Por Mariano Vázquez | Las noticias que llegan desde Haití siempre son dramáticas, plagadas de lugares comunes y estereotipos. El llamado Core Group –formado por los embajadores de Estados Unidos, Francia, España, Brasil, Alemania, Canadá, la Unión Europea y representantes de la ONU y de la OEA–, la prensa hegemónica y las redes sociales se comportan como agentes neocoloniales, que justifican su injerencia so pretexto de que esta isla caribeña es un “Estado fallido”, sin ahondar en los orígenes y razones de la crisis ni en la obviedad de que el mundo es el que le ha fallado a Haití. A la primera nación libre de América Latina y el Caribe no le permiten tomar sus propias decisiones.
Mientras la OEA llama a sesión urgente para tratar las deportaciones masivas de haitianos desde su vecina República Dominicana, la Asamblea de los Pueblos del Caribe (APC), integrada por representantes de Haití, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Martinica, Trinidad y Tobago, Surinam y Barbados, viene advirtiendo sobre los intereses que sobrevuelan en esta crisis sin que el ecosistema mediático se dé por enterado. “La importancia del patrón y los objetivos de la violencia es que estos grupos armados operan en interés de las élites económicas y políticas y de las potencias extranjeras con los objetivos de frustrar e impedir cualquier acción masiva del pueblo haitiano para forzar una solución política legítima a la crisis, y crear las condiciones para un llamado a una intervención militar extranjera”, denuncia la APC. Entrevistamos al activista y profesor haitiano Henry Boisrolin, coordinador del Comité Democrático Haitiano-Argentino, en búsqueda de dar voz a ese pueblo que parió la primera revolución de esclavos negros triunfante y hoy es tratado como paria.
Para comenzar, quisiéramos saber tu opinión sobre el hecho de que Haití suele ocupar las tapas de la prensa mundial por la violencia, pero es invisibilizada cuando su pueblo sale a protestar contra gobiernos corruptos o títeres, exige la salida de la intervención extranjera o del FMI.
-La invisibilización de las luchas del pueblo haitiano es una operación consciente e histórica. Remonta desde la victoria en 1804 de la gran revolución antiesclavista, anticolonial, antirracista, antipatriarcal, internacionalista y universalista protagonizada y hegemonizada por los propios esclavizados y las propias esclavizadas. Una revolución que sacudió el orden mundial de aquella época, y hasta hoy sigue siendo un mal ejemplo para los enemigos de los pueblos oprimidos, para los enemigos de la humanidad.
Para lograr sus objetivos, esos enemigos entienden que hay que silenciar esta brillante historia o, muchas veces, tergiversarla. Al mismo tiempo, presentan al pueblo haitiano como víctima de esta misma historia, condenado a vivir en el empobrecimiento más abyecto e incapaz de solucionar por sí mismo sus problemas. Así, todo lo malo que allí sucede es culpa exclusiva del pueblo haitiano y de sus dirigentes.
Para reforzar estas maniobras, las tapas de la gran prensa mundial resaltan siempre la violencia, la pobreza y no la combatividad del pueblo haitiano expresada en movilizaciones multitudinarias, en las luchas contra las dictaduras y las elecciones fraudulentas, contra la aplicación de los dictámenes del FMI y del Banco Mundial, y contra las misiones militares internacionales de ocupación del territorio.
¿Qué implica la asunción de Leslie Voltaire como nuevo presidente del Consejo Presidencial de Transición de Haití?
-La asunción de Voltaire significa que el plan neocolonial sigue su curso. Su mandato no marcará diferencia alguna con respecto al anterior de Edgard Leblanc Fils. Pues todo se encuentra, hasta ahora, bajo control, fundamentalmente, del imperialismo estadounidense. Sin embargo, cabe precisar que Voltaire asume en medio de un escándalo de corrupción que involucra a tres de los siete consejeros presidenciales con voz y voto que conforman el Consejo Presidencial de Transición (CPT) de nueve miembros. Hay dos que tienen solamente voz. El escándalo es tan tremendo que muchos creen que esos tres consejeros –Gilles, Vertilaire y Augustin– van a tener que renunciar o ser echados. Además, esta asunción se da en un momento de profunda crisis entre las dos cabezas del Ejecutivo, marcado por un conflicto abierto entre el CPT y el gobierno presidido por el primer ministro, Gary Conille. Este último, mediante distintas maniobras impropias –ya que van más allá de sus atribuciones–, trata de concentrar todo el poder en sus manos, tal como sucedía en la época de su predecesor Ariel Henry. Entretanto, el pueblo sigue inmerso en un caos planificado por sus principales enemigos.
