Y al final el pueblo soberano decide”, apuntó el líder del Nuevo Frente Popular durante una reciente entrevista con Pablo Iglesias en Canal Red.
Por lo pronto, varios partidos y organizaciones de izquierdas marcharon este sábado en toda Francia en defensa de la democracia.