Redacción Canal Abierto | Juan Ramón Quintana, ex ministro de la Presidencia de Bolivia (2006-2010 y 2012-2017), no tiene dudas: el ataque sufrido por Evo Morales este fin de semana fue un intento de magnicidio ordenado por el Gobierno. Sin vueltas ni medias tintas, asegura que “todas las señales conducen a concluir que el responsable de este atentado es el Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Luis Arce Catacora”.
En diálogo con Canal Abierto, este militar, sociólogo y uno de los dirigentes políticos más cercanos al ex mandatario cuenta detalles del ataque y analiza cómo puede impactar en el futuro del país.
¿Cómo calificarías el ataque que sufrió Evo Morales?
-Fue un ataque terrorista y criminal organizado, planificado y ejecutado desde el Estado, con todos los recursos del Estado, contra un ciudadano. Es algo que jamás se había visto en Bolivia. Por esto hablamos de terrorismo de Estado.
¿Qué pruebas tienen?
-Las evidencias de la responsabilidad del Gobierno son muchas. La decisión de movilizar policías, militares, helicópteros, vehículos y armas de guerra solo puede haber sido resuelta por el Ministerio de Defensa (Edmundo Novillo) o el Ministerio de Gobierno (Eduardo Del Castillo).
No le dispararon con escopetas o rifles de cacería, sino con armas de guerra de grueso calibre como los que usan los grupos especiales de la policía, en concreto la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico.
Aquí no hubo un simulacro ni tuvo nada de encubierto. Fue una operación abierta y explícita para matar a Evo Morales. Estamos hablando de 10 hombres que aún no pudimos identificar, pero cuyo jefe al mando es el mayor Rubén Moscoso Pinto.
Al fracasar el intento de magnicidio, pobladores civiles se vuelcan contra quienes dispararon y persiguen a las camionetas desde donde dispararon, y estas se refugian en el Regimiento de Infantería porque los iban a linchar. Uno de los vehículos era marca Toyota, con placa 5655UZF; de la otra aún no tengo el dato.
De allí esta gente es evacuada por un helicóptero Super Puma de fabricación francesa. Cuando la gente se acerca a este regimiento, el Coronel Gonzalo Medrano intenta contenerlos mostrándoles las camionetas, asegurando que fue la policía la responsable del ataque y no el Ejército.
El helicóptero traslada a los asesinos al aeropuerto de Chimoré, de donde vuelven a volar hasta la ciudad de Santa Cruz, a donde arriban a las 8:25 de la mañana.
Entonces, tienes vehículos y oficiales de la policía, una unidad del Ejército que les da cobertura, la Fuerza Aérea operando helicópteros para movilizarlos, armas de guerra. ¿Qué más quieres para identificar el hecho como un acto de terrorismo de Estado?
¿Es posible que el presidente Luis Arce o la jefatura de las Fuerzas Armadas no estuvieran al tanto del atentado?
-Para un operativo de esta magnitud necesitas la orden del Comandante de Policía, que acaba de ser designado hace una semana. Y el alto mando de las Fuerzas Armadas acababa de ser relevado, el sábado por la noche, justamente porque se negó a realizar este operativo.
Para utilizar naves aéreas en este tipo de operaciones necesitas la orden del Comandante de la Fuerza a Aérea, del Comando en Jefe y del ministro de Defensa. Para un operativo conjunto entre Fuerzas Armadas y policía, es necesaria la aprobación del Capitán General de las Fuerzas Armadas. Y ese es el Presidente.
¿Luis Arce mandó a matar a Evo Morales?
-Es un operativo que no pudo haber ocurrido sin el conocimiento del ministro de Defensa o el ministro de Gobierno. Todas las señas te conducen a concluir que el responsable de este atentado es el Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia.
Pero hay otro actor en esta historia: mi hipótesis es que había una orden del nuevo Fiscal General del Estado (designado hace tan sólo una semana) para detener a Evo, y así fraguar una suerte de intento de escape o similar para ejecutar la orden política, que era asesinarlo. Obviamente, el fallido hizo que la supuesta orden nunca viera la luz de forma oficial.
¿En qué contexto se produce esto? Hay una obsesión de Arce contra Evo, a quien persiguió durante estos cuatro años. Todo porque ve en él a un adversario potencial o, en la lógica de guerra, un enemigo irreconciliable.
La persecución comenzó allá por 2021, en el plano político y parlamentario, al que le siguió un hostigamiento judicial y hoy día la violencia física con un intento de magnicidio.
A esta altura, ¿es posible una desescalada?
-Imposible. De aquí en adelante hay que contar los días que le quedan a Arce al frente del Gobierno, así de simple. Porque este ataque contra Evo no hizo más que exacerbar los ánimos en zonas rurales donde ya había conflicto, con bloqueos de carretera.
El escenario que viene es de mayor conflictividad y mi sospecha es que frente a esto, cuando Arce busque instalar un Estado de sitio, las Fuerzas Armadas se van a quebrar. En ese momento, el Presidente tendrá que irse.
¿Hoy corre peligro la vida de Evo Morales?
-Por supuesto. Estamos viviendo un Estado de terror o, mejor dicho, bajo un terrorismo de Estado. La vida de Evo está en peligro y corresponde que algún organismo internacional lo proteja. Por lo pronto, él no pretende abandonar el territorio nacional. Pero es importante reforzar su seguridad.