¿Qué rol ha cumplido en esta supuesta transición el Core Group?
-El rol de contralor general. En efecto, el mandamás del Core Group, el embajador yanqui, violando claramente la dignidad del país se presenta en distintas oportunidades en algunas instituciones estatales para verificar su funcionamiento y pasar órdenes. Esto ocurrió, por ejemplo, durante su visita a la Unidad de Lucha contra la Corrupción (ULCC) en relación con el escándalo de corrupción que involucra a los tres consejeros presidenciales. No hace falta ser experto en relaciones internacionales para entender que esto no es el rol de un embajador. Una prueba más de la pérdida de nuestra soberanía, de nuestro derecho a la autodeterminación.
En Haití hay una fuerza multinacional de militares de Kenia, Jamaica y Belice, y el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, insiste en mandar más militares. ¿Cuál ha sido la reacción popular?
-Como siempre, la reacción popular pasa por expresar su oposición. Pero en los últimos tres años, como producto del accionar criminal y demencial de los grupos armados, de los denominados “bandidos” –quienes, en realidad, son paramilitares–, se ha instalado en el país un caos total, y las multitudinarias movilizaciones que solían suceder sobre todo en la capital, Puerto Príncipe, son prácticamente imposibles. Hace falta recordar que esos criminales, armados a partir de un tráfico de armas y municiones sofisticadas entre Estados Unidos y Haití violaron –y siguen violando– a niñas y mujeres, e incendiaron –y siguen incendiando– a varios barrios populares, provocando más de 700.000 desplazados. Además, secuestran y asesinan diariamente, perpetrando muchas veces masacres.
Ante tal situación tan dramática, y demostrando su cinismo, Blinken llama al envío de más militares. Inclusive, plantea el envío de una misión militar internacional similar a la MINUSTAH (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití) que se instaló entre 2004 y 2017. Varios de sus miembros cometieron crímenes de lesa humanidad, introdujeron el cólera que mató a miles de haitianos e infectó a más de 800.000.
La ONU dice que en el país hay más de 700.000 desplazados por la violencia, pero, ¿cómo se explica esa violencia en un país que no es productor de armas, cómo juzgar ese rol de las pandillas, tan funcional a los intereses de la élite y del Core Group?
-Sí, es cierto, hay más de 700.000 desplazados y Haití no fabrica armas ni municiones. Esta violencia se explica claramente a partir de la aplicación de una estrategia bien planificada, de un caos sin precedentes para romper la espina dorsal del movimiento popular. Jamás los gobiernos norteamericanos intentaron poner fin al tráfico de esas armas y municiones. Lo más ridículo y perverso que se registró fue cuando el gobierno de Biden publicó una lista de los empresarios haitianos que compraban esas armas y municiones para distribuirlas en los barrios populares a los “bandidos”, anunciando sanciones su contra, pero nunca informó quiénes eran los vendedores norteamericanos. Cabe entonces la pregunta: ¿Conoce Estados Unidos a los compradores y no a los vendedores? Las pandillas son funcionales al sistema neocolonial, al Core Group a y la pequeña élite repugnante y abyecta haitiana.
A pedido de Estados Unidos y de Ecuador, la ONU renovó la Misión Multinacional en Haití. ¿Qué consecuencias tiene esto?
-Luego de la negativa de China y de la Federación Rusa en el Consejo de Seguridad al envío de una nueva fuerza multinacional bajo mando de la ONU, Estados Unidos y Ecuador propusieron la moción de prorrogar por un año la fuerza policial internacional comandada por Kenia. Sin embargo, desde la llegada de esta fuerza, en abril último pasado, ningún jefe bandido ha sido detenido, las rutas nacionales siguen bajo control de estos y los “señores de la guerra” siguen perpetrando masacres por doquier, difundiendo sus vídeos macabros. Las consecuencias seguirán siendo nefastas para el pueblo haitiano.
De ahí la importancia del llamado realizado por algunas organizaciones populares a una reorganización del campo popular y revolucionario, para operar los cambios imprescindibles para seguir adelante con la lucha por la recuperación de nuestra soberanía y de nuestro derecho a la autodeterminación. De ahí, también, la necesidad de una solidaridad internacional plena, efectiva y activa para con la lucha del pueblo haitiano.
Foto principal: Leslie Voltaire asumiendo como presidente del Consejo Presidencial de Transición de Haití
Publicado originalmente en Sangrre